El Zaragoza no entiende de homenajes
Los goles de Jaume Grau e Iván Azón aguan la fiesta del Real Sporting de Gijón, que este domingo conmemoraba el cuarto año del fallecimiento de Enrique Castro 'Quini'
Ni por Ucrania, ni por ‘Quini’, ni por Josep Lluís Martí. El Molinón tenía muchos motivos para tomarse una cerveza este domingo, para celebrar una victoria, para convertir el partido de liga en toda una fiesta. El Real Zaragoza tenía otras intenciones. En un encuentro marcado por una exagerada igualdad, Jaume Grau fue el factor diferencial que se encargó de romper las tablas. No solo anotó el primer gol de la victoria maña, sino que también cubrió los huecos que Lluís López y Jair dejaban en el centro de la zaga como si del más experimentado defensa se tratara. En una recta final de infarto, Djuka empató, solo para que Azón vertiera un jarro de agua congelada sobre la afición asturiana segundos después.
No a la guerra
Es un fin de semana enrarecido. El fútbol no da solo espacio a la fiesta, sino también a la reivindicación. Ya ocurrió en el Estadio Diego Armando Maradona, en el London Stadium o en Goodison Park, entre otros campos de alrededor del mundo. «No a la guerra», se podía leer en pancartas en El Molinón. Desde que Vladimir Putin anunciara el inicio de una operación militar en Ucrania, todo el mundo tiene la vista puesta en el Este de Europa. El exentrenador del FC Barcelona y actual seleccionador femenino de la nación asediada, Lluís Cortés, ya explicó la odisea que vivió para salir de Kíev y llegar hasta Polonia, pero muchas familias no tienen la misma suerte.
Desolados por la situación que se está viviendo en su país y preocupados por el estado de sus familias, Kravets y Bogdan Milovanov partían como titulares en la escuadra asturiana. Especial es el caso del lateral izquierdo. Se ponía en duda su presencia después de que pidiera no entrenarse el viernes. Llegó a explicar que le gustaría viajar a Ucrania para ayudar y defender a sus compatriotas. Aún en tierras españolas, por el momento, iba a tener la oportunidad de defender la camiseta rojiblanca. El público era consciente de su compromiso y le brindó una sonora ronda de aplausos en el primer balón claro que tocó. Kravets quería darlo todo y su marcaje sobre Bermejo era impecable.
Jaume no entiende de homenajes
A pesar del contexto geopolítico, este partido se jugaba en una fecha señalada para los sportinguistas. En el presente 27 de febrero se conmemora el cuarto aniversario del fallecimiento de Enrique Castro ‘Quini’, leyenda que da nombre al estadio de Gijón. «Ahora, ahora, ahora, Quini, ahora». Los cánticos ensordecedores informaron a cualquier despistado de que este domingo también se iba a celebrar la vida de un héroe. No obstante, el Real Zaragoza no estaba dispuesto a ceder los tres puntos por solidaridad.
Si bien fue el Sporting el primero en acercarse a la portería contraria con dos disparos lejanos, el conjunto maño tenía en Jaume Grau un seguro de vida para cubrir cualquier imprecisión de su pareja de centrales. Y no solo de sus compañeros. En una saque de esquina, Jair no pudo rematar el esférico, error que despistó a Mariño. El guardameta tampoco desvió la trayectoria del centro, por lo que la pelota rebotó en el área pequeña sin que nadie le hiciera caso. En el segundo palo aguardaba Jaume, libre de marca. Con el pecho, introdujo el balón en la portería. Segunda jornada consecutiva marcando para el joven cedido por Osasuna.
Si bien fue Kravets el protagonista de los primeros minutos del duelo, su compatriota en la banda derecha no quería ser menos. Jair despejó de manera temeraria un centro de Jony. El rechace cayó a pies de Bogdan. El ucraniano recortó, preparó su zurda y enganchó un chute lleno de rabia que se estrelló en el poste izquierdo de Cristian Álvarez. El luminoso no se volvería a mover antes del descanso. El Sporting presentaba un esquema ordenado y estructurado, pero aún en fase de adaptación a la voluntad de Josep Lluís Martí. Por su parte, el Zaragoza primaba la potencia física y la velocidad para hacer daño al contragolpe aprovechando los fallos del oponente.
Mariño contra Cristian Álvarez
Los dos equipos se olvidaron de prolegómenos y salieron de los camerinos dispuestos a darlo todo. Fue en este arranque que los porteros cogieron protagonismo. De ellos depende la seguridad de la línea defensiva y la moral de la plantilla al completo. Actúan como un capitán en la sombra. Y Cristian Álvarez demostró por qué también ostenta el brazalete ante los ojos de los aficionados. Los centros laterales de Kravets y Bogdan, un chute lejano de Aitor García y el desborde de José Luis Rodríguez, un revolucionario entrado en la segunda mitad. El Sporting disfrutó de numerosas oportunidades para empatar el marcador, pero siempre se topó con Cristian Álvarez o con un atento Lluís López. Y cuando no eran ellos los que intervenían, el cancerbero se encargaba de aúpar y calmar a los suyos.
En la otra portería, la situación era antónima. Si bien los de Martí se convirtieron en un incisivo puñal ofensivo desde la entrada del ‘Puma’ Rodríguez, en defensa sufrían de lo lindo. Un mal control de Borja López propició que Bermejo le quitara el balón y que Eugeni pusiera a prueba los reflejos de Mariño con un derechazo tremebundo. En la jugada posterior, el portero rojiblanco dejó la pelota muerta tras parar un disparo lejano, una acción que ya se había repetido antes. El ataque maño no consiguió aprovechar los presentes, pero seguridad no es precisamente la palabra que definiría la sensación que transmitía la defensa asturiana. El partido se enfrío a partir de este momento, pero Vada aún tuvo tiempo de estrellar un balón contra el larguero.
Cuando todo parecía listo para sentencia, el Real Sporting igualó el marcador. La defensa zaragozana no pudo despejar un centro de José Luis Rodríguez; Gaspar Campos bajó el esférico y Djuka dio el empujón necesario para que la pelota atravesara la línea de gol. El Molinón entraba en éxtasis. Nadie esperaba el jarro de agua congelada que se vertería a continuación. El Zaragoza sacó de centro, perdió el balón, pero consiguió volver a hacerse con él en cuestión de segundos. Se lanzó un pase largó que Berrocal intentó quitarse de encima, sin demasiado éxito. El rechace cayó en Iván Azón; Mariño salió del área para encararlo, Azón lo dribló. Tenía vía libre para anotar. Y no falló. Del 0 a 1 se había pasado al 1 a 1 y, ahora, al 1 a 2. El corazón de los aficionados asturianos no podía aguantar esta montaña rusa de emociones.
El partido terminó con victoria visitante por 1 a 2. En un duelo marcado por la igualdad, un Jaume Grau superlativo se encargó de frenar los envites rivales y de anotar el primer gol de los maños. Djuka igualó el marcador en una recta final de infarto, pero Azón propició la puñalada final para asegurarse de que el botín viaje a Aragón. De esta manera, el Real Zaragoza asciende hasta la decimoquinta posición, con 36 puntos. Por su parte, el Real Sporting se irá a merendar decimosexto, con 35 puntos.