El Bayern sufre para ganar la Supercopa de Europa
Los sevillistas rindieron cara su derrota ante un Bayern que se encontró un muro delante y que no pudo ganar la Supercopa de Europa hasta la prórroga.
Los campeones de la Champions League, los campeones de la Europa League y un único objetivo: ser el mejor del viejo continente. El Bayern de Múnich sería puesto a prueba por un Sevilla que ha ido demostrando durante meses ser capaz de hundir a los mejores equipos de cada país. Los bávaros llegaban con un nivel de perfección absoluto y eso indicaba que los mejores de cada competición podrían dar un gran espectáculo por la Supercopa de Europa.
Los errores se pagan caros
El tren alemán iniciaría su empuje sobre el área de los sevillistas desde el primer minuto. Los andaluces empezaban muy dubitativos y eso les podía haber costado un susto muy pronto. A pesar de ello, los gritos de Lopetegui despertarían a los suyos y eso haría que se echara arriba el Sevilla apoyándose por las bandas, ya que la presión del Bayern estaba impidiendo el juego por el centro. Ese ímpetu le llevaría a sacar Rakitic un penalti de Alaba dentro del área, algo que hacía levantar a los 500 aficionados sevillistas en la grada.
Ocampos sería quien ejecutaría la pena máxima frente a un Neuer que ya está acostumbrado a salvar a los suyos en momentos como éste. Lo que no esperaba era el ya clásico engaño del argentino quien tiraría a un lado mientras miraba hacia el otro. No había llegado el encuentro al cuarto de hora y el equipo de Lopetegui ya estaba por delante, algo que iba en contra de todas las previsiones, pero que también haría levantarse con furia a los discípulos de Hansi Flick.
La presión de los alemanes era máxima y el Sevilla se veía obligado a salir a la contra, olvidando por completo su estilo. Müller sería quien podría haber devuelto la igualdad minutos más tardes, pero una gran defensa de Koundé evitaría el tanto del killer del Bayern. Poco a poco los hispalenses iban cediendo metros pero su forma de defender estaba sacando de quicio a un equipo que está acostumbrado a ser el que domina de principio a fin.
Un gol que reactiva todo
Tal y como suele suceder, el empuje constante del equipo bávaro suele tener recompensa y así se vería. Una gran jugada donde Müller pondría un gran centro a Lewandowski, llevaría a recibir solo el delantero pero daría un pase hacia atrás. Goretzka recibiría el esférico sin oposición alguna para tirar a portería de primeras, no dando ninguna opción a Bono.
Desde el tanto del Bayern el partido se abriría más y, en gran medida, sería gracias a las directrices de Lopetegui desde la banda. El técnico vasco les decía a los suyos que salieran de su campo y que volvieran al plan inicial, algo que les daría opciones para intentar marcar otra vez. El tanto del ariete holandés sería invalidado por fuera de juego, pero se veía la reacción de un equipo que se marchaba al descanso con las ganas de buscar ese gol que les pusiera de nuevo por delante.
La vuelta al terreno de juego podría haber puesto un nuevo tanto gracias a un gran centro de Escudero y el remate de Luuk de Jong. Neuer volvía a vestirse de héroe y mandaba el esférico a un saque de esquina, el cual sería la excusa perfecta para los sevillista para encerrar a sus rivales en su área durante varios minutos. El Sevilla sacaba la cara por la que se le ha conocido durante la toda la temporada pasada y su aviso ponía en aviso a los alemanes.
Dos guardametas al máximo
La sorpresa saltaría ante un grandísimo pase de Sané a la espalda de toda la defensa que dejaba a Lewandowski. El delantero jugaría con Müller para evitar a Bono, para después marcar el polaco ante la portería sola. La incredulidad de la defensa sevillista antes la impasividad del linier levantaría un enfado tremendo de todos los jugadores, que recibirían la razón cuando el VAR anularía el tanto de Lewandowski.
El partido estaba más activo que nunca, siendo un toma y daca entre los dos conjuntos que no levantaban el pie del acelerador en ningún momento. La intensidad era máxima y se estaba viendo tanto en los choques entre los jugadores como en las actuaciones de los guardametas, que estaban teniendo bastante trabajo. La reactivación del Sevilla se enfrentaba al poderío de un Bayern que creaba ocasiones con muy poco, algo que se vería en otro tanto anulado a Sané posterior a una supuesta falta de Lewandowski sobre Escudero.
Pero la superioridad del Bayern terminaría imponiéndose una vez más. El único arma del Sevilla volvía a ser el contraataque frente a un campeón de la Champions League que solo hacía una cosa, tirar a puerta. Las manos de Bono eran lo único que estaba impidiendo que el conjunto bávaro se pusiera por delante y los minutos finales estaban metiéndole más prisa al Bayern que al equipo andaluz. La paciencia del equipo de Lopetegui podía haber tenido su recompensa en los últimos minutos pero Neuer volvería a sacar sus manos en el uno contra uno de nuevo.
Martínez se viste de héroe
El encuentro no terminaba de declinarse hacia un lado y el pitido del colegiado inglés llevaría a los aficionados desplazados a poder disfrutar de la media hora de prórroga. Pero lo que se había visto en los últimos minutos de los 90 minutos principales, se vería de nuevo en el comienzo de la prórroga. El Sevilla había salido con todo y en dos ocasiones podría haberse adelantado, de no ser por el gran muro que había defendiendo los palos del Bayern.
Pero lo que no esperaba ningún aficionado sevillista sería ver cómo uno de los últimos en ingresar echaría por tierra todo el trabajo defensivo de su equipo. En un rechace de un saque de esquina, Alaba tiraba cuando todo el mundo salía del área para encontrarse con el portero marroquí una vez más. La mala suerte llevaría el balón a la cabeza de Javi Martínez, quien remataría ante un Bono vencido que vería cómo entraba el esférico.
El Sevilla iba a tratar de buscar a la desesperada la épica en los segundos quince minutos de prórroga. Las fuerzas ya eran escasas pero las ganas por no volver a caer una vez más en los últimos minutos en esta competición harían que buscaran el tanto del empate. Pero el Bayern tenía más energía en la recámara y sería más su ímpetu por cerrar el partido que las ganas por el empate lo que llevarían al equipo de Flick a ser campeón de la Supercopa de Europa.
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