«Nueva normalidad», otra vez, entran los sudores fríos de esuchar estas dos palabras juntas después de lo vivido con el COVID, pero es la definición más correcta para los valencianos.
Y sí, que uno tenga una tarde libre en esta nueva normalidad para dedicarla a sus menesteres no suele ser lo mas habitual en estas semanas de ayudas a amigos, conocidos o desconocidos. Pero sí fue mi caso, y es que salí a correr el sábado y, caí en un pensamiento profundo, porque si me centrara solo en correr acabaría desistiendo siempre.
La cosa está en que corrí con la camiseta del Valencia, algo que suelo hacer muy a menudo, si ganamos por el orgullo de haber ganado, y si perdemos, que en este caso es lo que ocurre la mayoría de veces, es porque si en las buenas soy valencianista en las malas aun más. Aunque la relación con el club se está convirtiendo en una relación toxica. Digamos que estoy enamorado del escudo y del murciélago que rodea al escudo, un murciélago que abraza y con el que me siento reconfortado porque bajo su abrazo están los jugadores y jugadoras que han ido a ayudar a los pueblos afectados, voluntarios del bajo de Mestalla e imágenes de afectados que han sacado a relucir el simbolismo valencianista. Aunque, en este punto hay que lamentar la perdida irreparable de algunos de estos simbolos comouna mascota de peluche que me encontré entre escombros llena de barro y que va a acabar a saber dónde.
Hasta ahí es todo muy romántico, pero luego digamos que esa pareja de la que estoy enamorado tiene un padre que me cae mal, muy mal, y muchas veces aunque intente pensar que no son la misma persona, mi mente los une. Ese padre es Peter y Kiat Lim, que si bien Kiat tardó poco en aparecer tras las protestas de las palmas para, a través de una historia de Instagram hacer un comunicado oficial, aun no han salido a hablar de la DANA ni de los efectos devastadores de la misma. Máxime cuando ha ocurrido en una tierra que es la del club de la que son máximos accionistas y que a nivel deportivo es la marca mas fuerte de la Comunitat. Ni padre ni hijo han hecho una misera mención a la sociedad valenciana, como si lo hicieron tras el partido de las palmas en la que pidieron unión y dijeron que estaban comprometidos, si tan comprometidos están con el club, ese compromiso va más allá de lo deportivo también debería ir en lo social y poco han hecho para mostrarlo, más de sacar unas camisetas solidarias cuya idea no viene de Singapur. De momento, lo único que tenemos de los dos seres es una foto bebiendo vino, mientras ambos se ríen en una cena, una imagen que lleva a la pregunta ¿de qué se rien? Llaménlo dejadez, pasotismo o irresponsabilidad; pero van quince días del desastre y aquí no hay ayuda alguna de Lim.