Una zurda y tres puntos
El Atlético de Madrid cumple con su papel de favorito en el encuentro y vence a un Celta que sin Iago Aspas apenas inquietó en el Wanda
La capital española iba a presenciar un partido que para los locales era irrelevante, en cambio, para su rival esta visita al Wanda Metropolitano era de vital importancia. Jornada 32 y el Atlético de Madrid ocupando la segunda posición, sin opciones a LaLiga, iba a recibir al Celta de Vigo. Un equipo que se encuentra en la decimosexta posición con 32 puntos, en la zona baja.
A las 18:30 de la tarde, hora peninsular, De Burgos Bengoetxea haría sonar su silbato para dar comienzo el partido. En una tarde soleada, con un termómetro favorable a la presencia de la elevada cifra de aficionados que presenciaron el envite. Sin embargo, por parte del conjunto de Simeone, la grada estaba llena de dudas, los rojiblancos ocupaban sus asientes sin nada en juego. Pero, rápidamente, el equipo de Fran Escribá dio sentido a este partido. El conjunto gallego animó de lo lindo al Metropolitano, conscientes de la importancia de la cita.
Obviamente, los visitantes no contaban con su jugador más decisivo e importante: Iago Aspas, por sanción. Sin embargo, la talentosa mediapunta del conjunto vigués puso en serios aprietos durante toda la primera parte al Atlético de Madrid. Boufal, Boudebouz y Mor, tres jugadores con un talento superlativo, a la suma del ‘killer’ uruguayo: Maxi Gómez. Boufal fue un tormento para el veterano Juanfran. Tanto fueron los apuros para la zaga rojiblanca que su portero, Oblak, tuvo que obrar un nuevo milagro, en este sábado de pasión. El reloj rondaba el minuto 15, cuando dos manos a menos de once metros hicieron levantarse a todo el público y aplaudir al esloveno. Primero Maxi en un fuerte disparo casi pisando el área pequeña y en el rechace Boudebouz intentó con un acrobático disparo poner el cero a uno que nunca llegó.
El primer tiempo transcurrió con un Celta de Vigo que proponía más, pero que no llegó al premio que pudo merecer. Mientras, un jugador flotaba por el césped del Metropolitano con un gol y una asistencia en mente. El primer tiempo parecía que moriría sin ver goles, aunque una falta en el minuto 40 supuso un punto de inflexión en el partido. Griezmann tomaba al balón por la cintura, la acariciaba y la posaba en el césped aún sujeta en sus manos. Con el balón besando el suelo y sus manos sobre él, el francés levantaba la cabeza y trazaba la trayectoria que debía tomar el balón. Silbato que autorizaba el golpeo y gol. Un disparo al palo de Blanco que es incapaz de evitar un cruel desenlace para estos primeros cuarenta y cinco minutos.
El Metropolitano sonreía con el gol de su estrella. Los minutos venideros, del segundo tiempo, fueron al puro estilo Simeone. Aguantando, esperando el momento oportuno. El Celta decidió dar un paso al frente y arriesgar, lógico, la situación le empujaba a lanzarse por el empate, como mínimo. Seguía buscando el gol, pero la zaga local había instaurado la ‘ley seca’ para el equipo gallego.
Los de Escribá jamás lograron anotar, en este 13 de abril. Se marcharon de Madrid sin batir a Oblak a la suma de tener que cargar con dos goles a cuesta hasta casa. El segunda tanto lo haría un madrileño, un jugador lastrado por las molestias en su tobillo, aunque indudablemente, los últimos veinte minutos estaban para él. Morata sonrío por poder marcar. Minuto 72 y el jugador madrileño galopaba con su poderosa zancada a la espalda de la zaga viguesa. Una recuperación, pocos toques y de nuevo esa zurda al son de la ‘Marsellesa‘ dejaba solo al delantero con un balón magistral. Una zurda, dos goles (asistencia y gol) y tres puntos. El Celta estuvo enchufado en el partido, tuvo ocasiones para sacar más. Pero, al final, se fueron de vacío.