Salvo la aparición de un auténtico milagro el próximo domingo, el Real Murcia consumará este fin de semana un nuevo fracaso deportivo. Con la probable confirmación de que no entrará en la futura Primera RFEF, el club grana se verá relegado de la tercera categoría del fútbol español a la cuarta el próximo curso. Por si verse inmerso en un descenso encubierto no fuera suficiente, la lucha de sillones dentro del club agrava toda la situación. Todo esto crea un caldo de hartazgo, descontento y malestar en una afición grana que no sabe a qué agarrarse.
La intención sigue siendo muy clara si ocurre lo que todos esperan que ocurra. Con el equipo en Segunda RFEF el objetivo será ser uno de los diez equipos que en 2022 asciendan a esa Primera RFEF. El primer paso es contratar un director deportivo y que ese a su vez contrate a un entrenador. A partir de ahí se buscará confeccionar una plantilla de garantías con los recursos que se puedan disponer en materia económica. Eso sí, si no hay aportaciones externas (habrá que ver si la ‘reaparición’ de Mauricio García de la Vega sirve para eso o no) no será nada sencillo.
Además la elección de ese nuevo director deportivo es, como casi todo en el Real Murcia, una guerra interna. Se suceden los nombres (que si Manolo Molina, que si Quique Pina se ofrece…) pero por ahora no hay nada. La próxima semana, consumado el desastre de no entrar a la Primera RFEF, esta ‘guerra’ pasará al primer plano. Ahí se verá como unos a otros se sacan los ojos en busca de colocarse, mientras el Real Murcia es el único y exclusivo perjudicado.