Equilibrio y desequilibrio
En el fútbol actual, las nomenclaturas van variando y adaptándose a los tiempos. Es muy habitual oír a los técnicos hablar del equilibrio en el campo entre la fase ofensiva y la fase defensiva. Cuando hablan de este concepto lo hacen para referirse a la función del mediocentro defensivo del equipo, del jugador más posicional del centro del campo del conjunto.
Sin embargo, cuando hablan de desequilibrio, suelen referirse a jugadores que actúan en posiciones más avanzadas en el campo, en zonas de finalización o de último pase.
El caso Soler
En cambio, hay jugadores que pueden unir los dos conceptos en una sola posición, aportando tanto en fase ofensiva como defensiva y no siempre desde una posición central. No todas las columnas vertebrales de los equipos las forman el central, el mediocentro y el delantero. Hay otras variantes y en el Valencia de Bordalás hay un claro ejemplo.
Carlos Soler, canterano valencianista e internacional de nuevo cuño con la zamarra roja, aúna las suficientes cualidades físicas, técnicas y tácticas como para aportar equilibrio y desequilibrio al juego blanquinegro.
Su técnica
Sin ser un jugador habituado a las exquisiteces técnicas ni a los adornos estéticos, su pierna derecha es de las mejores de la liga a la hora de asistir a sus compañeros, ya sea con balones filtrados desde posiciones más interiores o con centros medidos desde la banda. Su capacidad de llegada al área rival va acompañada de un buen disparo desde la media distancia. Con esto también mejora sus estadísticas goleadoras. No es solo un lanzador de penas máximas.
Box to box físico
Desde el punto de vista atlético, el jugador de Bonrepós es capaz de realizar las ayudas pertinentes a su lateral, ayudar en funciones defensivas a los dos mediocentros y llegar con frecuencia a la zona de finalización. Es habitual verle canalizando el juego en las transiciones al ataque tras recuperación en zona defensiva. Su posición en la banda derecha aporta el suficiente equilibrio defensivo al actuar en numerosas ocasiones como tercer mediocentro y el desequilibrio necesario al aparecer en zonas donde su influencia es más decisiva en la capacidad goleadora del conjunto che.
Tácticamente indetectable
Aunque toda su formación la realizó como jugador en posiciones centradas, su eclosión en el fútbol profesional se ha dado desde la banda derecha, ya sea en zonas exteriores o más interiores. Su capacidad para llegar desde segunda línea genera muchos problemas a las defensas contrarias y de ahí nace su buena capacidad goleadora. Sin ser un jugador de línea de fondo ni de línea de cal, su juego en las cercanías del área contribuye a generar más centros al área y a facilitar el desborde del lateral de su costado. Con esto mejora sus estadísticas en cuanto a asistencias.
Psicológicamente maduro
Cerca de cumplir sus 25 años y dentro de un entorno deportivo más estable, Carlos Soler ha alcanzado la madurez futbolística desde el punto de vista psicológico. Es el segundo capitán tras Jose Gayà y el encargado de lanzar faltas, corners y penalties en el equipo. Aparece siempre al rescate del juego colectivo cuando muchos se esconden y aporta serenidad en momentos de zozobra colectiva. Es también una voz autorizada en el vestuario y uno de los ídolos de la afición valencianista actualmente. Como valenciano y valencianista, supone un fuerte nexo de unión con la parroquia blanquinegra dada esta doble condición.