El Borussia Dortmund no admite enredos
Los de Terzic se esforzaron para romper el muró del Copenhague, inferior y apalizado (3-0) sin excusas por unos germanos que alejan viejos fantasmas.
El Borussia Dortmund asimiló que necesitaba comenzar con pie derecho su andadura en la UEFA Champions League. Dominador absoluto del encuentro, el subcampeón alemán se deshizo (3-0) sin tapujos del Copenhague. Amagó con complicar las cosas el cuadro danés, mas al final acabó siendo un tramite para un elenco de mayor juego y talento. Victoria vital, puesto que ahora se viene lo bueno.
Reus para aliviar tensiones
Con el dolor inmenso de su eliminación en la liguilla la temporada anterior aún presente y el potente grupo que tiene a día de hoy, el Dortmund es consciente de que trastabillar no está permitido. Mucho menos contra el Copenhague, a quién respeto desde la palabra, porque en juego lo barrió apenas sacó del medio. Vaya que lo hizo. Desde un principio, no hubo otro equipo en campo que no fuera el de amarillo y negro. Eso sí, le tomó un buen rato tumbar la muralla que tenía enfrente. Había prometido Thorup que sus pupilos serían un escollo y así fue. Aunque a medias, pues el que imprimía el local era imposible de igualar para ellos. Afortunadamente, las mismas prisas de los teutones, conforme veían sus llegadas fallar y no encontrar un hombre libre en el área, beneficiaban su postura.
Porque los de Terzic plasmaban su fútbol habitual (avances por bandas, asociaciones rápidas y atacando espacios en todo el campo; sin embargo, llegando al último tercio, la cuestión se hacia imposible. Su rival defendía con tantos hombres que a duras penas Modeste se dejaba notar y cualquier envío era despejado. La situación era exasperante hasta que él apareció. Hablamos, como no, de Reus. El capitán del Dortmund alumbró el camino con un gol -gran pase de Brandt por medio- como en sus mejores tiempos: galope meteórico, desmarque entre líneas, recorte y a guardar (35′). El tanto esfumó de golpe el entramado del ahora desesperado Copenhague, que en su pobre intentó de reacción fue ajusticiado. Antes, Falk Jensen casi tuvo suerte probando desde lejos. Tras ello, Reus recuperaría el balón ante Zeca en salida visitante lo justo para que Reyna y Guerreiro sellen el duelo antes del descanso (42′).
La dificulta de concretar
Las cosas parecieron complicarse ligeramente una vez que Thorup pudo corregir en camerinos. Apenas se reiniciaron las acciones cuando en doble corner Meyer tuvo que emplearse a fondo tapando dos remates de Lerager. Manifiesta declaración de intenciones. Muchos más intensos en sus acometidas, cerrando el carril central y robándole la posesión a los germanos, el Copenhague lo hacía todo bien hasta el último tercio. Culpa de Schlotterbeck y Süle en duelos defensivos, y de Bellingham y Özcan en el medio robando y enviando balones hacia los atacantes. Ello permitía al Dortmund, primero, ejercer transiciones que le recordaban a los escandinavos los riesgos de pararse tan altos y, después, volver a tomar las riendas. No importaba cómo llegase al área, la sentencia estaba al caer.
Lastima que Modeste dejó claro que los ‘borussers’ les hace falta algo que siempre tuvieron: puntería. Lo cierto es que cada gol errado era más surrealista que el anterior. Si Ryan frustraba a Guerreiro y Brandt mandaba al limbo sus disparos, el mismo alemán se encontró con que Moukoko le sacó el gol delante de portería. No obstante, la suerte del Copenhague tenía caducidad. Habiendo tendido una alfombra roja para las transiciones de los ‘negriamarillos’, una tenía que ir a la jaula. Escalando de izquierda a derecha sin oposición, Reyna acabó por apremiar la llegada desde atrás de Bellingham (83′). Colorín colorado, sin escrúpulos. En un grupo con Manchester City y Sevilla, no estaba el Dortmund para enredos antes de un doble choque ante dos clubes de altura.
Foto: Borussia Dortmund
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