Un Unión de acero coerce la cólera del Bayern
Con mucho ímpetu y sacrificio, los berlineses inquietan y anulan con creces al campeón, incapaz de revertir la igualada (1-1) y arrollar como acostumbra.
El Bayern Münich, tras devastar todo a su paso en el comienzo de la Bundesliga 22-23, ahora está atravesando un bache. Procuró retomar sus señas de manera inmediata, mas se encontró con un ‘equipo de acero’ por delante que se lo impidió. El Unión Berlín complicó, combatió y acabó sacando un meritorio empate (1-1) ante el soberano germano, neutralizado hasta más no poder y justo antes de debutar en la Champions League.
Muro de Berlín
Prometía ver una versión avasalladora del Bayern después de no poder superar (1-1) al Borussia M’Gladbach la semana pasada. Se intuyó que así sería cuando en un parpadeo, los de Nagelsmann arrinconaron a su contrincante contra su área. No obstante, no hay contexto complicado para el Union. Asumiendo con total confianza el papel secundario y sumiso que le iba a tocar, armaron una ‘cortina de hierro’ -una reverencia a la antigua Guerra Fría- que le fue impidiendo el pase a los visitantes. Las dificultades eran máximas, pero los muniqueses no renunciaron a su estilo. Sin embargo, el pragmatismo de los ‘cerrajeros’ tuvo efecto. En una de sus primeras aproximaciones, Behrens se sacó de la manga un libre directo y Becker se encargó de concretar la efectividad local (12′).
Por cierto, el ex del Ajax suma un inicio glorioso como máximo goleador de la Bundesliga: 5 goles en 5 juegos. Parecía que las cosas se le complicaban al Bayern cuando, como bien le pasa a los clubes grandes, las individualidades emergen. En este caso, fue Kimmich, que cazó el balón tras un rechace y le prendió fuego al balón, previo desvío, entre un tumulto de piernas (15′). Los bávaros dominaron y movían el balón en la frontal tentando contra la portería del Unión, pero urgía ese último toque. Con Mané y Musiala intermitentes, muestras claras de como los capitalinos defendían con el cuchillo entre los dientes, un Sané omnipresente se multiplicaba en labores (hilador, pasador y referencia) para deshacer el empate. Sin fortuna, el juez pitó el entretiempo sin gran repercusión.
Ronnow zozobra al campeón
La reacción del Bayern fue la esperada una vez empezó el complemento: arremeter con todo. Más incisivos por dentro que por fuera (gran labor de Trimmel y Ryerson defendiendo sus zonas de influencia), empezaron poco a poco escabullirse en las grietas que dejaba la zaga del Unión cada vez que se recogía. Porque eso de defender con líneas juntas y muchos hombres acumulados delante del área resulta súper extenuante cuando todo el tiempo se corre detrás de la herramienta. Precisamente, el elenco de Fischer comenzaba a pagar su esfuerzo sideral. Ya sin Becker estirando, los del este de Alemania perdieron su válvula de escape ante el asedio que le acometían. Ni modo, tocaba ajustarse el moño del trabajo. Mientras, el campeón teutón carburaba en todo su esplendor.
Entra tanta movilidad, fluidez, intercambio de posiciones y arrastres, cada vez más los caminos al área se clarificaban. A duras penas una acción aislada de Leweling que exigió a una mano increíble de Neuer fue lo más resaltante para la escuadra de hierro. El gobierno partía desde De Ligt y Upamecano rompiendo líneas y el miedo solo crecía cuando Müller participa. Pero momentos de crisis requieren hombres de gran valentía. El compromiso de los de Berlín, así las cosas, fue encomiable. Digno de admirar. La zaga comandada por Knoche defendió a diestra y siniestra sin chistar. Aunque quien acabó siendo decisivo fue un Ronnow que, a puro alcance y reflejos, sacó balones a Davies, Sané y Gnabry en el final. Lo dicho, un Unión de acero coerció la cólera de un Bayern inquieto y enfadado.
Foto: Unión Berlín
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