Un Badajoz en la UCI visita el Cerro del Espino

Aquel chico que vendía viseras para la zona de sol en el estadio del club de sus amores, cuando llegó a lo más alto de ese mismo club, gritó a voz en cuello: «Estábamos en la UVI…». Para algunos, incluso para muchos, eso es literalmente triunfar en la vida. Trepar hasta lo más alto sin importarles los «cadáveres» que van dejando en el camino. Y es que nuestra sociedad tiene fisuras y rendijas por las que se cuelan estos «personajes», con el único objetivo en la  vida de hacer dinero y acumular poder en su pragmática y empírica vida. Y claro como están camuflados en todos los ámbitos, en el mundo del balompié no nos íbamos a librar de ellos. Todos conocemos a muchos y a cuál peor. Y uno de ellos le ha caído en «suerte» al conjunto que visita  Majadahonda  mañana sábado. Pero de eso les hablo, sin medias tintas, un poco más abajo.

Centrándonos antes en lo deportivo, el Rayo Majadahonda es el conjunto que lleva más tiempo sin jugar en liga de todo el grupo I de la Primera RFEF. Pues ha visto como han tenido que ser aplazados sus dos últimos enfrentamientos, por positivos covid de diferentes plantillas. El último la pasada semana frente al Tudelano por positivos en el conjunto navarro. Por lo que en las últimas cinco semanas el conjunto majariego no ha disputado ni un sólo minuto en liga. El que le enfrenta mañana al equipo de la capital del Guadiana, es el partido aplazado correspondiente a la jornada 17. El equipo madrileño jugó el Día de Reyes su último partido. Y los «magos», en su día, no fueron especialmente espléndidos. Les trajeron carbón en forma de goleada en el Wanda Metropolitano, por 0 a 5, frente al Atlético de Madrid. Una vez más pudimos ver como hoy día en el fútbol, como en otras facetas de la vida, se antepone lo económico a cualquier otra cosa. Y así pudimos ver como el Rayo accedió a jugar como local en el impresionante estadio colchonero, a cambio de una cuantiosa taquilla. Con lo que no contó es con la beneplácito de sus seguidores más fieles, los que están cada domingo animando en el Cerro del Espino. Ellos eran los que se merecían ver a uno de los conjuntos más importantes de Europa, visitar su humilde estadio. Pues, en lo económico, seguramente la jugada salió rentable para los dirigentes del equipo majariego, pero en lo deportivo fue un estrepitoso fracaso. Pero, por encima de todo, acabó con la ilusión de los que siempre empujan a su equipo.

En cualquier caso. el Rayo querrá seguir con su buena trayectoria en liga. Y seguir en los puestos de privilegio, que dan opción a jugar los play off de ascenso. Pues sin duda su campaña está siendo muy buena. Es un equipo muy consistente en casa y seguro que mañana se lo pondrá muy difícil a los extremeños.

Por su parte el CD Badajoz jugará mañana «sólo» por 3 puntos. Que no dejan de ser importantes para cualquier club, pero que en el caso de los pacenses es ahora un tema secundario. Pues se está jugando esta semana quizás el partido más importante de su historia reciente. Y no precisamente en el verde. El club está al  borde de la quiebra técnica y económica. Y ante esta situación se ha podido ver por primera vez en muchos años a: plantillas, trabajadores, peñas, abonados y resto de afición más unidos que nunca. Conscientes del momento tan delicado todos, pero todos, han apretado los dientes y se han unido para pedir al actual propietario del club, Joaquín Parra Paez, la venta inminente del club. Trás la iniciativa de la Grada 1905, de hacer una protesta la semana pasada ante las oficinas del club, todos se han ido sumando con un sólo grito: «Parra vende ya». Y así hemos podido ver comunicados oficiales de la primera plantilla de los equipos masculino y femenino, así como del resto de las categorías inferiores. A los que se han sumado los escritos de las peñas oficiales y no oficiales del Badajoz. Todos pidiendo que la familia Parra debía aceptar, de forma inminente, la propuesta de compra de todo el paquete accionarial, que estaba sobre la mesa. Lo contrario sería acudir a un concurso de acreedores y la posterior liquidación del club. Y esa historia ya la han vivido, y la han sufrido, hasta en dos ocasiones anteriores los aficionados blanquinegros.

Y así las cosas, ayer jueves  el actual dueño, forzado sin duda por la presión ejercida por todos los estamentos que rodean al Badajoz, se ha visto obligado a aceptar la venta del club, a la única propuesta de compra que había sobre la mesa. Y  así lo comunicó ayer el director general del club, Dupi, en rueda de prensa leyendo un comunicado escrito. La única condición que puso el actual dueño es que todo se haga cumpliendo escrupulosamente la ley -lo cual no deja de ser bastante paradógico- y de forma transparente. La venta necesita en estos momentos únicamente el visto bueno judicial. Independientemente de esto, el nuevo propietario, Daniel Tafur, inyectará de forma inminente el capital suficiente para solventar la delicada situación económica del club. Que seguirá siendo sociedad anónima deportiva y  que se salva in extremis, en el último minuto y casi de penalti.

Volviendo al chico del que les hablaba al inicio. ¿Recuerdan? El que vendía viseras para sombreros en el Estadio Benito Villamarín. Estadio que, por cierto, llegó incluso a llevar su nombre durante un tiempo. Ese chico llegó a ser dueño del Real Betis Balompié. Igual que Joaquín Parra lo ha sido durante casi tres años del Badajoz. Personajes que llegan con dinero  y compran un club. Y a partir de ahí se convierte en su juguete, como si fuesen niños caprichosos. Y cuando ese juguete ya no les sirve para sus negocios o su entretenimiento lo dejan tirado, sin importarles las consecuencias. Y los que sufren estos atropellos son los aficionados, que sí sienten los colores de su equipo. Quizás sea el momento de que esos aficionados y abonados pongan pie en pared y se den cuenta que los indispensables en los clubs son ellos. Los que siempre están ahí, haga frío o calor, se gane o se pierda, se baje o se ascienda, son ellos. Esos que llevan cada domingo la bufanda  de su equipo, son el verdadero alma de sus clubs. Aunque ellos no lo sepan y no se consideren importantes. Incluso los entrenadores y los jugadores pasán, pero ellos son eternos como el escudo. Pues es hora de espabilar y no dejarse embaucar más, por alguien que llega con las alforjas llenas y quiere convertir parte de sus vidas, en dos frías palabras, S.A. Nunca más.