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Javi Ribelles, el bótox del Nàstic de Tarragona

Javi Ribelles es titular indiscutible para los esquemas de Raül Agné | Foto: Sergi Peralta

Javi Ribelles es titular indiscutible para los esquemas de Raül Agné | Foto: Sergi Peralta

Javier Ribelles Alfonso (Paterna, Valencia, 1992) es un hombre con poco tiempo libre. Estudió Medicina en la Universidad de Valencia, pero su sueño desde pequeño había sido ser futbolista profesional. Cuando lo fichó el Levante UD para su filial en 2014, el mediocentro encaraba la segunda mitad de la carrera. Tuvo que tomar una decisión: el fútbol o la medicina. Se quedó con ambas profesiones. Con tres másteres a sus espaldas y especializado en medicina estética, el doctor Ribelles combina una doble vida, como jugador del Club Gimnàstic de Tarragona y como profesional de la salud, que detalla en una entrevista para Grada 3.

¿Quién es Javier Ribelles?

Soy una persona cercana, de su familia, de sus amigos. Puede ser que al principio sea una persona seria, cuando no conozco a los demás, pero después soy muy extrovertido, muy cercano, de hacer bromas y de intentar dar alegría a la gente que tengo a mi alrededor. Bromista, tanto conmigo mismo como con el resto. También es verdad que a la hora del trabajo, el fútbol, durante mi vida, he sido un tío responsable que va a por el trabajo, en el sentido de ser trabajador, constante, y siempre con la filosofía de que el trabajo tiene su recompensa. Creo que es una frase que me puede definir bien. Trabajo, trabajo y, lo que no trabajes, tienes que ser muy bueno para no trabajar en ello y tener beneficios.

¿Cómo es el día a día de un futbolista?

Pues ahora es venir a entrenar y, después, ya descansar un poco e intentar aprovechar la tarde. Si es para ir a tomar un café con un compañero, intentar aprovechar al máximo el momento para disfrutar de un café. Si tengo que estudiar por la tarde o ir a trabajar en una clínica, hacerlo lo mejor posible. Disfrutar de ese momento y todo lo que haces, hacerlo para disfrutar y para hacerlo lo mejor posible. Siempre.

Llegaste a Tarragona en enero de 2020 tras abonar tu propia cláusula de rescisión, pero sufriste en tu primer entrenamiento una lesión que te mantuvo alejado de los terrenos de juego el resto de la temporada. ¿Cómo te sentiste en ese momento?

Fue una sensación muy, muy difícil. Yo llegué a un vestuario en el que no conocía prácticamente a nadie. Cuando llevábamos una hora de entrenamiento, en un salto, pisé a un compañero, se me fue el pie hacia el lado y noté como un clac. Mi mente bloqueó esto, no se lo creía, y seguí entrenando como podía. Corría cojo con el dedo roto, que yo no lo sabía en ese momento, pero era consciente de que tenía algo. Así estuve cinco minutos hasta que el doctor se dio cuenta y me dijo “Ribelles, ¿qué te pasa?”. Entonces acepté que tenía algo y que tenía que irme.

Además, era una persona que no había tenido ninguna lesión así y no sabía qué podía ser. Pero cuando ya llegué al hotel, tuve que llamar al doctor para pedirle una muleta, porque si no, no me podía mover. Tuve que llegar a la pata coja. La situación, pensaba en ello y decía “no puede ser, es imposible esta mala suerte”. Venía de hacer una vuelta muy buena en Salamanca y tenía ganas de crecer como futbolista. Yo siempre diré que lo único bueno que tuvo la pandemia para mí fue que pude hacer una buena recuperación. Una recuperación con ganas dobles, por la rabia de la lesión y rabia de la pandemia. Salí más fuerte de lo que era antes de la lesión. Es lo único bueno de la pandemia.

