«Consagración divina»: Argentina derrota a Francia y se convierte en campeona del mundo
Messi guía a la selección a la gloria tras un frenético partido que pasará a la historia de los mundiales
Previa: La espera terminó
Emoción, entusiasmo y locura. Así se podía sentir el ambiente de vivir, tras cuatro años, otra final de una Copa del Mundo. Este partido juntaba a los 22 mejores jugadores del planeta, y así había que vivirlo.
Didier Deschamps y Lionel Scaloni habían salido a luchar al campo con sus habituales, sin muchas más sorpresas de las que ya nos había ofrecido este campeonato hasta el momento. Marruecos, clasificándose a semifinales, o Croacia, consolidándose entre las tres mejores selecciones del mundo de nuevo, eran solo algunas de ellas.
La pantalla hoy se quedaba con toda la atención. Millones de personas centradas en la pelota, en los jugadores y en el Lusail Iconic Stadium. Sin nada más que hacer, porque todos esperaban que los franceses o los argentinos pusieran su tercera estrella sobre el escudo de su país.
Además, dos ídolos absolutos iban a disputar su segunda final, Kyilian Mbappé y, ni más ni menos, que Lionel Messi. Ambos, compañeros de equipo, querían consolidar otro pedacito de su historia y de la de su país sumando goles y ganando el esperado trofeo. Kyilian llegaba al partido como el máximo goleador del torneo (5), seguido por el ’10’ argentino (4).
Los máximos íconos mundiales se verían las caras en un encuentro pasional y sin miramientos. Argentina, tras 36 años sin la magia de Diego Armando Maradona, hoy contaba con su discípulo y sus pupilos para alzarse con la victoria, además de los miles de aficionados que se habían desplazado a Qatar para presenciar la epicidad en persona.
Francia, en cambio, quería repetir hazaña y romper la ‘supuesta’ maldición de los mundiales, donde se dice que el ganador queda eliminado en las primeras fases. Queríamos final. Queríamos espectáculo. Teníamos ganas de reivindicaciones históricas. Y así iba a ser.
Primera parte: Furia argentina, pasividad francesa
Sin más dilación, daba inicio el partido con dos equipos concentrados, serios y sin mucho más que añadir tras las respectivas charlas de sus entrenadores. Su pensamiento estaba en el trofeo, y lo demás, poco importaba.
Argentina había comenzado mucho más agresiva y vertical, dando varios sustos y todos protagonizados por Di María, Rodrigo De Paul, Lionel Messi y Julián Álvarez, los abanderados albicelestes.
El primero lo daban en una gran combinación Rodrigo De Paul y Julián Álvarez, topándose el joven delantero con Hugo Lloris, el jugador más veces internacional de la historia de ‘Les Bleus’, que sumaba otra final de la Copa del Mundo. De Paul, el más insistente, volvía a intentarlo pocos minutos después y su tiro, que impactaba en la pierna de Raphaël Varane, congelaba el corazón de los franceses durante unos segundos.
El primer cuarto de hora del partido se había zanjado con superioridad argentina, tanto en posesión como en ocasiones, y se podía observar como el planteamiento de Lionel Scaloni giraba en torno a anular a la gran estrella francesa, Kyilian Mbappé, con un gran trabajo defensivo de Nahuel Molina.
La gran colaboración ofensiva de Argentina por fin daba sus frutos y, en el minuto 20, Ángel Di María regateaba a Ousmane Dembélé y acababa tumbado en el área, sonriendo y con un penalti a favor. El árbitro polaco, Marciniak, había otorgado la pena máxima y desde el bando francés no había protestas. Así, Lionel Messi anotaba su 97º gol con su selección y ponía el primer gol de esta Final.
Messi y Di María sacaban (de nuevo) la magia de sus botas y, poco a poco, acercaban a Argentina a la portería de Hugo Lloris. Ya habían declarado sus intenciones en dos ocasiones, pero como se suele decir, a la tercera va la vencida.
