Nunca Athletic Club y Real Socidad se habían enfrentado en una final de la Copa del Rey. Será la número 38 para los bilbaínos, considerados el Rey de Copas a pesar de estar en palmarés por detrás del Barcelona. Y la 23 para los donostiarras, que llevan 32 años sin presentarse a una final, pero que tienen más reciente el recuerdo de levantar el título que sus archienemigos vecinos.
Desde el principio, y acompañado de la lluvia intensa, el partido tuvo un cáriz claro de tensión y de campo de batalla. Aún así, había mucho miedo a fallar en los primeros compases. Ninguno quería cometer ese error no forzado que desequilibrase la equidad inicial. Se priorizaba la seguridad en las transiciones. Era la Real la que llevaba la inciativa, dueña del balón. Esperaba el Athletic bien pertrechado en campo propio en torno a esas dos líneas de cuatro.
Poco a poco iba ganando protagonismo Isak en el área rival. Era un frontón la retaguardia rojiblanca. Sufría el Athletic. Poco a poco con llegadas de Muniain y un trallazo de Iñigo que atrapó Remiro, el conjunto zurigorri fue cambiando las tornas del encuentro. Era un martillo percutor Gorosabel por el flanco derecho. Estaba desquiciando a Yuri. Le costaba generar peligro a los bilbaínos. Con el empate a cero se llegaba al descanso tras una primera parte donde reinó el miedo a perder. Más miedo y voltaje que fútbol propiamente dicho en estos primeros 45′.
Ya en el segundo tiempo, pedía penalti la Real. Centró Oyarzabal que impactó en el codo de de Iñigo Martínez. Lo revisó el VAR pero decretó que fue fuera del área. Seguía, aparentemente, la misma hoja de ruta el partido. Dominio infrutuoso de la Real ante un Athletic bien plantado en campo propio. Había mucho miedo a perder.
En el 58′ si hubo penalti a favor de la Real. Agarrón con patada incluída de Íñigo a Portu. En un primer momento el colegiado sacó tarjeta roja dejando al Athletic con diez. El VAR revisó y finalmente la tarjeta fue de color amarillo. No falló Oyarzábal desde los once metros. No hubo salto de la rana previo al lanzamiento, pero fue para dentro. Pateó a su derecha el capitán donostiarra, seguro, con el alma, con el corazón, para engañar a Unai Simón y acercar la Copa al Reale Arena.
Estaba grogui el Athletic a la que se le acaba el tiempo mientras la Real se hacía fuerte con el paso de los minutos. Ofrecían muy poco los de Marcelino que estaban dejando escapar la primera de las finales a las que se enfrentan este año. La Copa del Rey 2020 ya tenía dueño y era la Real Sociedad que se llevaba el derbi ante su eterno rival.