“Lo único bueno que tuvo la pandemia para mí fue que pude hacer una buena recuperación”

En esta etapa, la mala suerte se cebó contigo. Al haber abandonado Unionistas, te perdiste el duelo de Copa que vivió el club contra el Real Madrid. No obstante, el destino quiso darte una tregua y, en el siguiente verano, hiciste tu debut con la camiseta grana contra el otro gigante del fútbol español, el FC Barcelona. ¿Cómo viviste ese momento?

Yo siempre que sale Unionistas… Yo recuerdo que estaba viendo el partido en casa y creía que estaba allí, jugando contra el Madrid. Al final, es una alegría poder después llamar a los compañeros. Yo disfrutaba por ellos, porque al final me sentía parte de ellos, aunque no jugué, pero fue una alegría. Siempre me decían «qué mala suerte, hostia» y mi respuesta era siempre la misma: «de mala suerte, ninguna. Al revés, mejor. Se lo merecen y me alegro mucho por mis compañeros aunque no esté yo». Es que tampoco me podía cambiar por ellos porque jugaran contra el Madrid. Yo ya había fichado por el Nàstic. No podía estar en los dos sitios y, si tenía que estar en uno, quedó claro con el fichaje por el Nàstic.

Y es cierto, yo también lo pensaba. No jugué con el Madrid, pero jugué contra el Barça y contra Messi. Al final, para mí, Messi es el mejor jugador de la historia y no creo que lo igualen. Yo siempre podré decirles a mis hijos, a cualquier persona, que he jugado contra Messi porque es una experiencia muy bonita.

“Yo siempre podré decirles a mis hijos que he jugado contra Messi”

Además, te tocó la tarea de marcar a Messi. ¿Lograste tu cometido?

Yo creo que si Messi está bien, no se le podrá marcar nunca. Si estando mal no se le puede marcar, imagina cuando está bien. Tiene un don. Si todos los futbolistas que están en Primera tienen un don, imagina el de esta persona. Es diferente.

Acababa de salir el tema del burofax.

Sí, por eso yo creo que se hizo más grande el asunto. Era el primer partido que Messi jugaba con el Barcelona después de la polémica, sobre si quería seguir o no. Era el primer partido y tuvimos una disputa. Yo creo que él, siendo el primer partido, pensó “este tío que no sé ni quién es está siendo pesado conmigo, dándome patadas”.

A raíz de ese marcaje, te convertiste, hasta cierto punto, en un icono mediático. ¿Cómo te sentiste?

Era una situación rara. Era el inicio de la pretemporada. Cuando te llaman a nivel nacional, El Chiringuito y otros medios, aún lo puedes entender, pero lo más extraño de todo fue que me llamaron para hacer entrevistas y Zooms para televisiones argentinas, brasileñas, colombianas… Fue un poco extraño, sí.

Aquí también entra el efecto de la polémica, que es lo que termina vendiendo, y que al final se trata de Messi.

Claro. Yo creo que es por eso. El primer partido, todos los ojos pendientes de todo lo que hace Messi… De normal, Messi no hace nada. Le pegan y parece que no tenga sentimientos en ese sentido. Le pegan y sigue; no se la pasan y sigue; marca un gol y casi que no lo celebra. Y yo creo que fue esa tensión que tenía, como que se mosqueó. Además, esto pasa con la mayoría de futbolistas, cuando juegas contra equipos de categorías inferiores, cuando te pegan, es como “cabrón, no me pegues que estoy haciendo un partido amistoso y me puedes lesionar”. Yo creo que fue por eso que se molestó.

A ese partido, ¿saliste con ganas de reivindicarte después de la lesión o fue un partido más?

No. Ganas de reivindicarme, siempre. Una de mis cualidades es la competitividad. Puede ser que esté de risas, de broma, pero siempre que empieza un entrenamiento, un partido, el chip cambia. Mis padres me decían que quería ganar incluso en el parchís cuando era pequeño. Y si tenía que hacer trampas, las hacía. En la PlayStation, si iba perdiendo en el minuto 89 (en el videojuego FIFA), tiraba del cable como si no lo hubiese visto. Siempre intento dar lo máximo.

