Alfonso de Portago, el Marqués de Portago, guarda un importante lugar en la historia del mundo del motor, el deporte y la Fórmula 1 en España. Fue pionero convirtiéndose en el primer piloto español en correr para Ferrari. Nació en Londres el 11 de octubre de 1928 en el seno de una familia de la alta alcurnia y de gran prestigio español y mundial.
Su padre Antonio de Portago, era un deportista que practicaba polo, boxeo o hípica. Alfonso XIII fue padrino de Alfonso, su padre Antonio fue considerado un héroe por el régimen franquista. Hundió un submarino republicano con una bomba casera a nado.
Su madre de origen irlandés no era menos, viuda del cofundador del banco HSBC. Por la rama de su padre otro gran ilustre ascendiente Álvar Núñez Cabeza de Vaca, conquistador español con varias expediciones en América y primer europeo en llegar a las cataratas del Iguazú y explorar el río Paraguay.
Un ‘don’ innato
El pequeño Alfonso no solo era acaudalado y de altos vuelos, tenia un ‘don’ innato para las diferentes disciplinas deportivas. Habitualmente se encontraba en Biarritz, Pais Vasco Francés, pero giraban por todo el mundo. Practicaba disciplinas tales como tenis, golf, esquí, hípica o jockey. Destacó en este último disputando importantes certámenes, y no menos sorprendente una participación en los Juegos Olímpicos de Invierno de Cortina d’Ampezzo en 1956 en Bobsleigh.
Una disciplina que no ha contado nunca en España con participación ni popularidad. Característica de América del Norte y Escandinavia. En Cortina d’Ampezzo finalizó cuarto y el próximo certamen finalizo tercero.
Se aficionó al automovilismo por su amigo Luigi Chinetti que era importador de Ferrari en América. Se ganó la fama de ‘playboy’ por las continuas fiestas, divorcios y relaciones extramatrimoniales que mantuvo.
Sus comienzos por EEUU
Tras la visita al Salón del Automóvil de New York en 1953, junto a su buen amigo Edmund Nelson decidió comprarse un Ferrari 250 MM. Acompañó a Chinetti como copiloto en la Carrera Panamericana, el italiano era tricampeón de Le Mans. Además de ser un genio del pilotaje, era amigo intimo de Enzo Ferrari y ex mecánico de Alfa Romeo.
En 1954 comenzó a participar activamente con el mismo modelo en las 1000 Millas de Buenos Aires, junto al americano Harry Schell. Se inscibió en Le Mans con el apoyo de Maserati, utilizando un A6G propio. Las dos carreras terminó con dificultades, pero ganó en la categoría de 2L.
Su progresión fue interrumpida en 1955 por un accidente en el International Trophy unas carreras preparatorias para la F1. Enzo Ferrari se fijó en el y le ofreció un contrato con la escudería oficial para 1956/1957. Tan solo llevaba dos años como piloto y tocó el cielo, un genio.
La F1 y tragedia del 12M
De Portago debutó en la Fórmula 1 en el Gran Premio de Francia de 1956, al volante de un Ferrari D50. Tuvo que abandonar por un problema en la caja de cambios. La próxima carrera realizaría una actuación histórica el primer podio para un piloto español en F1. Tras casi 50 años de registro Fernando Alonso rompía el registro el 23 de marzo de 2003.
En las dos carreras restantes de aquel año, Alemania e Italia, Portago se retiró por problemas mecánicos y en la primera prueba de 1957, en Argentina, acabó quinto, tras reemplazar en el coche al piloto local José Froilán González. La siguiente parada sería Mónaco pero jamás llego aquel momento.
Mille Miglia mortal, una carrera italiana que se disputaba desde 1927. Recorría las complicadas carreteras de la geografía desde Brescia hasta Roma y vuelta a Brescia para acabar. El marqués no quería correr pero Enzo lo obligó y su luz para siempre se apagó.
Crónica de una muerte anunciada
El español, junto con su buen amigo y copiloto, Edmund Nelson, tomó la salida de la Mille Miglia el 12 de mayo desde Brescia a las 5:31 de la mañana (con dorsal 531 por ello). Cumplió la promesa de besar a su amada a medio camino según cuenta la leyenda, le prometió acelerar a fondo.
Los técnicos de Ferrari le dijeron que tenía una rueda dañada, con Enzo delante no tuvo mas remedio que seguir. A falta de unos 70 kilómetros para la meta, entre las ciudades de Cerlongo y Guidizzolo, en la comuna de Cavriana, al noroeste de Mantua, el Ferrari 335S de Portago y Nelson sufrió el reventón de un neumático a más de 250 km/h, con fatal desenlace.
«Puede sonar sentimental, pero creo que los pilotos estamos muy cerca de la muerte cada domingo, así que por eso creo que apreciamos más la vida. Estoy seguro de que amo más la vida que un hombre normal. Quiero conseguir algo de cada minuto, no quiero desperdiciar el tiempo».
Alfonso de Portago
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