Tras tres temporadas impolutas en la categoría de plata sin filiales, la 2021/2022 ya no será así. La Real Sociedad ‘B’, conocido más popularmente como Sanse (por su antiguo nombre haciendo referencia al San Sebastián CF) logró el sábado vencer al Algeciras y ascender. El equipo que dirige Xabi Alonso demostró durante la temporada ser, de largo, el mejor filial de toda la competición de bronce. Finalmente acabó certificando ese ascenso que no hace más que consagrar más aún el tremendo y buen trabajo que se viene haciendo en Zubieta desde hace años.
Pero ahora los potrillos entran en un terreno donde no serán precisamente bienvenidos. A los equipos de Segunda y a sus aficiones los filiales no les gustan. Acostumbran a ser especialmente beligerantes con ellos y es una categoría donde no suele haber término medio para estos filiales. O hacen grandes temporadas (en la última década el Barça ‘B’ fue tercero al final de liga dos veces) o descienden con cierto estrépito.
Pero aunque suele ser una categoría muy dura para filiales, para los jóvenes jugadores es una oportunidad formativa tremenda de dar nivel y mejorar en una categoría profesional. Además con su ascenso el Sanse rompe una racha de cuatro años sin el ascenso de un filial. El último en lograrlo había sido el Barça ‘B’ en 2017. Un filial, el culé, que solo duró un año, pues en 2018 volvió a descender para no volver. Junto a él, además, descendió también el Sevilla Atlético que había logrado estar dos campañas, desde 2016 a 2018 en la categoría.
Desde aquel ascenso culé han sido hasta diez filiales (incluyendo al propio Sanse en 2018) distintos en trece intentos los que se habían enfrentado a una promoción sin éxito. Este año eran tres. El Sanse lo logró, pero el Bilbao Athletic y el Celta ‘B’ sumaron los intentos número catorce y quince sin lograrlo. Solo los jóvenes txuri urdin volverán el curso que viene a reivindicar en la segunda categoría del fútbol español el papel de los filiales.