Al final, pretemporada… Sí que son los primeros partidos, en que quieres demostrar cosas al entrenador, quieres reivindicarte un poco, por la rabia y por tantos meses de preparación que había tenido por la lesión. Recuerdo que trabajé mucho durante la pandemia, en casa, mañanas y tardes. Por la mañana, hacía los ejercicios que me mandaba el fisio, salía a correr y, por la tarde, hacía videollamadas con el entrenador y con amigos para hacer gimnasio y fuerza. Fueron meses haciendo doble sesión prácticamente todos los días. Soy una persona de aprovechar el tiempo y, como tampoco estuve haciendo un máster esos cuatro o cinco meses de la pandemia, aprovechaba para entrenar, que era lo mejor que podía hacer en ese momento.

¿Crees que, si vuestros caminos volvieran a cruzarse, Messi seguiría molesto contigo?

No, qué va. Ya no recuerda ni quién soy. Después, seguro que vería la tele y pensó “mira este tío pintado, que me va a pegar así y se va a hacer los dos días de entrevistas estos que le he regalado yo”. Yo creo que este será el pensamiento que tendrá. No lo va a decir, pero lo piensa.

Dejando el tema Messi de lado, este año te has convertido en titular indiscutible para los esquemas de Raül Agné. ¿Cómo valoras tu rendimiento hasta la fecha?

El míster tiene unos conceptos muy buenos. Quizás sean complejos para un futbolista, porque te hace pensar, pero, poco a poco, va sacando lo mejor de mí. Está haciendo que me sienta más cómodo. Estoy entendiéndolo y el rendimiento de Ribelles cada vez va creciendo. Estoy muy contento. Al final, los conceptos que tiene también me gustan mucho e ir interiorizándolos y que no me cueste hacerlos, sino que salgan fluidos, es lo que poco a poco me está haciendo llegar a mi mejor versión.

«Poco a poco, Raül Agné me está haciendo llegar a mi mejor versión»

¿Se puede vivir solo del fútbol en una categoría como la Primera RFEF?

Es difícil. Piensa que empiezas a los 20 años y juegas, quizás, hasta los 35 o 36. Son 15 años para vivir de esto. Sí, se puede cobrar buen dinero, pero al final debes tener la mente muy clara de no gastarlo, porque el dinero que malgastes es dinero que no volverá. Y si después puedes invertir, comprar tu casa, quizás después puedas ir más tranquilo cuando busques la siguiente etapa de trabajo, porque al final son dos etapas de trabajo. Tú acabas la carrera de futbolista a los 35 o 40 años, pero después te queda la mitad de la vida laboral. Yo creo que en Primera RFEF no puedes no volver a trabajar. Otra cosa es en Segunda División o en Primera, que si lo haces bien, y si has invertido bien el dinero, sí que podrías hacerlo.

“En Primera RFEF no puedes no volver a trabajar”

Además de futbolista, eres médico estético. Has tenido que jugar a fútbol mientras estudiabas, mientras trabajabas… De hecho, has empezado a ejercer hace poco en la Clínica Vida’m de Tarragona.  ¿Qué te llevó a aceptar este trabajo?

Ya llevo mucha formación teórica, muchos másteres que he hecho combinándolos con el fútbol. Ha llegado un momento en el que dices «la teoría ya la sé. Ya hice las prácticas el año pasado, voy a hacer un día a la semana a ver qué tal«. Al final, lo importante es el fútbol, pero si además también puedo ir formándome y mejorando en lo otro, eso que me llevo. Compaginándolo está bien.

¿Cómo puedes combinar ambas actividades, encontrar el tiempo para el fútbol y para los estudios, en su momento, y ahora con la clínica?

