La romería del Nou Estadi
Dos goles de Dani Romera y uno de Juan Camilo Becerra permiten al Nàstic sumar, ante un Castellón desorientado, su primer triunfo desde el 5 de marzo
El Domingo de Ramos, los cristianos conmemoran la entrada de Jesucristo en Jerusalén. En Tarragona, la festividad es un poco diferente. Desde este domingo, el sexto domingo de Cuaresma se recordará la balsámica exhibición de Dani Romera contra el Castellón. De las botas del andaluz nacieron los dos primeros goles del Nàstic en la victoria ante el conjunto albinegro, el primer triunfo grana en más de un mes. Juan Camilo Becerra se encargó de redondear la fiesta apuntalando el marcador tras un penalti fallado por Albarrán. Este resultado permite a los de Raül Agné volver a meterse en la lucha por el ascenso.
Poco a poco y con buena letra
El Nàstic regresaba a Tarragona después de perder la segunda batalla de Cástulo, un descalabro que puso fin a una racha de nueve conquistas consecutivas. Con la cabeza baja, los gladiadores granas no tenían tiempo para lamentarse. La quinta del Castellón ya estaba asediando la muralla de la antigua Tárraco romana. No obstante, Sergi Escobar proponía una táctica bélica muy distinta a la de los íberos de Linares: la guerra de trincheras. Ya se vio un primer asalto en Castalia, pero la estrategia había sido mejorada y perfeccionada.
Raül Agné aceptó la propuesta de su rival. Cambió su artillería de fuego —el cañón que es Robert Simón por la banda derecha— por el combate cuerpo a cuerpo, personificado en Jannick. Del típico y tópico 4-4-2 se pasó a un 4-3-3 muy físico. Las modificaciones no tardaron en notarse: el Nàstic era muy poco profundo en ataque, tendía a golpear por el centro y el flanco diestro era testimonial ante las incesantes galopadas de Joan Oriol. Pero como ya había advertido Escobar, esta no sería una guerra relámpago, sino una batalla en que cada centímetro cuenta.
Apenas 20 segundos pasaron hasta que se cometió la primera falta del encuentro. Dani Torres fue la víctima, tras ser arrollado por Bonilla. El juego volvió a detenerse cuando Trilles cayó tras chocar contra Kendoussi; cuando el central golpeó a Blesa, cuando Pablo Fernández impactó con Sibille, cuando José Mas derribó al ’19’ del Nàstic. La fluidez del juego destacaba por su ausencia. Sin embargo, si una cosa caracteriza al equipo de Raül Agné es su dominio del aire. Quizás forzar faltas no era la mejor idea. Carlos Albarrán ya provocó el pánico al elevarse por los cielos y rematar de cabeza un centro botado por Bonilla.
Por su parte, Sergi Escobar sabía que merecía la pena correr el riesgo. Tenía en Dani Torres su mariscal de campo para intentar forzar los errores rivales. Y llegaron. Tres pérdidas de Elías Pérez en campo propio concluyeron en un córner favorable al Castellón, un mano a mano invalidado por fuera de juego y un centro envenenado de Kandoussi que a punto estuvo de sorprender a Manu García. Con el paso de los minutos, si bien fueron los locales los primeros en golpear, el dominio del partido iba decayendo del lado de los albinegros, no sin olvidar el reguero de interminables faltas que convirtieron los pitidos del árbitro en la banda sonora del Nou Estadi Costa Daurada.
Tres minutos faltaban para llegar al descanso cuando el Castellón perdonó. Un milimétrico centro de Blesa encontró a Juanto Ortuño, quien dejó atrás, con su control, al marcador. El cancerbero grana detuvo su disparo a bocajarro, pero el rechace volvió a caer en dominios del ’10’. Esta vez se sacó de la manga una chilena que obligó a Manu García a volar. Pero cuando mejor eran los visitantes, llegó la hecatombe. Javi Bonilla evitó que un balón se perdiera por la línea lateral en la zona de tres cuartos. E hizo magia con sus botas. Desde la misma cal, lanzó un centro que encontró la testa de Dani Romera. Nada pudo hacer Álvaro Campos con su estirada. En el crepúsculo de la primera mitad, el Nàstic de Tarragona se ponía por delante en el marcador.
La revolución del banquillo
No contento con el desempeño de sus gladiadores, Raül Agné optó por volver al 4-4-2 nada más finalizar la tregua. Dio entrada al torpedo, Robert Simón, en detrimento del errático Elías. Y la jugada le salió a las mil maravillas. En cuestión de segundos, Robert obligó a Álvaro Campos a lanzarse al suelo. El extremo fue el destinatario de un centro de Joan Oriol, pero, tras controlar de espaldas, perdió el equilibrio al impactar la pelota. El capitán grana sería el siguiente en probar fortuna con un centrado, pero muy recio disparo a portería. El público tarraconense vibraba con lo que estaba viendo.
La alegría fue aún mayor llegado el minuto 55. Carlos Albarrán ya había sorprendido en la primera mitad al sumarse a la melé para rematar de cabeza una falta. Esta vez, el lateral, más expeditivo que nunca, consiguió dejar atrás a Aarón Romero en una carrera. Al llegar a la línea de fondo, envió un centro que remató Dani Romera completamente solo. Llegó el segundo. El Nàstic había revolucionado el partido en cuestión de diez minutos. Un remate de Mario Barco fue un espejismo en medio de la odisea grana. En el minuto 66, Del Campo le robó la cartera a Blesa en la media luna; se metió en el área y el mediocentro albinegro lo agarró. El penalti era muy claro. Albarrán erró la pena máxima, pero Juan Camilo Becerra aprovechó el rechace para poner el 3-0.
El Castellón ya no volvería a ser el mismo. Endeble en defensa, a punto estuvo de conceder el cuarto en una falta directa lanzada por Joan Oriol. Tan solo Koke tonteó con el gol con un zapatazo que rozó la cruceta. Con esta victoria, el Nàstic vuelve a meterse en zona de playoffs de ascenso. Se irá a cenar quinto, con 47 puntos. Por su parte, el Castellón cae hasta la undécima posición, con 45 puntos.