Rayo y Girona firman el empate como un mal menor
Con 2-1 en el marcador, los franjirrojos fallaron dos penaltis y terminaron sufriendo para conservar las tablas
Vallecas está viviendo en un déjà vu. Hace justo un año, un espléndido, a la par que inesperado, arranque liguero logró que la hinchada franjirroja empezara los trámites para sacarse el pasaporte. Parecía que su trabajo tenía que ser salvar la categoría y poco más, pero se encontraban comprando los boletos para volar alrededor de Europa. ¿Visitarían Roma? ¿Eindhoven? ¿Manchester? No obstante, el politono del despertador dolió como si de un bofetón se tratara. El cansancio, la acumulación de partidos, una aventura sobrecogedora en la Copa, regresaron las esperanzas rayistas a ras de suelo. Tocó sufrir para entregar a tiempo los deberes, pero la evaluación fue un éxito rotundo.
Doce meses más tarde, el Rayo Vallecano se encuentra en la misma posición. Inmerso en la batalla para salir por el Viejo Continente, cinco partidos sin ganar hacían presagiar lo peor. Andoni Iraola y sus pupilos parecían despejar la amnesia a tiempo, con un favorable 2-1, pero después de fallar dos penaltis, se hundieron en una espiral de negatividad de la que ya no lograron salir. El empate aún salió bueno ante un Girona que le dio la vuelta al cojín para dormir más fresco y mantiene intacto el colchón de puntos respecto del calor del infierno plateado.
Retando a la suerte
La entrada de Mario Hernández en el once titular era un caramelo para el ataque gerundense. Miguel Gutiérrez tuvo tiempo de sobras para conocer con todo lujo de detalles la línea de fondo y empezar una relación sentimental con ella. Riquelme le cedía la autopista y era Iván Martín el encargado de colaborar para atacar al sustituto de Balliu. La cartulina amarilla era un indicativo de la frustración que estaba viviendo el joven lateral, incapaz de frenar las cabalgadas catalanas. De la banda izquierda surgió el centro que obligó a Dimitrievski a actuar por primera ocasión, cortesía del ‘3’ gerundense.
A pesar de todo, el Girona tenía en su autoestima su principal enemigo. Tocar, tocar y tocar en campo propio ante la asfixiante presión rayista era jugar con fuego. De salir bien, propiciaba una situación de superioridad para lanzarse a por el cancerbero macedonio. De salir mal, la defensa quedaba retratada y Gazzaniga quedaba solo ante el peligro. Oriol Romeu aportaba la calidad necesaria para salir del atasco zigzagueando los contrincantes, pero si se reta a la suerte, uno puede quedar muy malparado. Dos pérdidas de balón involuntarias provocaron el enfado de David López, mas el luminoso seguía intocable.
De héroe a villano
Lejeune metió el miedo en el cuerpo de Míchel a la salida de un córner. Cuando mejor parecía la escuadra de Iraola, más se igualaron las cosas. Empezó el fuego cruzado sin cuartel. Isi Palazón, Taty Castellanos, Rodrigo Riquelme. Isinho volvió a intentarlo, pero esta vez no quería dejar lugar a dudas. Recibió en la frontal del área, centró su posición y, antes de alcanzar la media luna, lanzó un obús que se coló por el ángulo recto superior.
Tsygankov, aprovechando un mal rechace de Dimitrievski, y Óscar Trejo volvieron a modificar el marcador. Con el 2-1 reluciendo a pleno sol, el Rayo Vallecano desperdició la oportunidad de sentenciar. Un desafortunado resbalón de Arnau Martínez dejó al ‘8’ argentino preparado en el punto de los once metros. Gazzaniga atrapó el primer penalti, pero el colegiado obligó a repetirlo porque Riquelme había entrado en el área antes de tiempo. Trejo e Isi Palazón fueron a emular a Messi y a Suárez, a Cruyff y a Olsen, mas copiaron mal la tarea. El disparo del ‘7’ salió alto. El Girona aún podía respirar.
Cambio de tornas
Míchel estaba echo una fiera. Riquelme y Miguel Gutiérrez, que habían sacado los colores a Mario Hernández en los primeros compases del recital, ahora eran señalados por su debilidad en cerrar las internadas de Isi. Descontento con su rendimiento defensivo, el entrenador dejó a ambos en la ducha de cara a la segunda mitad. Toni Villa y Javi Hernández tenían la misión de emular su desempeño en la primera línea de fuego y de mejorar sus prestaciones en la retaguardia.
La pócima surgió efecto. Toni Villa sacó de banda y Javi Hernández, incorporándose al ataque, centró. En el punto de penalti, Viktor Tsygankov completó la conexión con los compañeros del flanco zurdo. Con un impacto sutil, envió el cuero al fondo de la portería. La ‘X’ regresaba en la Quiniela. El Girona se hizo amo y señor del balón durante la segunda parte, pero ya no pudo volver a batir a Dimitrievski. De estar al borde del abismo, cerca estuvo de llevarse los tres puntos de Vallecas. De estar a punto de quedarse el botín, el Rayo terminó pidiendo la hora. El empate terminó siendo el mal menor para dos equipos que jugaron con fuego.