El Alba, recién ascendido, se presentó en un estadio de play off la pasada temporada decidido a acompañar al Levante en ese estatus de único equipo con cuatro victorias seguidas. Sin embargo, el Tenerife de Ramis, siete jornadas sin perder, no lo quería poner fácil. Arrancó con una marcha más y se encontró con un penalti que Enrich no desperdició. Único disparo a puerta para ellos de todo el partido. Y tres puntos.
Después de ese tanto, el choque transitó por una nada futbolística que cambió a la vez que el tiempo. La lluvia trajo consigo esa conexión tan lumínica que firman Mesa, Fuster y Riki. Si bien, el equipo más goleador del campeonato no tuvo en la isla su día más clarividente de cara al marco contrario. Y escasos metros fueron los que impidieron que un remate de cabeza de Dubasin o un disparo de Mesa, que jugaba en su ciudad, no besaran las redes.
El segundo tiempo ya no tuvo ni esos compases iniciales para los locales. El Alba, que solo se dejó sorprender en una ocasión por Waldo, monopolizó el choque. Y cuanto más se acercaba el final del partido, más personalidad y coraje, propia de los equipos grandes, ponía sobre el tapete, empequeñeciendo y encerrando a todo un Tenerife en su casa. Y otra vez esos malditos metros impidieron el empate. Escriche, que debutó, acaparó las ocasiones finales del Alba. La más clara, la última del partido, un remate de cabeza que se marchó fuera por muy poco.