Ahora no es ningún dolor de cabeza ni nada. Lo peor fue cuando estaba estudiando. Cuando estaba estudiando, era difícil. Los compañeros estudiaban 13 horas al día y yo, lo que podía. Recuerdo que fueron los tres años en que jugué en el Levante; cuarto, quinto y sexto de carrera. Yo me levantaba a las 7:00, hacía una horilla para irme tranquilo a entrenar, entrenaba y, a mediodía, cogía la comida que había preparado mi madre. Recuerdo que no me gustaba nada, nada, pero nada de nada el café, pero beberte un Red Bull o un Monster es mierda para el cuerpo, es azúcar. Cogía el café y me lo tomaba poniéndome una mano en la nariz, de un trago, y me iba a la biblioteca. Este era el último paso para estar un poco despierto. Al final, levantándome tan pronto para entrenar, si no lo hacía, daba cabezadas en el pupitre de la biblioteca. Después volvía a casa, cenaba a las 21:00, descansaba y a por un día más.

Y los fines de semana, ya se lo preguntaré a mi novia (Marina Valdés, periodista de La Sexta), que siempre era «¿y para mí cuándo tienes tiempo?». Al final, quedábamos para ir a cenar, venía conmigo cuando iba a estudiar… Ella era muy buena estudiante. Necesitaba solo ponerse dos semanas antes para sacar un 10 en todo. Su carrera también era menos exigente cuanto a estudiar. No podía venir conmigo, porque cada vez que íbamos a la biblioteca juntos había una discusión. Ella, con una hora, ya se lo sabía todo y yo tenía mucho que estudiar. Muchas veces no había asientos juntos, así que era como «tú allí, yo aquí, y después quedamos». Y ella como «no, vamos a estudiar juntos». «Pero que no hay sitio, yo me tengo que sentar ya a estudiar». Bueno, al final lo recuerdas ahora y dices «¡¿Pero cómo podías?!», pero bueno, supongo que la edad, 20 años, y cuando la cabeza está en su sitio y la voluntad está, lo haces.

¿De dónde te surge esta pasión por la medicina?

Pues no sé de dónde surgió. Sí, mi madre es enfermera, pero yo no sé de dónde salió. Yo creo que de pequeño, cuando me preguntaban qué quería ser, en la ESO o en Primaria, lo tenía claro. Quería ser médico. No sé ya si la pasión salió cuando ya tenía esta edad o si, como veía que era capaz de sacar buenas notas, se afianzó. Yo creo que se afianzó esto de querer ser médico, porque cuando yo estaba en Primaria no sabía que tenía que sacar tan buena nota ni nada. Pero después, cuando además ves que te puedes sacar la carrera… Quizás, entre que quería y que iba a ser un reto para mí, pues me gustó y lo hice.

¿Soñabas con ser futbolista o con ser médico?

Yo creo que sueñas con ser futbolista y era como una obligación para mí, que me ponía como reto, tener la nota para ser médico. Al final, desde que era pequeñito, mi educación era siempre «tú juega a fútbol, pero primero haz los deberes, estudia y, cuando ya tengas todo lo de los estudios, haz lo que quieras». Al final, fue de tan pequeño que no me han tenido que repetir las cosas. Yo llegaba a casa y después me iba a entrenar o a jugar en el parque con los amigos a fútbol, y ni me quitaba la mochila para hacer los deberes, porque los hacía rápido. En media hora, ya hacía los deberes, merendaba y me iba, pero siempre quería dejarme la faena lista para después tener el tiempo libre para disfrutar.

“Soñaba con ser futbolista y me ponía el reto de tener la nota para ser médico”

Después, al ver que el fútbol se te iba dando bien y que podías mantener una cierta profesionalidad, ¿cómo es que decidiste seguir igualmente estudiando, formándote, ejerciendo la profesión?