El «astro argentino», Leo Messi, generaba junto a Mac Allister el segundo tanto del encuentro en una rápida jugada desde la banda derecha. ‘El Fideo’ controlaba el balón, filtrado desde el otro extremo del campo, y remataba ante el portero con su pierna izquierda.
Así pues, a poco más de cinco minutos para el final de la primera parte, Argentina dominaba el encuentro con aparente facilidad. Sus contraataques, frecuentemente iniciados desde las botas del ’10’, llegaban prácticamente siempre al área rival, aunque no fuera siempre con la misma precisión.
Francia necesitaba motivación y deliberación entre compañeros, aunque Deschamps no dejaba lugar al error en esta final y sorprendía sustituyendo a Giroud y Dembélé en el minuto 40. ‘Les Bleus’ no habían reaccionado y no parecía que fueran a hacerlo hasta la segunda parte. La victoria pasaba por el vestuario y por la oratoria de Didier Deschamps.
Tras 7 minutos de descuentos, los de Lionel Scaloni abandonaban el terreno de juego con un 2-0 en el marcador. Uno de los resultados menos repetidos en la historia de las Finales de la Copa del Mundo. Su juego estaba noqueando a Francia, y cada ofensiva parecía haberlos arrinconado en los últimos metros.
Sin duda, la clase táctica y feroz de la albiceleste se imponía en la primera parte gracias a la gran presión y al bloque defensivo planteado por los argentinos. 0 chutes desde botas francesas y prácticamente ningún acercamiento al área del ‘Dibu’ Martínez.
Segunda parte: Lucha y desconexión
Los aficionados franceses, desde el estadio o en sus casas, se encontraban igual de atónitos que sus representantes. Después de su último Mundial y de sus grandes actuaciones en Qatar, Francia parecía un competidor renacido para pelearle el trofeo a la albiceleste. Pero, desde luego, reinaba la estupefacción y la frustración entre los espectadores tras el primer tiempo.
El planteamiento de Deschamps no parecía suficiente para vencer los ánimos de una Argentina inquebrantable y agresiva. Los de Scaloni, muy decididos y con una idea fija, no iban a dejar escapar una oportunidad de ensueño, ya que los siguientes 45 minutos podían la historia de un país entero.
A pesar de las ventajas que podía ofrecer el descanso, durante el primer cuarto de hora de la segunda parte no parecía haber cambiado nada en la mente de los franceses. Quizás no actuaron con la misma pasividad, pero las ocasiones se seguían decantando para los argentinos, que no habían recibido ningún disparo y habían generado 9 ocasiones. Todo el equipo argentino destacaba y colaboraba para solventar los errores de sus compañeros, y el gran esfuerzo daba sus resultados.
Mbappé se encontró opacado y anulado por una gran estrategia defensiva, que tuvo como protagonista a Molina y su presión constante. Mac Allister y De Paul demostraron formar una dupla férrea sin afrontar muchos problemas más allá de alguna internada de Griezmann. Y de manera inevitable, el tridente ofensivo de Scaloni generaba peligro a cada paso que daba sobre el césped.
Francia realizó cambios para tratar de revolucionar el esquema, desconcertar al rival y aportar frescura, pero las nuevas incorporaciones no aportaron confianza y sembraron aún más dudas de las que ya arrastraba el equipo ‘bleu’. Un ejemplo de ello fue el posicionamiento de Eduardo Camavinga como lateral izquierdo, que en sus primeros minutos provocó una falta y recibió una amonestación.
«De donde no hay, no se puede sacar», o eso dicen, pero Kolo Muani consiguió provocar un penalti, totalmente inesperado, a las vísperas del partido. Kyilian Mbappé animaba el encuentro y sumaba el primer gol de los franceses, que comenzaban a activarse a poco menos de 10 minutos para acabar el partido.
