Haaland apaga el fuego sevillista
Una eliminatoria donde los sevillistas lucharon hasta el final, dejaría al Borussia como victorioso en un empate a dos que dejó de nuevo una gran imagen del Sevilla.
Una eliminatoria que, a priori, parecía estar hecha para el Borussia Dortmund. Una vuelta de octavos de final de Champions donde el Sevilla debía darle la vuelta al 2-3 en su estadio. En definitiva, una guerra por completo entre el conjunto de Terzic y de Lopetegui por intentar llegar a los cuartos de final de la competición de clubes más exigente.
Una ola sevillista que surfea Haaland
Los sevillistas eran conscientes de la dificultad de remontar, por lo que saldrían con un nivel de agresividad poco habitual en ellos y con la vista puesta siempre en salir hacia arriba, ya fuera para atacar o para presionar desde la línea defensiva rival. El Borussia no hacía otra cosa que defenderse, viéndose apabullado por la rapidez y ocasiones del Sevilla. La sensación era clara, los de Lopetegui podían remontar si mantenían ese nivel, pero eran solo los primeros minutos todavía.
Aquel Dortmund que arrolló en el Sánchez-Pizjuán parecía haber perdido su magia, al igual que el Sevilla volvía a jugar como el que plantó cara al Bayern de Múnich en la Supercopa de Europa. Habían cambiado las tornas y el conjunto alemán no estaba sabiendo aprovechar ni sus contraataques, aquel arma que hizo tanto daño en la ida.
Lo que nadie esperaba, ni el propio Terzic, era la sorpresa que darían Reus y Haaland. En un robo a Suso, quien se quejaba de falta en la acción, la ofensiva del Borussia se lanzaría para dar la sorpresa y combinar entre el alemán y el noruego. Haaland adelantaría a los suyos, golpeando con fuerza a un Sevilla que creía en la remontada, pero que se veía cómo este tanto les ponía el pase aún más difícil.
Haaland sentencia
La salida del túnel de vestuarios, tras el descanso, sería una locura en toda regla. Entre que Haaland pedía un penalti inexistente, el noruego aprovecharía para hacer una jugada individual donde se marcharía de Diego Carlos, siendo tumbado por el delantero, y marcando posteriormente. El VAR llamaría al colegiado turco por este derribo precisamente y, tras consultar durante mucho rato la jugada, terminaría pitando aquel penalti que nadie recordaba ya.
Todo estaba siendo un golpe tras golpe a los sevillistas y, cuando parecía que Bono era el héroe de la noche, Çakir pitaría de nuevo el penalti porque el marroquí estaba adelantado. Haaland volvería a tener una nueva oportunidad y, aunque lo adivinaría de nuevo, no podría detener el esférico. La polémica llegaría cuando el delantero iría a decirle algo al portero en la celebración y todos los sevillistas irían a por el ariete por la acción.
Lopetegui haría algunos cambios buscando su milagro, pero en su mente sabía que era muy difícil meter tres goles para ir a la prórroga. La siguiente jugada peligrosa tras estos cambios la tendría precisamente el Papu Gómez, quien había entrado para revolucionar el partido, y sería el momento en que Terzic se daría cuenta que un gol de los andaluces podía dar rienda suelta a la posible remontada.
Remar para morir en la orilla
Una acción de las menos peligrosas sería la que daría alas a los sevillistas. Emre Can empujaba al suelo a De Jong en el área y el colegiado no dudaba en decretar la pena máxima. En-Nesyri, con toda la calma del mundo, rompería el esférico para ponerlo en la escuadra derecha de Hitz. El portero solo sería un mero observador del obús que le había tirado el marroquí, quien cogería el esférico para intentar remontar en los 20 minutos restantes.
La tensión era máxima sobre el césped y, entre los nervios de los sevillistas y la agresividad alemana, los jugadores estaban constantemente en algún encontronazo. Desde los banquillos se exigía el máximo a todos los jugadores y los del Borussia, como era normal, trataban de perder todo el tiempo posible en cada roce mínimo con los pupilos de Lopetegui.
A pesar de los muchos minutos de añadido que habría, los sevillistas conseguirían meter ese segundo tanto que, supuestamente, metiera toda la presión al Borussia en el último minuto. Aquello quedaría en nada y dejaría a los alemanes como victoriosos. Unos octavos de final de máxima intensidad, con todo la carne en el asador y con una nueva demostración de Haaland, aunque a veces de malas maneras, sobre por qué es uno de los mejores delanteros en la actualidad.