Como jugador, cada vez vas mejorando. Yo he tocado todas las categorías. Yo salí de la cantera del Valencia, pero era muy joven, hasta infantil. Fui con los amigos al Paterna, en mi pueblo, en categorías desde infantil hasta juvenil. Y después sí que es verdad que he jugado en todas las categorías: primera regional juvenil, después nacional, División de Honor, Preferent, Tercera y Segunda B. Un año en cada categoría. Al final, es una cosa como tú has dicho. Se te va dando bien, van yendo bien las cosas, nunca has tenido ningún varapalo en tu progresión y fue esto. 

Los tres primeros años de carrera, entrenaba por la tarde. Esos tres primeros años, de Preferent, Tercera y Juvenil, bien. Con la universidad por la mañana y a entrenar por la tarde. Con los compañeros, hice una comisión con 80 personas de clase que teníamos los apuntes y tenía ya la dinámica asumida, que creo que es lo mejor que tuve. Después, ya, es verdad que vas a un fútbol más profesional. Me fui al Levante y ya entrenaba por la mañana. Muchas veces ibas con el primer equipo, que ya es una doble sesión, o incluso te puede llamar el primero equipo y te puede tocar ir el siguiente día con ellos…

Te podía pasar que estabas de vacaciones, que me pasó muchas veces, que estabas fuera, te llamaban y tenías que ir; decirle a mi padre que me viniera a recoger porque no tenía coche para ir al estadio a entrenar… Al final, es esto. Yo creo que gracias a los compañeros en ese momento y a haber hecho la carrera esos tres primeros años con la misma gente, después pude no ir a clase, porque no había la obligatoriedad, pero me pasaban los apuntes o me pasaban la grabación.

Los últimos años, gracias a los compañeros… Después también había algunos profesores en las prácticas que por el fútbol te decían «ah, claro, pues ven después conmigo una tarde» o algo así. Había gente que le daba igual, pero bueno, debías lidiar un poco con ello. Tampoco te iban a suspender por prácticas, siempre que te vieran la voluntad de hacerlas. Al final, convenciendo al rector, al vicerrector, para obtener lo que quería, lo conseguí bien.

Tienes un Instagram profesional dedicado al mundo de la medicina estética, donde subes una sección que son los RIBETIPS, donde das consejos, desmitificas prejuicios… Uno que me ha hecho especial gracia es el siguiente: “No todos los rellenos se notan ni son de por vida. No parecerás una muñeca pepona”.

Sí, jajá. Está mi hermana ayudándome con Instagram, y mi novia también, aunque está muy liada y es más despistada en estos casos. Tiene mucha creatividad. Instagram fue porque me convencieron. Lo que no me gustaba era mezclarlo con el fútbol, para que no pareciera que si publicaba muchas cosas en Instagram de mi vida personal, como que le quitaba protagonismo a la vida real y al fútbol, aunque yo creo que se puede compaginar perfectamente. Después, me ayuda mi hermana a llevar Instagram. Esto de los RIBETIPS era para poner algo diferente, para tener mi toquecito personal en Instagram, y me gustó la idea.

Y esto de la muñeca pepona siempre me hace gracia, porque mi abuela decía «¿Ya le has puesto algo a tu madre? ¿A la novia?». Cuando sale a la tele Marina, dice «parece que tiene pómulos de pepona». Y yo como «pero yaya, si yo no le he puesto nada». Era la expresión que se usaba antes, por estos rellenos que hacían que parecía que tenían dos mofletes enormes. Me hizo gracia esto. Gracias a mi yaya, se me ocurrió. A la semana subimos uno. También tiene gracia en el vestuario, que dicen «ya es viernes, tengo ganas de RIBETIPS». Y bueno, si se queda, si la gente habla de él, pues mejor.

Da la casualidad que tú, como mediocentro, una de tus tareas también es la de rellenar esos huecos que puedan abrirse en el juego, que quizás de cara al espectador no sea algo muy vistoso, pero que realmente sí que tiene su efecto en el terreno de juego.

