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Una acción temeraria y peligrosa, pero ni mucho menos criminal

Verstappen y Hamilton chocan durante su pelea por la victoria en Arabia Saudí. Foto: F1.com

Las grandes rivalidades de la historia de la Fórmula 1 siempre han generado enormes polémicas. Así sucedió con Senna y Prost en los accidentes en Suzuka en 1989 y 1990, con el aparcamiento de Schumacher en Mónaco 2006 para bloquear a Alonso o incluso con el famoso pit stop del asturiano en la clasificación de Hungría 2007 que desató una tormenta en McLaren. Este domingo Max Verstappen y Lewis Hamilton escribieron un capítulo más en la historia de la Fórmula 1, dejando una de las acciones más polémicas de todos los tiempos.

El choque de la vuelta 37 ha generado un enorme revuelo tanto en el paddock como en las redes sociales. Tanto es así que la mayoría de pilotos, aficionados y periodistas se han ubicado en uno de los dos bandos, dando lugar a una situación forofismo futbolístico que solo permite ver blanco o negro en una polémica que tiene muchos tonos de gris. Por eso, antes de tomar partida conviene analizar exhaustivamente las tres acciones en las que los aspirantes al título se encontraron en pista.

Una pasada de frenada de Verstappen desencadenó el caos

Todo comenzó en la vuelta 37, cuando Hamilton intentó por primera vez rebasar al neerlandés. Al relanzarse la carrera tras un coche de seguridad virtual, el británico estaba pegado a la caja de cambios del Red Bull y decidió tirarle el coche por el exterior de la curva. Lewis tenía ganada la posición, pero Verstappen no estaba dispuesto a dar su brazo a torcer. Su decisión fue la misma que en Brasil: frenó más tarde y mantuvo el liderato saltándose la chicane. A partir de ese momento dirección de carrera tomó cartas en el asunto, lo cual produjo que los ánimos de ambos pilotos se calentasen.

El choque del que todo el mundo habla

Pocos segundos después de la acción de la primera curva, Verstappen recibió una orden clara por la radio: “Devuélvele la posición a Lewis, pero hazlo tácticamente”. Ese “tácticamente” ha pasado desapercibido en todos los análisis, pero es una de las causas que lleva a Verstappen a desacelerar de forma atípica antes de la última curva del circuito de la «cornisa» en Jeddah.

Max frenó en plena recta para dejar pasar a Hamilton y así tener DRS en la recta de meta. El británico en un primer momento se negó a rebasarle, y cuando se dispuso a hacerlo su alerón delantero se topó con la rueda trasera izquierda del Red Bull. El resultado: el coche #44 quedó herido, con daños en el flap derecho de su alerón delantero

En un primer momento parecía un brake test de Verstappen para buscar el contacto con el heptacampeón, pero la telemetría demuestra que no fue exactamente así. Max sí que frena, pero de forma constante, intentando que Hamilton le rebasara antes de la detección del DRS. Sin embargo, el piloto inglés se negó a hacerlo como explicó después de la carrera. “Max quería que le adelantase ahí para cogerme el DRS y atacarme en la recta de meta, pero no soy idiota”, declaró en la entrevista previa al podio. De hecho, en la telemetría se puede observar que el neerlandés tenía pisado ligeramente el acelerador mientras frenaba para poder atacar en cuanto Hamilton le adelantase.

No hubo mala intención, pero sí un gran riesgo

Una vez descartado que Verstappen buscase el contacto, cabe analizar si, a pesar de ello es sancionable. Hay una enorme división en el paddock, pilotos que ven una acción punible y otros, como Roberto Merhi, que aseguran que cualquier piloto habría hecho lo mismo. En cualquier caso, el reglamento marca que está terminantemente prohibido conducir de manera errática, algo que Max hizo de forma evidente. Por otro lado, también es obligatorio facilitar el adelantamiento cuando un piloto tiene que ceder la posición, que es el otro motivo por el cual la acción es sancionable.

Verstappen se queda en la zona central de la pista y luego se escora ligeramente a la derecha para forzar a Hamilton a tener una mala tracción en la última curva. Desde el punto de vista de la batalla en la que estaban inmersos es una jugada tremendamente inteligente por parte del neerlandés, pero ilegal con el reglamento en la mano, ya que trató de dificultar el adelantamiento para obtener una ventaja posteriormente.

