Okazaki dinamita la segunda parte del Málaga

Partido de dinámicas negativas para cerrar la vigésimo novena jornada. Un Málaga al borde del descenso recibía la visita de un Cartagena que tampoco conocía la sensación de sumar desde hace 4 jornadas.

En la situación clasificatoria la distancia sí que era mucho más notable, pues para el Cartagena una victoria supondría colocarse a un solo punto del playoff de ascenso.

El duelo fue el claro reflejo de que la ausencia de goles y el espectáculo no son dos conceptos reñidos, y en la primera mitad la emoción no estuvo ausente… a pesar del VAR.

Comenzaba el choque de la forma más frenética posible: con un penalti y un gol anulados, ambos con acierto. El penalti se le señalaría al Málaga pero la repetición dejaba claro que no existía ningún contacto por parte del central cartagenero. Por la otra parte, el gol se le anularía al Cartagena por falta previa en el salto de Rubén Castro, que pisaría el tobillo del central del Málaga antes de que Gallar culminase por la escuadre el jugador ofensivo de su equipo.

En cuanto a llegadas, los porteros no tuvieron que hacer gala de sus mejores estiradas, pero las llegadas de ambos conjuntos eran tan constantes como peligrosas, y mientras que el Efesé optaba por llegar mediante la posición, el Málaga tiraba de verticalidad con las contantes jugadas de Vadillo y Jairo en bandas, junto con las apariciones de Brandon en todo el frente de ataque.

Ya en la segunda mitad la balanza del partido se desequilibró notablemente para el conjunto boquerón, y Marc Martínez comenzó a sufrir un aluvión de llegadas, con Vadillo, Febas y Brandon fueron los tres bastiones que tras varios disparos que repelió el guardameta, terminaron batiendo la portería.

Sería a balón parado, en un centro de Vadillo botado a la perfección para que Brandon apareciese en el segundo palo a cabecear el centro.

El Cartagena estaba sobre la lona y su entranador, consciente de ello, trató de revolucionar su once introduciendo 3 cambios de una tacada, reemplazando a los dos laterales y sentando a Gallar, que se marchó con molestias musculares, por Ortuño.

No tardaría en responder Natxo González, que cambió a sus dos extremos para contener los cambios de su homólogo en el banquillo rival. Muy inteligente. Sus jugadores arropados por su afición supieron manejar el tiempo del partido a la perfección, y no concedieron espacios atrás ante la impotencia de su rival.

El partido se estab muriendo con el balón en el campo malaguista, pero con una posesión que los jugadores del Cartagena no supieron transformar en mayor peligro que algún puntual disparo lejano. Parecía abocado a la victoria malaguista, pero el efesé supo insistir hasta el pitido final del colegiado, y Okazaki con una chilena empato la contienda, instaurando un silencio sepulcral en la que durante escasas semanas fuera su afición.