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Mestalla, con lo que fuiste, para lo que has quedado

Pitaba el final el arbitro en Mestalla y una leve pañolada asolaba la grada mientras Rubén Baraja se marchaba al túnel de vestuarios, después de haber escuchado los primeros y leves canticos de “pipo vete ya”, al tiempo que buena parte de la grada los pitaba.

Se preveía una tarde-noche de sábado complicada y lo fue, empezando una hora y media antes del partido con la alineación y disposición de los jugadores sobre el campo, una disposición que tuvo que cambiar porque Luis Rioja le hizo unos apuntes a Baraja que todos estábamos viendo: el equipo en pasillos interiores no estaba funcionando. Y lo mejor fue poner a Rioja en su pie natural.

Después de tirar al traste toda una primera parte, Baraja sale a la segunda parte con otro plan, volver a las dos líneas de cuatro y dos delanteros, con amplitud por bandas y el cambio de Jose Luis Gaya por posible lesión, un tema que deberíamos tratar, pero no será en estas líneas.

En esa segunda parte el Valencia sin ser nada del otro mundo consiguió a fogonazos algunas ocasiones gracias a centros laterales y córneres, con la friolera cantidad de tres remates, uno de ellos sacado en la línea por un defensa del Rayo Vallecano.

Así podríamos definir el partido en el césped: un entrenador incapaz de mover el avispero con la dirección de campo, un jugador indicándole como tenia que jugar el equipo y un equipo que sobre el verde no se cree al entrenador o lo que entrenan.

Mientras tanto, en el palco viven muy tranquilos, la afición no protesta, no pita y se mantiene imberbe viendo la calamidad de equipo que hay, pitándole más al árbitro que al máximo accionista y a su local management.

Al acabar el partido, como bien reseño en el inicio, hay una tímida pitada y leve pañolada que no va a hacer cambiar nada porque en rueda de prensa el entrenador sigue creyendo en sacarlo adelante (cuando no ha sido capaz de darse cuenta que era mejor jugar con extremos abiertos) y sus respuestas estaban llenas de soberbia y egoísmo.

Pero, mientras Baraja se come el chaparrón deportivo, de vuelta en el palco: Lay Hoon, Miguel Angel Corona y Javier Solis viven tranquilos, no se habla de ellos, y sobre todo estos dos últimos brindarían por su prosperidad en el club mientras el equipo no es capaz de ganar ni a las canicas. Porque saben, que en el momento salte un poco la liebre ellos dos van al, figurado, paredón.

Pero la pregunta es ¿cómo o cuando va a saltar la liebre si Mestalla es un teatro o un cine? A la gente la han adormilado y dominado con el discurso, una afición que pita más al árbitro o al portero rival que a lo que ve, es una afición perdida, y para muchos el discurso será que aun quedan dos partidos por jugar o que el viernes vamos al campo de un equipo que se pega tiros en todas las extremidades.

La realidad y el futuro es penoso, las justificaciones de Baraja peores, los actos de ir a ver a la grada tribunerismo puro y duro; y todo mientras: Corona sigue en la sombra, Lim durmiendo porque había pasado de las seis de la tarde en España, Solís sin amor propio y Lay Hoon que no sabe por donde le pega el viento.

Señoras y señores el Valencia es un club a la deriva en todos los aspectos y lo que más duele es la deriva social. Mestalla, viejo amigo, con lo que fuiste, para lo que has quedado.

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