El argentino Manu Ginóbili, con un palmarés sin parangón forjado en la liga italiana, la selección de su país y en la NBA, entró este sábado en el Olimpo de su deporte al ser incluido formalmente en el Salón de la Fama del Baloncesto de Naismith en Springfield (Massachusetts, EE.UU.).
La ceremonia comenzó con un homenaje a Bill Russell, el inolvidable pívot de los Boston Celtics que murió el pasado 31 de julio a los 88 años, y se reconocieron a otros 15 profesionales del baloncesto en diferentes categorías. Sentado junto a sus hijos y esposa, Ginóbili, que fue la estrella más brillante de la noche, la que más aplausos y gritos apasionados provocó en el Symphony Hall, la que más aficionados atrajo a las inmediaciones y la que mayor atención de los medios cautivó con diferencia, tenía los ojos aguados cuando lo presentaron y el auditorio se vino arriba.
Subió al escenario escoltado por su inseparable Tim Duncan, con quien hizo historia en los San Antonio Spurs (cuatro anillos de la NBA). Respetado por su voraz hambre de victoria sin caer en malas mañas, el genio del «euro step», mago de los caños imposibles y triplista decisivo comenzó subrayando que si ha llegado hasta aquí ha sido por los equipos donde ha jugado.
A su discurso asistieron su ex compañero de equipo Tony Parker, presidente y propietario de LDLC ASVEL Villeurbanne, así como Ettore Messina, entrenador en jefe de ese equipo Virtus Bologna 2001, así como asistente de los Spurs en los últimos años de la carrera de Ginóbili, y ahora el entrenador jefe y presidente de EA7 Emporio Armani Milan.
Messina «básicamente me enseñó lo que era necesario para obtener algunos titulos y campeonatos», dijo Ginóbili. «Gracias entrenador. La NBA pasó de ser un sueño inalcanzable a un objetivo realista después de jugar para ti y con el maravilloso grupo de compañeros que tuvimos y fue lo suficientemente exitoso como para ganar esa Euroliga. Esa experiencia italiana para mí fue muy valiosa. Ahí es donde me convertí no solo en el jugador en el que terminé convirtiéndome en la NBA, sino también en el hombre».
Antes de aterrizar en la NBA en 2002, Ginóbili ya se había consagrado en el baloncesto argentino y en Italia, donde se coronó con el Virtus Bologna como MVP en sus dos primeros años y ganó la Triple Corona (incluida la Euroliga) en la temporada 2000-2001.
El 5 de la selección argentina y 20 de los San Antonio Spurs (ambas camisetas retiradas) agradeció a sus compañeros italianos que no solo lo hicieron el jugador que acabó siendo sino también el hombre que es. El escolta zurdo llegó a la NBA en 2002 (ganó ese curso su primero de cuatro anillos), fue dos veces All-Star y en una temporada fue escogido mejor sexto jugador de la liga.
«El 20» terminó su carrera de 16 años en la NBA con 40 años y 14.043 puntos, 4.001 asistencias, 3.697 rebotes y 1.392 robos. Emocionado y a punto de llorar en varias ocasiones, Ginóbili compartió anécdotas de cómo llegó perdido a la NBA y acabó encontrando «una familia». «Para ganar un campeonato se necesitan muchas piezas», aseguró al reconocer a sus inseparables Duncan y Tony Parker y al entrenador Gregg Popovich, pero también a todos los empleados del club.
El argentino dijo que «lo más loco» es que ha tenido «dos carreras igual de importantes» y recordó a sus compatriotas a los que echa de menos en las victorias pero también en las derrotas en hermandad. Ginóbili lideró a la selección argentina a lograr el oro en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 y la plata en el Mundial de Baloncesto de Indianápolis en 2002, entre una larga lista de éxitos que definieron a la llamada «Generación Dorada».
Fue uno de los responsables de que la selección argentina fuera la número 1 del mundo en el ránking de la FIBA de 2008 a 2012. El también oro en Atenas y exmadridista Andrés Nocioni dijo a Efe, poco antes del discurso de Ginóbili, que su compatriota «es un jugador extraordinario, diferente, capaz de hacer mejor a sus compañeros y poder hacer mejor a su equipo».
«Más allá de lo individual, del talento que tiene, creo que es la grandeza de Manu. Por eso trascendió con tanta importancia en el básquetbol americano», aseguró. El momento más emotivo de la noche fue cuando Ginóbili recordó a su padre. «Papá, cuánto me hubiera gustado que estuvieras acá. Te extraño mucho, viejito», afirmó. Ginóbili también le dijo a sus tres hijos sentados junto a su esposa que el que estuvieran compartiendo este momento es lo más importante que le ha pasado en la vida.
En Springfield, donde el profesor de educación física canadiense James Naismith inventó el baloncesto en 1891, se dejaba sentir este sábado el acento argentino. En las calles, los restaurantes y las gasolineras del centro de la ciudad se podía escuchar este fin de semana el voseo orgulloso de los aficionados sudamericanos. Julián, un argentino que vive en Chicago y que no se ha querido perder la ceremonia de exaltación, aseguró a Efe, mientras llenaba el tanque en una gasolinera cercana al Naismith Memorial, que a Diego Armando Maradona se le conoce más «porque es fútbol, y el fútbol es fútbol».
«Pero si el Diego es un 10, Manu es un 20», sostuvo.
No obstante, el uniforme que se veía hoy en Springfield por todas partes era el de los Spurs y la mayoría de quienes lo vestían tenían acento mexicano.Enrique Gallardo, empleado retirado de una universidad en San Antonio que sigue a los Spurs «desde que empezaron en la NBA» y que compró los billetes de avión en abril para venir con toda su familia al homenaje, defiende que Ginóbili «cambió» a la franquicia. «Nunca habíamos visto algo así. Llegó lo mejor del mundo».
@cheminqui