Quini ye Dios… ¡Y punto!
El sportinguismo llora la pérdida de su mayor ídolo y figura al que un infarto le negó la posibilidad de seguir viviendo a los 68 años de edad
Antes de todo quiero decir este texto es, desde que hace aproximadamente ocho años comencé a escribir en diversos medios, el más difícil de escribir de largo. Quiero pedir perdón por las palabras posiblemente inventadas. Por las frases repetidas e incluso mal redactadas. He escrito este texto sobre Quini tal y como lo sentía. Sin pararme a revisar porque la intención del mismo es que sea espontáneo.
Ha muerto Quini. Tres palabras que ningún sportinguista quisiera nunca oír, pero que la pasada noche se hicieron virales a la par que reales. Tres palabras, a cada cual más dura, que son un puñal en lo más profundo del corazón de cada aficionado rojiblanco.
Porque para un sportinguista Quini es lo mismo, nunca menos, que un dios. Una deidad a la que se alababa en vida y que no lo será menos tras la muerte. Porque Quini no es solo una leyenda del Real Sporting de Gijón como jugador. Quini lo es TODO en el Real Sporting de Gijón. Es su mejor jugador en la historia, su máximo goleador, su delegado siempre afable con los árbitros, la persona del club que recibía y tenía todos los gestos posibles con los rivales. Porque el Sporting no hubiese sido, es y será lo que es sin Quini.
Quini era, y jode mucho tener que expresarlo en pasado, la sonrisa del Sporting. Porque Quini era la persona que nunca te negaba eso, la sonrisa. Era a quien le pedías una foto y daba igual lo ocupado que estuviera, siempre se paraba para sacársela. Le pedías ayuda para cualquier cosa y si podía te ayudaba sin pedir nada a cambio. Porque la sonrisa y el tiempo para todos Quini siempre los tuvo. Era una virtud humana suya cada vez más escasa en este mundo.
Porque la grandeza de Quini es la de un tipo que tras ser secuestrado perdonó a sus secuestradores. Lo hizo a pesar de sufrir un auténtico calvario durante veinticinco días. Pero no titubeó para otorgarles su perdón. Es la de un tipo que vivió la pérdida de un hermano como un héroe. Ahogado por salvar la vida a dos niños en una playa en Pechón. Manda huevos que precisamente Quini se nos vaya una semana después de que su hermano obtuviese el reconocimiento que se merecía con el renombre la puerta número 1 de El Molinón. Un tipo de los más grandes que superó dos veces un cáncer de garganta que amenazó gravemente su vida. Todo eso lo superó. Pero ayer su corazón dijo basta a los 68 años.
Ahora podrá reunirse con otros grandes del fútbol y del sportinguismo. Allá en el cielo, porque una persona como Quini se ganó el cielo hace muchos años, le esperan entre muchos otros, su hermano, Jesús Castro, y Manolo Preciado. Poco más de cinco años después de la muerte del entrenador cántabro, el sportinguismo vuelve a estar conmocionado. Ahora todos volverán a estar juntos allá arriba. Como lo estuvieron durante años en el campo o en el banquillo. Desde allá arriba puxarán más que nadie para que el Sporting logre este año el ascenso.
Seguro que el ‘Brujo‘ haría suya una de las frases más recordadas del cántabro. Y es que mañana saldrá el sol. Porque aunque Quini ye dios, esto sigue. Y aunque los sportinguistas lo haremos más jodidos que nunca, tiraremos hacia adelante. Me cuesta expresarlo en palabras propias. Por lo que recurriré a la canción “Los años dorados” de Los Maurizios: “Eran las tardes de Sporting de antes y las que nos quedarán por vivir”. A lo que yo añado; con Quini viéndolo siempre desde el cielo.