El partido, que parecía dominado por Argentina, daba completamente la vuelta tras el penalti y se revolucionaba la energía en el campo. Apenas dos minutos después de su gol, Kyilian Mbappé repetía plato y reventaba una volea que acababa dentro de la portería de Martínez, poniendo el 2-2 y enviando el partido, momentáneamente, a la prórroga.
«Menudas vueltas que da el fútbol, eh». Eso pensábamos todos a pocos minutos de acabar esta final. Pero Argentina, que parecía tener la final resuelta, se encontró con una dura realidad: Kyilian Mbappé. El flamante ídolo francés, que había estado desaparecido durante gran parte del encuentro, se desprendía de su marca y se recolocaba de ‘9’, descolocando todo el sistema planteado anteriormente.
‘Les bleus’ siguieron poniendo en tensión a los argentinos en los últimos minutos con varias acciones polémicas dentro del área muy protestadas desde el banquillo francés. Primero Marcus Thuram, que se dejaba caer en el área y veía la amarilla. Y después el Cuti Romero, que protagonizaba una cesión no indicada por el árbitro, muy reprochada por los jugadores franceses.
Leo Messi conseguía una oportunidad al minuto 96 con una de sus clásicas internadas desde la banda derecha, pero Lloris volvía a apagar todas las ilusiones con una parada modélica que se marcharía al córner. Y del mismo derivaba una contra encabezada por Coman y Mbappé, que paraba Acuña con una patada necesaria en el momento.
Así pues, el entretenimiento iba a seguir en la prórroga, que sería una de las más disputadas y tensas de los últimos mundiales. Francia le debía a Mbappé los siguientes 30 minutos y este no parecía querer desaprovechar la oportunidad, a pesar de tener que seguir encontrándose con la dureza albiceleste.
Prórroga: Todo o nada
El cansancio físico ya se había mostrado en los últimos 10 minutos de la segunda parte, con una Argentina exhausta física y mentalmente. Francia parecía estar más fresca, pero el alto nivel de exigencia que había ofrecido este Mundial acabó pesando.
Los primeros minutos de la prórroga representaron una lucha física entre ambos equipos, pero con una estrategia fija desde el bando ‘bleu’, aprovechar el potencial físico de sus delanteros (y sus jugadores, en general) para superar por el aire a Argentina.
Los ‘pibes’ también jugaron con un planteamiento similar al de los primeros 90 minutos, con centros en largo y generando segundas oportunidades. Pero aun así, lo único que cambiaba era que sus movimientos se hacían desde el corazón y con la esperanza de decantar la balanza.
De esta manera, en poco menos de 5 minutos, la entrada de Lautaro Martínez aportó más velocidad y peligro al tridente ofensivo, que generó dos ocasiones claras que se vieron afectadas por el ritmo frenético del partido. Gonzalo Montiel también tuvo su oportunidad con una volea ‘kung fu’ directa a la escuadra, que acabó desviada por la defensa y alertó a una Francia que volvía a desconectarse del encuentro.
Y durante esas desconexiones, Lionel Messi generaba dos ocasiones: La primera, la paraba Lloris, y la segunda acababa dentro tras un rechace del mismo. La felicidad y la emoción volvían a reinar en el banquillo argentino, que había estallado en lágrimas. Pero que debían tener en cuenta que el partido seguía jugándose, y que los franceses no se daban por vencidos.
Argentina intentó aguantar con tanganas, faltas «discretas» y con balones a la esquina rival, pero fue insuficiente para pararle, para frenar a Kyilian Mbappé, que tras una mano de Gonzalo Montiel, no fallaba el penalti y ponía el 3-3 en el marcador. La tensión se cortaba con tijeras dentro del estadio, y el espectáculo estaba servido.
Los de Scaloni tenían sus últimas oportunidades, siendo la más clara un córner a 5 minutos del final. Pero ‘Les Bleus’ no se quedaban atrás y Kolo Muani rozaba con su cabeza un balón centrado desde las botas de Mbappé que podría haber cambiado el sentido del partido completamente.
