Empate tan sufrido como injusto
La Real Sociedad vuelve de Alemania con un empate de mérito, a pesar de que le pitaron un penalti cuanto menos polémico
Partidazo en Europa League entre dos de los equipos que más lejos se esperaba que llegaran antes del sorteo… pero solo puede quedar uno.
La Real Sociedad llegaba como segunda clasificada en su grupo contra uno de los conjuntos descendidos de la Champions.
El choque no defraudó en lo que a goles se refiere, y la presencia de los entrenadores en sendos planteamientos, y con el guión marcado por los minutos iniciales.
Apenas se había cumplido el sexto minuto en el marcador cuando los vascos, en su primera llegada al área, lograron el premio más ansiado: el gol.
Este saldría de la bota de Le Normand, cuando con un poco de fortuna en el remate, lograría desequilibrar el marcador… y a su vez el juego.
El vendaval del Leipzig empezó a originarse, y solo un planteamiento excepcional de Imanol pudo reducir el peligro alemán a tiros lejanos, ensayados principalmente por Dani Olmo para que Ryan no perdiera la tensión del choque en ningún momento.
No obstante, el muro txuri-urdin no era inquebrantable y cuando el partido se encaramaba al descanso un centro lateral de Angeliño encontró la cabeza de Nkunku para empatar la contienda.
La segunda parte pretendía seguir los pasos de la primera pero un regalo navideño retrasado se le dio a la Real. Este regalo, tan generoso como incomprensible, lo propinó Gvardiol al levantar la mano en un centro lateral.
Los siguientes instantes eran fácilmente predecibles con Oyarzabal en el punto de penalti. Gol y 1-2. Tocaba defender con uñas y dientes hasta que el colegiado pitase el final.
Pero el Leipzig aún tenía algo que decir, y el colegiado también. Los cambios atosigaron hasta casi ahogar a los españoles, y quien los terminó de matar fue el colegiado al inventarse un penalti de Zaldua sobre Szoboszlai, en un recorte de este segundo sobre el primero, que clavó la pierna pero que nunca llegó a tocar al rival.
Mención excepcional también a Matt Ryan, que se erigió como una de las figuras de la noche gracias a sus excepcionales paradas ante el bombardeo procedente de los alemanes.