Abuelo, el Cádiz lo ha conseguido

¡Viva mi Cádiz, vivan los cadistas y vivan sus cojones!

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Querido abuelo:

Hace tiempo que nos privaron de hablar de lo bueno o lo malo que es el Cádiz -todo en función de los resultados-, aunque hoy toca alabarlo. Han tenido que pasar 14 años desde la última vez que el ‘submarino amarillo’ estaba en la máxima competición del fútbol español. Más de una década desde que el Cádiz empezara un complejo camino hasta Segunda B. Son muchos años en los que «han recibido a cambio, todo un calvario de decepciones», y aun así, «de amarillo se pintan las caras».

Pero, esta vez, lo hemos logrado, abuelo. En mi memoria está difuso aquel recuerdo de cuando el conjunto amarillo se paseaba por los mejores estadios del panorama español. Aunque para eso estabas tú, para elaborar imágenes nítidas de tiempos mejores. Mantengo vivo en un rincón muy preciado la visita del Cádiz al Camp Nou, con derrota: tu equipo frente al de tu ciudad, sin embargo el sentimiento de pertenencia era mayor que cualquier afinidad que tuvieses con el Barça.

En estos últimos años en Segunda División, eran habituales nuestras conversaciones sobre el estado del equipo. Una de tus más preciadas lecciones fue aquella de: «el Cádiz es como una botella de cava, cuando la descorchas sale con fuerza, pero al perder el gas, decae». Empezar la temporada arriba y que siempre llegara el tramo de la temporada donde los de Cervera se desinflaban, y entonces la cadena de empates era demasiado larga como para ascender de forma directa. En ese punto de la temporada es cuando, al ver que sus rivales directos perdían y los ‘nuestros’ no aprovechaban el tropiezo, decíamos -entre risas-: «que malos somos».

Realmente nunca dejaste de ser crítico con este equipo, a pesar de saber que si había un grupo que pudiera devolverle la gloria a la ciudad era este. «Está jugando bien el flaco (José Mari)», volvemos a esa afinidad por cercanía, no digo que no haya hecho una temporada fantástica a sus 32 años, es más bien una cuestión de «barrer para casita». Sentirnos representados por el ‘6’ provocaba que magnificáramos sus actuaciones.

Ver el ascenso del equipo de casa, de casa de mi abuelo, me genera sentimientos encontrados, por el hecho de no comentar los resultados o escuchar el partido en la radio juntos, cuando se podía. Sé que los has disfrutado, allá dónde estés; la herencia de un fuerte sentimiento de aflicción ante estos colores es, en parte, por tu culpa. Viejo, sin ti, quizás no hubiese tenido en tan alta estima a Mágico González cuando era un crío, posiblemente no sabría ni quién era. Sin embargo, tus historias sobre su manera de moverse por el campo me hacían quererlo más que a los Reyes Magos. El día ha llegado, abuelo, y tu Cádiz por fin volverá a enfrentarse a tu FC Barcelona, aunque no te alegrarías de lo que le están haciendo. «¡Por eso viva mi Cádiz, vivan los cadistas y vivan sus cojones!».

Un fuerte abrazo, viejo.

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