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Oh Capitán, mi Capitán

Celebración del gol de penalti de Sergio Ramos

Celebración del gol de penalti de Sergio Ramos (Foto: Real Madrid)

El 8 de septiembre de 2005, el Real Madrid presentaba en el palco del Bernabéu a un joven canterano del Sevilla FC. Un tal Sergio Ramos, por el que el club blanco desembolsó 27 millones a sus 19 años, una cifra por entonces desorbitada. Nadie imaginaba en lo que se acabaría convirtiendo ese crío de Camas, que llegaba con ganas de comerse el mundo. Y vaya si lo hizo.

16 años, 671 partidos y 22 títulos después, el Capitán se marcha. Y se marcha de forma triste, sin una despedida en el Santiago Bernabéu, delante de la que ha sido la afición que lo ha idolatrado durante tantos años. Se marcha diciendo adiós en la sala de prensa de Valdebebas, respaldado por su familia y el PresidenteFlorentino Pérez.

Una salida con la que se pone fin a una de las etapas más gloriosas del club blanco. La etapa de las cinco Champions League en cinco años. Sus máximos estandartes han ido saliendo, empezando por Cristiano, siguiendo por Zidane, y terminando en Ramos. Un fin de ciclo del cual el tiempo ha sido responsable, acompañado por unas circunstancias, como la crisis sanitaria, que no han facilitado las cosas.

Una salida en la que todo gira en torno a buscar un culpable de esta salida. Lo fácil sería culpar al camero por tensar demasiado la cuerda. Y en cierta medida, también lo cierto. Porque lo lógico habría sido firmar la opción de renovación de un año que el club blanco le ofreció en diciembre. Podría haber seguido el ejemplo de Luka Modric, quien sí ha firmado y, seguramente, podrá retirarse delante de un Bernabéu lleno hasta la bandera. Podría haberse retirado de blanco como el jugador con más títulos de la historia del Madrid, a tan solo un título de igualar a Paco Gento. Podría haberse retirado como el futbolista con más partidos con la camiseta blanca, a 70 de Raúl.

Pero no es momento de reproches. Es momento de echar la vista atrás y valorar la leyenda que deja a sus espaldas. Porque su figura es tan grande, que ni siquiera las sombras que ha dejado en los últimos meses opacan las luces que ha dejado en la memoria del aficionado.

Es el hombre que marcó el gol de La Décima, que cambió la historia del club. Un hombre que se ha partido la cara para defender el escudo siempre que ha sido necesario. Alguien que ha personificado el espíritu de aquel que no se rinde hasta el último segundo, una consigna con la que tanto se identifica el madridismo. Una persona que ha caído muchas veces, como con el penalti ante el Bayern, pero que siempre se ha levantado. Pero sobre todo, el Capitán que levantó las tres Champions consecutivas que ya son historia del fútbol.

Se va sin un homenaje con la ovación atronadora del respetable. Sin despedirse con un beso de su querida Diosa Cibeles. Sin embargo, su leyenda prevalece ante todo lo demás, y lo que ha logrado de blanco quedará para siempre plasmado en la retina del madridismo y en la sala de trofeos del club. Una leyenda al alcance de muy pocos, de la que en unos años, se hablará como uno de los mejores capitanes de la historia del club.

Gracias por todo, leyenda.

Por @diegoaguado97

 

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