Los sevillistas ponen la directa

Dos de los grandes equipos de LaLiga Santander se veían las caras en tierras sevillanas para dar comienzo a las semifinales de la Copa del Rey. El Sevilla quería tener su primera final de la temporada y para ello tendría que intentar hacer una gran ida, para así no sufrir demasiado en el Camp Nou. Los de Koeman sabían que era importante imponer su estilo y pondría toda la artillería pesada sobre el césped.

Koundé toma el mando

Ambos conjuntos parecerían calcamonías desde un comienzo. Todos presionaban arriba la salida de balón y trataban de retener e imponer su ritmo. Los estilos no eran muy distintos y los mínimos detalles podían marcar la diferencia en los últimos metros. Los dos equipos sabían que sería una larga eliminatoria y no arriesgaban demasiado, pero el Barcelona parecía más incisivo a priori ya que Bono tendría que sacar un mano a mano con Messi que podía cambiar la eliminatoria muy pronto.

Los sevillistas conseguían salir y generar cierto peligro, pero el control estaba terminando cada vez más en los pies blaugranas. Sin embargo, Koundé se vestiría de Messi y haría una jugada para el recuerdo. El central saldría desde atrás incorporándose al ataque e iría regateando uno a uno a sus rivales. Finalmente se pondría frente a Ter Stegen y Koundé no dudaría en superar al alemán, poniendo el primer tanto en el marcador.

Con el tanto del central francés, el Sevilla empezaría a controlar el esférico y el partido sería totalmente distinto a lo visto hasta ahora. La seguridad defensiva sevillista y el dominio sobre el balón les estaba dando muchas más opciones para que llegase su segundo tanto que el propio empate. Al borde del descanso Ter Stegen tendría que sacar una buena mano, dejando un fiel reflejo del paso adelante que había dado el Sevilla.

El Sevilla espera para rematar al Barça

Con la reanudación se vería a dos equipos más verticales y más incisivos. Las defensas y los cancerberos tenían que afinar y parecía que podía llegar un gol en cualquier momento. Bono era quien estaba teniendo más trabajo ya que, Messi de jugada y Dembélé de gol olímpico, pondrían a prueba al guardameta marroquí.

El partido estaba subiendo de temperatura, tal y como se verían en el rifirrafe entre Messi y Jordán, y era la viva imagen de dos equipos que luchaban por llegar a la gran final. El Barça se estaba desesperando ante su falta de acierto y la gran defensa que estaba realizando el Sevilla. Los de Lopetegui se sentían cómodos y estaban esperando su momento, como hicieron en la primera mitad, pero esta vez no parecía que los culés quisieran soltarla.

La polémica llegaría con una jugada entre Suso y Jordi Alba. El culé caía dentro del área pero Mateu Lahoz marcaba la falta fuera, algo que protestaban los blaugranas pidiendo que fuera a revisarlo al monitor del VAR. Los minutos finales se aproximaban y los de Koeman se estaban viendo presionados por ir por detrás, pero el problema era que nadie conseguía batir a un segurísimo Bono. Lo sorprendente era que el técnico holandés no había realizado ningún cambio, algo que no parecía ser positivo para cambiar la dinámica del encuentro.

Los sevillistas sabían que su momento terminaría llegando y el recién ingresado Óliver Torres lo tendría en sus pies. El mediocentro vería un gran desmarque de Rakitic, quien saldría a la carrera para encarar a su antiguo compañero Ter Stegen. Con templanza y mirando si era mejor tirar o un pase al medio para sus compañeros, terminaría decidiéndose por poner el balón en el mondo de la portería para darle una gran ventaja a los suyos de cara a la vuelta en el Camp Nou.