El 2019 del Sporting: Parte 2 – Todo se vuelve a desmoronar
La escalada que el Sporting comenzó en marzo terminó en nada, pero con las bases sentadas para volver a ilusionar a la afición
Anuario 2019 del Real Sporting de Gijón
- Primera parte: Una nueva esperanza en primavera.
- Segunda parte: Todo se vuelve a desmoronar.
- Tercera parte: Un proyecto que suponía un cambio de paradigma.
- Cuarta parte: La irregularidad devuelve las voces críticas.
Todo se vuelve a desmoronar
Antes de que llegara el Oviedo a El Molinón, el Sporting se había preparado para el sprint final del mejor modo posible: habiendo cosechado nueve puntos en los últimos tres partidos. En ataque, el juego de los hombres dirigidos por José Alberto no era vistoso, pero sí efectivo. Con ello se encontraría el Oviedo cuando pisó Gijón, y así le fue. El derbi fue ese partido que podía marcar un punto de inflexión en el devenir de la temporada y la parroquia gijonesa, fiel sabedora de ello, se mostró a la altura. Los jugadores también respondieron y, tras un partido trabado, lleno de derroche y duras disputas, el Sporting se impuso por 1-0 merced a un gol de Álex Alegría.
Antes del comienzo de la jornada 32, el equipo de la Ribera del Piles era décimo, a seis puntos del Mallorca, sexto clasificado. La inercia positiva en la que el club estaba sumido añadía optimismo al viaje que el Sporting tenía que afrontar hasta la Costa del Sol, donde esperaba el Málaga de Muñiz. En la Rosaleda, el Sporting asestó la primera dentellada por medio de un penalti transformado por Djurdjevic. Sin embargo, Blanco Leschuk empataría un partido que pudo llevarse cualquiera a pocos minutos del final. Pareció poco premio para el Sporting, pero salir vivo de un campo como el de los ‘bokerones’ y, sobre todo, la imagen ofrecida, hacían presagiar que la escalada podría tener continuidad. Y así fue.
Esta vez esperaba el Tenerife, sumido en una crisis de juego y resultados que acabaría, a la postre, con Oltra despedido. El Sporting no hizo excesivos alardes pero, aliado con la fortuna, cómodo bailando sobre el alambre y aprovechando al máximo sus ocasiones, volvió a llevarse una nueva victoria. El Granada, situado en ascenso directo, fue la siguiente víctima. El conjunto nazarí llegaba a El Molinón siendo uno de los equipos que mejor fútbol practicaba de toda Segunda División. A la defensa de plata menos goleada le correspondía una delantera nada desdeñable, formada por hombres como Antonio Puertas o Adrián Ramos. Ello, hacía de los granadinos un rival durísimo para el Sporting, que medía así sus posibilidades reales de pelear por la promoción.
A la victoria más ilusionante le acompañó el derrumbe definitivo
Diez segundos tardó Djuka en perforar las mallas de un Rui Silva que sería el «Zamora» de LaLiga SmartBank. Diez segundos que sirvieron al Sporting para imponerse y doblegar, no sin pasar excesivos apuros, a todo un aspirante. A raíz de entonces, el play-off se acercó a tan solo tres puntos que, lamentablemente, no se pudieron remontar.
El Sporting aterrizaría, a la semana siguiente, en Cataluña, para intentar batir a un desahuciado Nástic. Sin embargo, la historia se repitió de manera caprichosa. El ‘Matagigantes’ fracasó cuando más propicia era la situación para golpear la mesa y reventarla, cediendo un rácano empate a cero. Las carencias ofensivas del Sporting se hacían patentes cuando debía llevar la batuta del juego, y José Alberto no pudo hallar remedio alguno para cuando la iniciativa debía llevar color rojiblanco. Al fracaso en Tarragona le acompañarían sendos tropiezos en casa ante Elche y Lugo y, entre ambos, una derrota en Mallorca. Un partido en el que además el Sporting perdería a un Mariño, el principal baluarte sobre el que se había sostenido el equipo.
Ya en recesión, el Sporting renunciaría a cualquier opción en Zaragoza (4-2). Finalmente, el equipo terminaría la temporada volviendo a ceder una derrota en su campo ante el Albacete (0-2) y, descanso mediante tras no viajar a Reus, ganar al Cádiz en El Molinón por un gol a cero. Las ilusiones de El Molinón habían sido destruidas una vez más, pero un entrenador de la casa podría afrontar la siguiente temporada desde cero. Tendría a varios de los jugadores que habían contribuido a los éxitos del mejor filial rojiblanco de la historia. No se había alcanzado la sexta plaza pero, motivos para tener esperanza, había. Y muchos.