El Milan se sabe a campeón
Volviendo en sí en un complemento soberbio, un golazo de Theo sentenció a la Atalanta y desató el estallido en unos 'rossoneros' que ya rozan el título.
La larga penuria del Milan en la Serie A parece llegar a su conclusión. En el ‘Día D’, los lombardos dieron un gran paso, podría decirse que definitivo, para cambiar la medalla de plata del curso pasado por la de oro. Lo complicó la Atalanta durante un tramo, pero finalmente acabaron lograron un triunfo jerárquico (2-0). Ello reflejado en una carrera memorable de Theo Hernández en el final.
Minas bergamascas
La última década sin un ‘scudetto’ hervía la sangre de todos los milanistas en Italia. Por lo tanto, no sorprendió el hecho de que San Siro estuviera rosando más de su capacidad para ver a su equipo abrazar el trofeo. La tensión de sentirse tan cerca influyó mucho en el Milan. Para bien y para mal. Y es que si bien su ímpetu fue elocuente a su ambición durante todo el año, en cuanto cruzó con el juego trastabillante de la Atalanta la desesperación primó en su ser. La ‘Dea’, por más inferior que fuese, no rehuyó al duelo sin importar que la presión enemiga lo llevara al error. Viéndose incapaz de competir de tú a tú, poco a poco encontró como darle la vuelta al asunto para desactivar sin pelota a su oponente y cederles la posesión.
A duras penas algunas acometidas individuales de Leao y Theo (cosas del destino). No obstante, Palomino lideraba una zaga ‘nerazzurri’ que armaba una muralla en su área. Ni las descolgadas de Kessié o Tonali lograban que el Milan creará ocasiones manifiestas delante de Musso. Por otro lado, los de Pioli tampoco tenían problemas en cortar de raíz las transiciones de la Atalanta. Aunque las dos ocasiones que tuvieron los de Bérgamo, obligaron a Maignan a lucirse: el galo realizó sendos paradones a los misiles de Muriel y Zappacosta. Fueron las chances más claras de la primera mitad, puesto que los locales a duras penas y remataban desde lejos. Apenas una posible falta de Djimsiti sobre el absorbido Giroud dentro del cuadrilátero -muy controversial- encendió la mecha justo antes del descanso.
Hambre de gloria
De vuelta al campo, la Atalanta siguió a la orden del día. Zappacosta, nuevamente el más listo de sus compañeros, casi lo logra con un disparo que se marchó cerca. No las tenía clara aún el Milan, que veía como su peligro se diluía a medida que la visita encimaba. Así fue hasta que Giroud tuvo que salir por lesión y Leao ocupó ese rol de ‘9’. Enseguida, el luso trazó una diagonal que dejó al descubierto a los zagueros rivales y mandó el balón a la red con finura (56′). El tanto significó un duro jarro de agua fría para el equipo de Gasperini, que movió el banquillo en busca de ir por delante y acabó en la situación contraria. Y poco más. Su misma identidad evitó que bajaran los brazos del todo, mas sus intentos de reacción eran frustrados por unos Tomori y Kalulu excelsos.
Los dos centrales se encargaron de sostener a sus compañeros en un momento de lapsus físico y mental. Quizás fueron los mejores minutos de su contrincante, que exigió a Maignan a también salir al rescate. Sin embargo, cuando la balanza se inclinaba del lado de su oponente lombardo, nuevamente una jugada aislada cambio el curso. Una obra de arte. O mejor dicho, una expresión de potencia, velocidad y determinación. Así se puede describir de alguna manera la icónica zancada ‘coast to coast’ de Theo Hernández, que recuperó el alón en su campo, dejó en el camino a todo aquel que quisiera frenarlo y acabó anotando el gol del año en Italia. Golazo se dice pronto (75′). Punto y final para la Atalanta en una acción de convicción, furia y fe. Ingredientes con los que el Milan se sabe a campeón.
Foto: AC Milan
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