Vinicius y Rodrygo se reconcilian con el Bernabéu y catapultan al Madrid a la primera plaza

Volvía la competición de clubes más prestigiosa al feudo que más veces ha visto levantar el trofeo: el Santiago Bernabéu. Un encuentro que llegaba recién superado el ecuador de la fase de grupos de la Champions League, en un encuentro en el que el conjunto blanco recibía al Sporting de Braga, después de que la jornada previa los mirlos de Carletto se llevasen la victoria por cero goles a dos en territorio luso.

Un partido de vital importancia para un Real Madrid que veía la oportunidad de abrir aún más brecha respecto al Nápoles de cara a la siguiente jornada europea, y asegurarse casi de forma matemática la primera plaza del Grupo C. Sin embargo, en esta ocasión Ancelotti tendría que apañárselas para llevarse los tres puntos sin Jude Bellingham por primera vez en la presente campaña, después del golpe que sufrió en el encuentro frente al Rayo, y que incitó al técnico italiano a apostar por Brahim Díaz.

El conjunto portugués, por su parte, buscaba la épica en el Santiago Bernabéu con el objetivo de ampliar la brecha con el Union Berlin, último clasificado del grupo, con quien pelea por un billete directo a la fase eliminatoria de la Europa League. Y estos eran todas las ingredientes con los que el Santiago Bernabéu se vestía de gala una vez más para una noche de Champions League.

Los ‘suplentes’ rescatan al Madrid en la primera parte

Un encuentro que comenzó con un guion que pocos pudieron prever. El Real Madrid monopolizó el cuero durante los primeros compases, ante un Sporting que no tenia complejos a la hora de buscar las cosquillas a la zaga blanca al contragolpe. Y en uno de esos contragolpes, Bruma ganó la espalda con mucha facilidad a Lucas Vázquez, que en un intento por frenar la jugada, agarró del brazo al atacante visitante, cometiendo un clarísimo penalti.

Todo parecia indicar que el Real Madrid tendría que empezar el encuentro nadando a contracorriente. Sin embargo, bajo palos se encontraba un Andriy Lunin que se vio por sorpresa en el once inicial espese de que Kepa acusase unas molestias durante el calentamiento. Y como si estuviera escrito, el meta ucraniano, en su primera intervención del encuentro, detuvo el penalti con solvencia, no solo manteniendo las tablas en el marcador, sino encendiendo a un Santiago Bernabéu que se postró ante los pies del guardameta.

Tras este turbulento inicio, los de Carlo Ancelotti volvieron a retomar el control total del balón. Poco tardó en surtir efecto la presión alta del conjunto blanco sobre la salida del esférico de los portugueses. Fue Fede Valverde quien logró interceptar un esférico de Matheus en la salida portuguesa, para habilitar a un Vinicius, cuyo primer control no fue bueno. Pero en la pugna con los zagueros lusos, logró asistir a Rodrygo para que la mandaste a la red. Sin embargo, el colegiado turco consideró que lo había hecho tras una falta en ataque, por lo que el gol blanco quedó invalidado.

Sin embargo, pasaban los minutos y el Madrid no solo no terminaba de materializar ocasiones claras, sino que el conjunto luso amenazaba, y mucho, al contragolpe, ante una zaga blanca que on era capaz de detener sus incursiones ofensivas. Y conforme pasaban los minutos, el juego se entorpecía cada vez más, con constantes interrupciones en un partido cuya primera parte fue de más a menos.

Sin embargo, en un conjunto como el Real Madrid, son las individualidades las que hablan cuando no lo hace el fútbol. Y en una de las primeras ocasiones en las que el conjunto blanco combinó en la zona de tres cuartos, Rodrygo logró llegar a línea de fondo después de un gran balón al espacio de Mendy. El brasileño se deshizo de su marca y, al llegar a línea de fondo acertó a poner un balón en el punto de penalti que Brahim, en su segunda titularidad en la temporada, acertó a mandar al fondo de las mallas, poniendo el primero en el marcador.

Un gol que tranquilizó el encuentro para los blancos, pero que no terminó de otorgar el ritmo de juego que demandaba el Bernabéu. Y a pesar de que la sensación de peligro del conjunto portugués disminuyó, el segundo en la cuenta blanca tampoco parecía estar cerca cuando se había sobrepasado sobradamente la media hora de juego. Volvió a probar Rodrygo a Matheus tras una larga posesión blanca, pero el meta portugués atajó el esférico sin mucha dificultad. Y sin mucha más acción de por medio, el colegiado señaló el camino a los vestuarios bajo el runrún de un Bernabéu que parecía pedir algo más a los suyos.

El Madrid finiquita el partido en tres minutos

La segunda mitad comenzó igual de accidentada que la primera. Esta vez no con un penalti, sino con un golpe que sacó a Camavinga del verde e hizo contener el aliento al público blanco, que pudo respirar al ver cómo el francés se reincorporaba al encuentro. Y a pesar de que el Madrid no salió en tromba frente a los lusos al inicio de la segunda mitad, el dominio en la zona de tres cuartos era más palpable, generando una sensación de peligro constante.

A punto estuvo nuevamente Rodyrgo de poner su firma en el marcador, tras un contragolpe en el que fue habilitado por Vinicius, pero fueron Matheus en primera instancia, y Fonte posteriormente, los que evitaron que el conjunto blanco ampliase su ventaja. Era al contragolpe la forma en la que el Madrid lo intentaba, y sería al contragolpe como conseguiría ampliar su ventaja. Tras una combinación en el flanco derecho de Valverde y Lucas, el lateral acabó llegando a línea de fondo, logrando poner un balón al punto de penalti que Vinicius controló, fintó y remató, superando a Matheus y poniendo su firma en la que no estaba siendo su mejor noche.

Un gol que ahora sí terminó de desatar la caja de los truenos, con un Madrid desencadenado a la contra cada pérdida del conjunto italiano. Tan solo 4 minutos después del tanto de Vinicius, ahora fue el propio Vini quién comandó una carrera por el perfil izquierdo, encontrando ahora a un Rodrygo que, por fin, lo hizo como mandan los cánones: controló el esférico y lo picó con clase por encima de un Matheus que poco pudo hacer, firmando su reconciliación con el gol después de muchos encuentros.

Y el Madrid aún no parecía conforme, ya que inmediatamente después, Rodrygo estrelló el balón en el poste: el tiburón blanco había olido la sangre, y ahora quería más. No obstante, tras esta acción, y con los tres puntos ya bajo el bolsillo, las aguas volvieron a calmarse, y el Madrid volvió a disminuir el ritmo del encuentro. Y pensando en agitar aún más el avispero, Carletto dio salida a Brahim y Lucas para dar entrada a Carvajal y Modric.

Tras los dos zarpazos asestados, por un lado los portugueses parecían haber alzado la bandera blanca, y el Real Madrid parecía conforme con un resultado más que útil, pensando en la jornada liguera que les enfrentaría al Valencia este mismo sábado. Y para sorpresa del Santiago Bernabéu, Ancelotti dio entrada a Fran García como quinto cambio, suponiendo que tampoco esta sería la noche del debut de Arda Güler como jugador del equipo blanco.

Y con poco más ruido, el partido fue agotando los minutos hasta que el árbitro señaló el final del encuentro. Un encuentro decidido por los destellos individuales, en el que Vinicius y Rodrygo se reivindicaron ante el Santiago Bernabéu, pero, sobre todo, en el que el Madrid puso un pie y medio en la primera plaza del Grupo C, tras el empate del Nápoles frente al Union Berlin, facilitando en gran medida los dos últimos encuentros de la fase de grupos de esta Champions League.