Un club de chirigota
El Real Zaragoza está viviendo estos días un auténtico esperpento indigno de una entidad de su altura
Creo que absolutamente todo el mundo en el entorno del Real Zaragoza da por buena y necesaria la destitución de Rubén Baraja como su entrenador. Independientemente del juicio que se haga de la confección de la plantilla, el técnico vallisoletano ha sido un entrenador totalmente fallido como otros tantos. Pero lo que no es de recibo es lo que está ocurriendo desde hace dos días en un club como el Real Zaragoza.
Desde el momento del cese de Baraja, apareció el nombre de Víctor Fernández. Nadie va a ocultar, pero absolutamente nadie, que el entrenador es historia viva del Real Zaragoza. Que el año pasado una pandemia probablemente frustró un ascenso con el que casi todo el mundo contaba. Pero tampoco conviene olvidar que en la reanudación su equipo fue de los peores de toda la liga de plata y que de haber ocurrido lo mismo con otro entrenador, ese hubiese sido cesado sin ningún género de dudas.
Tampoco conviene olvidar que a pesar de tener las puertas totalmente abiertas para continuar, Víctor Fernández dijo que no al Real Zaragoza. Por eso que ahora salga su abogado y representante, el señor Julio Beltrán a decir que nunca se ha negado a volver, es cuanto menos irónico. Sobre todo porque para volver pone unas condiciones que sabe que implican la salida o cese de funciones de Lalo Arantegui como director deportivo.
La figura del director deportivo no está exenta de responsabilidad y eso lo saben en todos los estamentos del club. Desde el socio, hasta el presidente. La plantilla que ha configurado no parece sirve para pelear por el ascenso y eso es exclusivamente culpa suya. Pero lo que debe hacer entonces el Consejo es cesarle a él; no buscar que Víctor Fernández, como hacen parece que a espaldas de Lalo Arantegui, vuelva como salvador y con plenos poderes deportivos.
Además este ejercicio de genuflexión a un Víctor Fernández que solo hace dos meses y medio te dijo que no, deja a un club como el Real Zaragoza a la altura del barro. No puede rebajarse a esos niveles a los que el zaragozano está buscando baje para poder volver como a él quiere volver; mandando y con todos acatando sus órdenes.
También deja mal a Iván Martínez que no tiene culpa de nada de lo que está sucediendo. Le deja mal porque se le tiene cuestionado sin apenas haber dirigido un par de entrenamientos, ya que el hecho de que el club quiera traer de vuelta a Víctor Fernández habla de que no hay confianza en él. El ahora ya técnico del primer equipo será el encargado de dirigir al equipo, mientras los resultados lo sostengan y se merece confianza en él.
Por favor, señores dirigentes del Real Zaragoza les hago un ruego. Cesen a Lalo Arantegui y pongan a Víctor Fernández con plenos poderes si es lo que quieren; o dejen al director deportivo trabajar y que arrope y apoye al nuevo entrenador. Pero dejen de ir cada uno por su lado y poner a un club como el Real Zaragoza a la altura de una chirigota.