El bajón del Real Betis

El bajón que ha sufrido el conjunto entrenado por Quique Setién ha sido más que notable, y lo peor es que ha sucedido prácticamente en un abrir y cerrar de ojos. Lo cierto es que el Betis ha logrado consolidarse como uno de los grandes de nuestro fútbol en el panorama actual, por lo que no resulta extraño echar la vista atrás y entender por qué el equipo andaluz luchaba con los grandes de Europa y de España (con los cuales todavía se disputa opciones en liga). 

Setién ha proporcionado al club en el que trabaja un estilo propio de juego, basado en el dominio del balón y una gran influencia en las bandas, y ese estilo ha cuajado a la perfección en Heliópolis. Le bastó una temporada para llevar al recién ascendido Betis a Europa, y el verano pasado la directiva escuchó sus peticiones para reforzar la plantilla y afianzar esa identidad que tanto éxito tuvo en su primer año. Llegó su paisano Canales, el talentoso Lo Celso cedido, y el portugués Carvalho, entre otros, para reforzar la medular y confeccionar definitivamente el centro del campo. Todo parecía indicar que la campaña sería meteórica, y lo cierto es que a pesar de las eliminaciones y la disminución de nivel, no está siendo ni mucho menos mala, sino de las mejores de las últimas décadas. 

Semifinales de Copa del Rey, dieciseisavos de Europa League, realizando una fase de grupos memorable, y durante la gran parte de la temporada en puestos europeos confirmaban que la temporada del Betis estaba siendo una auténtica locura. Sin embargo, la dos eliminaciones simultáneas y la pérdida de posiciones en liga han destrozado las expectativas béticas de este curso, pasando de optar a dos títulos (dentro de sus posibilidades) a tener como único objetivo llegar de nuevo a la posición liguera que ocupaba hace no mucho. Para llegar a esta situación, el Betis ha atravesado una serie de fases.

Arranque demoledor y estabilización

Como todos sabemos, los sevillanos se fueron de vacaciones navideñas sextos en liga y con los deberes más que hechos en Europa League. Se dice pronto, pero el Betis pasó a dieciseisavos de final como primero de grupo, un grupo que compartía con dos históricos del fútbol europeo como el Olympiacos y el mismísimo A.C Milan. Y para más inri, los béticos firmaron una fase de grupos en la que acabaron invictos, es decir, sin una sola derrota, incluyendo una victoria en el mítico San Siro.

En liga hablamos de lo mismo, los hombres de Setién podían presumir de cerrar el año habiendo logrado gestas como la victoria en el derbi sevillano, y otra en el seno barcelonista. No obstante, no dieron una bienvenida buena al nuevo año, comenzaron con dos derrotas consecutivas y alguna otra que vino posteriormente. A pesar de ello, el equipo se mantuvo en el puesto 6 hasta el mes de febrero, aunque frecuentando la séptima posición en jornadas tanto anteriores como posteriores.

Crisis confirmada

Y de repente llegó el declive. Las derrotas esporádicas de inicio de año se volvían cada vez más frecuentes, y la brillante temporada empezaba a tener sombras. El peor mes bético fue sin duda el de febrero, en el cual sufrieron dos duras eliminaciones en apenas una semana. La primera llegó de la mano del Rennes en Europa League, tras una fase de grupos para recordar, y después de empatar a tres en el partido de ida. Fue quizá la eliminación más esperada, dado el momento de malos resultados que atravesaba el equipo, sumándole a ello la acumulación de partidos y los problemas que de ello se derivan. 

La eliminación en copa se empezó a fraguar, según el técnico del Betis, con el gol en el último minuto que logró Cheryshev en el Villamarín, para empatar a dos el partido de ida. Setién aseguró que dicho tanto dificultó mucho las cosas para el partido de vuelta, ya que el Valencia tenía mayor facilidad de conseguir un resultado bueno que le permitiera pasar (simplemente con no encajar o con empatar máximo a 1 le servía). Sumándole a esto demás factores que ya de por sí el equipo ‘che’ tenía de cara, como jugar en casa, una gran fortaleza defensiva o la superioridad económica, y por tanto, de plantilla (algo que también señaló el entrenador cántabro al acabar el partido). Como era de esperar, estos factores hicieron mella en la afición verdiblanca, que llegó hasta a pedir la dimisión de Quique Setién en alguna ocasión. 

La situación fue crítica por momentos, y hasta el propio Joaquín -capitán del equipo- pidió ánimos a la afición recientemente por Twitter. Después de todo, los jugadores no son máquinas, y como todos, tienen momentos buenos y momentos malos. Además, el factor de jugar tantas competiciones al mismo tiempo perjudica a estos a largo plazo, de forma que a menudo terminan sufriendo problemas musculares que pueden derivar en lesiones, o acumulan fatiga que acaba reflejándose en el campo. Y si tenemos en cuenta lo lejos que ha llegado el Betis en cada competición, y que a medida que avanzan los campeonatos requieren una mayor exigencia, se incrementan los riesgos de dicho contratiempo.

Realmente, era un mensaje dirigido para todos, afición, jugadores, entrenador… Y parece que surtió efecto, ya que el equipo logró una importantísima victoria en su última cita contra el Villarreal. Sin embargo, la notable presencia de asientos vacíos en un estadio que suele estar hasta los topes, evidencia que la alegría de inicios de temporada no ha vuelto aún. 28.475 personas vieron el partido frente al Villarreal, una cifra que puede parecer buena, pero que no lo es teniendo en cuenta que apenas supera la mitad capacidad máxima del Benito Villamarín.