Una sanción justa

Por eso, la sanción de diez segundos que los comisarios le impusieron al concluir la carrera fueron más que merecidos y perfectamente proporcionales a la acción. Ni insuficientes como ha reprochado parte de la cúpula de Mercedes, ni excesivos como han defendido quienes apoyan a Max. Sea como fuere, la realidad es que la sanción no tiene ningún impacto en el campeonato, lo cual es la mejor noticia posible para la Fórmula 1 y para un Verstappen que cuando lo piense en frío y de cara al GP de Abu Dhabi, que ya está encima, se sentirá aliviado.

Mientras tanto, y desafirtunadamente, Michael Masi, sus decisiones y forma de gestión como director de carreras de la FIA siguen en entredicho por varios momentos en los que varios pilotos prácticamente se quejaron del manejo de las condiciones de pista tras las banderas rojas, y sobre todo, la «negociación» que tuvo con Christian Horner para tratar la posición que debería tener Verstappen en la tercera resalida tras una segunda bandera roja, y que concluyó en mandarlo a la tercera posición por un adelantamiento previo en la curva 1 de la segunda resalida. El tema es sencillo: un director de carrera no debe poner a consideración sus decisiones como autoridad, sino simplemente, aplicarlas.

Hamilton celebra su victoria en el podio de Jeddah delante de un Verstappen abatido. Foto: @DAZN_ES

La vuelta del Verstappen más impulsivo

Durante toda la temporada, Max ha dejado boquiabiertos a propios y extraños en el paddock al mostrar una madurez que parecía que nunca llegaría. Había conseguido dejar atrás ese joven cuyo corazón se imponía sistemáticamente a la razón haciéndole ir de incidente en incidente en sus primeros años de Red Bull. Hasta el GP de Arabia Saudí, el campeonato que había completado era perfecto. Las únicas cuatro carreras en las que no acabó entre los dos primeros (Azerbaiyán, Gran Bretaña, Hungría e Italia) fue por causas ajenas.

Esa madurez contrasta con lo que sucedió el domingo en Arabia Saudí, donde vimos el lado más irracional de Max Verstappen. Una buena prueba de ello se puede ver cuando, después del toque, le ordenan de nuevo que ceda la posición, y éste lo hace en el mismo punto para volver a atacar inmediatamente, por lo cual fue penalizado al no respetar la distancia de una curva que marca el reglamento para poder volver a atacar. Es difícil decir si fue por desconocimiento de la norma o por pura ansiedad, probablemente lo segundo le llevó a ignorar lo primero, pero lo que es evidente es que, por primera vez esta temporada, Max Verstappen se salió de sus casillas.

Un genio capaz de lo mejor y de lo peor

Max Verstappen ha demostrado durante 21 carreras que es capaz de estar al nivel de uno de los mejores pilotos de la historia. Su temporada no tiene nada que envidiar a la de Hamilton. De hecho, el rendimiento en pista y las vueltas liderada por cada uno demuestran que el neerlandés ha sido muy superior en cuanto a pilotaje. Pero en la vigésimo segunda cita, esa imagen ha saltado por los aires.

Verstappen se equivocó al no asumir que la carrera la había perdido al llevar peor neumático que Lewis. Se la jugó con el medio para adelantar en la resalida y lo consiguió, pero sus ruedas murieron. Su valentía fue digna de aplaudir. Pero era el momento de aceptar que Hamilton le había ganado la partida, asegurar la segunda posición y asumir que todo se decidiría en Abu Dhabi.

En lugar de resignarse a lo evidente, puso en riesgo sus opciones de título, ignorando que un cero y una victoria de Hamilton le dejaban casi sin opciones en Yas Marina. Aun así, sus opciones de campeonato siguen intactas, y todo depende de él. El título sería el colofón a una temporada memorable. Lo tiene en sus manos. Esperemos que, pase lo que pase en Abu Dhabi, la brillante temporada de Verstappen no quede ensuciada por otra polémica absurda.

 

 

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