Treinta días después de tocar el cielo, el choque de realidad se ha abalanzado sobre las ilusiones pericas como un lobo sobre su presa. Del optimismo del ascenso, tan solo quedan las cenizas de un amor veraniego demasiado corto.
Época de trajes, negociaciones e ilusión, el verano en Barcelona se vive con más miedo que esperanza. Hace años que el espanyolismo dejó de ilusionarse para aceptar la realidad en forma de mercados desoladores. Si nos atendemos al discurso de Garagarza y al momento económico del club, este año no va a salirse de la norma.
Con Chen cerrado en banda tras haber anunciado que no iba a invertir en fichajes y con una plantilla desfigurada por la estampida de escapadas, Garagarza afronta su segundo verano en Cornellà ante uno de los mayores retos de su trayectoria profesional: construir un equipo competitivo con las manos atadas. El de Mutriku está obligado a diseñar un proyecto de sutura con recursos mínimos y al frente de una masa social que reclama un equipo a la altura de la grandeza del club.
Semejante proeza requiere un plan y una hoja de ruta diseñados con maestría. En tres semanas de mercado, Garagarza ya ha revelado las líneas que seguirá en materia de fichajes para lograr la hazaña, todas de bajo coste y adaptadas a la conjuntura económica del club.
En primer lugar, Garagarza quiere explotar el mercado de segunda división, una tierra que conoce muy bien y de la que sabe obtener rentabilidad en forma de jugadores preparados para dar el salto al máximo nivel. Lo demostró hace años en Eibar y quiere hacer lo mismo en Barcelona. Hasta el momento, Carlos Romero y Álvaro Tejero son sus apuestas en este apartado, dos refuerzos cumplidores, “perfiles” de bajo coste y rendimiento inmediato.
En segundo lugar, el Espanyol se está mostrando muy activo con las cesiones. La entidad perica pretende erigirse como un lugar de acogida para chicos jóvenes que no tienen puesto en clubes grandes, como Álvaro Rodríguez en el Madrid o Marc Guiu en el Chelsea. Se trata de una alternativa económica a la par que atractiva, aunque su misma naturaleza no casa con el modelo de sentimiento perico que abandera Garagarza.
También hay la opción de los agentes libres, futbolistas sin contrato que llegarían a coste cero, tan solo con la obligación de asumir susalario. El Espanyol echó mano de ellos la temporada pasada en los casos de Aguado y Víctor Ruiz y parecía querer volverlo a hacer con Manu Trigueros. Sin embargo, los rumores sobre su llegada se han ido diluyendo con el paso de los días a causa de la posición de Chen, quien no vería con buenos ojos la llegada del manchego dada su edad y su rendimiento, según La Grada.
Y, por último, siempre quedará La21, al menos hasta que haya entrenadores dispuestos a dar oportunidades a chicos de la casa, como es el caso. Durante el año que lleva aquí, Garagarza ha impulsado distintos proyectos destinados a mejorar el fútbol base del club, así que, en caso de no poder conseguir buenos nombres en materia de fichajes, habrá que confiar en la gente de casa.