Sí. Yo creo que antes, hace tiempo, estos pivotes defensivos no eran importantes en un equipo. Era un fútbol diferente, no tan táctico. Yo creo que, ahora, desde hace tiempo, es una figura importante. A mí es lo que me gusta. Hay gente que no lo puede entender, sobre todo la gente de ataque, que me dicen “yo quiero el balón, yo quiero regatear”. Y digo “pues a mí, lo que me gratifica es cubrir un hueco, tapar un pase, dar continuidad, robar un balón o ganar un centro lateral ofensivo”. Sí que es verdad que es una posición un poco injusta de cara al que juega, pero es que ya lo sabemos. Es el trabajo más sucio, pero lo importante es que te gratifique a ti. Es lo más importante de todo.

“A mí lo que me gratifica es cubrir un hueco, tapar un pase, dar continuidad, robar un balón o ganar un centro lateral”

¿Entonces se podría decir que eres como el bótox que acaba de pulir los defectos de la fisonomía del Nàstic?

Eso es lo que intento. Es cierto que en mi posición suelo estar más cerca de los defensas que de los centrocampistas. Estoy entre una cosa y otra. Tengo que mantener el equilibro en el medio, estar en las líneas cortas entre el centro del campo y los centrales, saber cuándo tengo que ayudar a los centrocampistas más ofensivos y cuándo tengo que ayudar a los centrales… Es como ir rellenando las arrugas, rellenando estos huecos. Me gusta, me gusta este símil. Es una buena comparación, sí.

¿Animarías a algún compañero de vestuario a que pasara por la consulta?

A alguien cogeré. Pero sí, sí que vendrán. Y repetirán. Que alguno está jodido por ahí en el vestuario.

Si tuvieras que quedarte solo con una cosa, ¿te quedarías con el fútbol o con la medicina?

Ahora mismo… Lo que te da el fútbol es diferente. Es lo que te gusta desde pequeñito, es la adrenalina, es ese feeling, estar en un vestuario es increíble. Yo creo que es esa adrenalina que necesitas en la vida y que no se puede sustituir por nada. Sí que es verdad que intentas compaginar las dos cosas porque te gustan mucho, tanto el fútbol como la medicina me gustan, pero si las pones en una balanza, el fútbol te da unos sentimientos, un feeling y una adrenalina que no te lo da lo otro. Por eso creo que, en gran parte, somos muy afortunados los futbolistas de ganarnos la vida con el fútbol, porque no es como un trabajo.

Después tiene muchas cosas negativas, el fútbol. Es injusto muchas veces cuando te dicen «tú trabajas dos o tres horas y ya está». No. Tú entrenas. Tú trabajas dos o tres horas, sí, pero después los fines de semana no existen. Tienes que estar viajando o jugando. Por ejemplo, jugando domingo por la tarde estás el sábado cuidándote, no puedes salir por ahí, no puedes ir a comer fuera, no puedes beber, debes comer bien. Durante la semana, debes mantener una dieta, no puedes saltártela a la torera. Tampoco tienes un martes libre. Es sacrificar. No tienes planificación. No puedes decir «vamos a irnos un fin de semana con la familia o con la pareja». Sabes los partidos una semana antes. Tiene sus cosas negativas, que tiene muchas, pero al final las emociones, esta adrenalina, estas ganas de competir y de ganar, superan a todo.

“Lo que te da el fútbol es esa adrenalina que necesitas en la vida y que no se puede sustituir por nada”

¿Cuál es el futuro de Javi Ribelles?

El futuro yo creo que es estar jugando a fútbol. Aún me encuentro bien y me veo mejor cada día que pasa, cada jornada, cada entreno. El futuro es el fútbol. Compaginándolo con la medicina, está claro, pero ahora mismo es el fútbol. Estoy muy contento de estar jugando, de mejorar, de sentirme bien. El futuro está en ir partido a partido e ir ganando, que es el futuro que más me motiva ahora mismo.

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