El delantero del Eintracht, Muani, volvería a tener una ocasión clara cumplido el tiempo de descuento, pero el ‘Dibu’ salía heróico y le regalaba el último contraataque a Gonzalo Montiel, que no acababa de finalizar Lautaro.
No daba para más la prórroga, que había significado un esfuerzo físco digno de los mejores jugadores del mundo. Sin duda, pasase lo que pasase en los penaltis, ambos equipos habían demostrado ser merecedores del trofeo. El coraje, la ambición y las ganas, no faltaban.
Penaltis: Héroe Dibu
Hugo Lloris y Leo Messi se jugaron a suertes quién lanzaba primero, y serían los ‘Bleus’ quienes comenzarían, con Kyilian Mbappé como gran abanderado.
Mbappé marcaba por el lado derecho de Emiliano Martínez, que igual que con el 3-3, le adivinó el penalti, pero no lo paró.
Leo Messi sería el primero para Argentina y tiraría tranquilo y engañando a Lloris. Los dos dieces ya habían tirado, ahora, restaban los demás.
Para Francia, seguía Kingsley Coman, y el extremo del Bayern fallaba ante un ‘Dibu’ imponente: 1-1.
Paulo Dybala continuaba la racha argentina y, con un penalti centrado, engañaba a Lloris. 2-1
El mediocentro del Real Madrid, Tchouaméni, falló su penalti ante la alegría de Martínez y Leandro Paredes tendría la responsabilidad de marcarlo. Y así fue: 3-1
Kolo Muani reventó el balón y mantuvo con vida a Francia (3-2), pero Gonzalo Montiel deshacía todo los sueños posibles (4-2) y convertía a Argentina en campeona del Mundo.
Conclusión: Nuevas generaciones e historia del futbol
Tras 120 minutos de emoción y unos penaltis dignos de una final mundialista, la generación dorada de Argentina se consolidaba, por fin, como la mejor selección del Mundo, y muy probablemente como una de las mejores de la historia.
Lionel Scaloni los guió a la victoria en la Copa América y tras el susto con Arabia Saudí, Argentina tuvo que revalidarse del criticismo para llegar al día de hoy. Los jugadores, llegaron confiados al partido y mostraron lo que sabían hacer en una descomunal primera parte, donde Francia se vio anulada.
El partido nos ha dejado entretenimiento a raudales y a dos de las mejores selecciones de la historia peleando hasta el asfixio por defender sus colores y a su patria. Un partido, sin duda, «de final».
El Mundial de Qatar termina con lo que debería haber sido, un espectáculo hasta el último día, que a pesar de las polémicas ha dejado escenarios tan bonitos (y tan desgarradores) como las emociones que ha transmitido esta final.
Kyilian Mbappé nos ha dejado una gran actuación individual después de la desconexiones de los de Scaloni y, ni más, ni menos, ha marcado un hat-trick en su segunda experiencia como finalista de un Mundial. A pesar del inicio, su selección, con Griezmann en un estado descomunal y Giroud sumando récords, está destinada a cosas grandes, pero hoy, simplemente, el futbol decidió que no era el momento.
Enzo Fernández se consolidaba como mejor jugador joven del Torneo, Emiliano Martínez como el mejor portero y Leo Messi, como mejor jugador del torneo. Así se consagraba la selección argentina. Después de un gran partido y de un frenético Mundial, sacamos varias conclusiones en un momento de euforia, y es que Kyilian Mbappé es futuro, esta Argentina es presente y Lionel Messi es historia del futbol.
El ’10’ argentino, después de una década recibiendo críticas y acumulando récords, ofreciéndonos luchas históricas como su rivalidad con Cristiano Ronaldo o sus exhibiciones en Europa, ahora se deshace de todo peso que pudiera acumular con su país y, tras 5 mundiales y dos finales, deja a los espectadores con el mejor sabor de boca posible.