Athletic Club 0-1 Formentera: las luces de Bilbao
Un Athletic calamitoso se despide de la Copa frente al Formentera en su estadio
Luces de navidad se encendían en la villa de Bilbao. Luces que siempre indican la cercanía de la que para muchos es la cercanía de la mejor época del año. Una celebración que, pese a estar totalmente relacionada con la religión, no ha sido disfrutada por los seguidores de San Mamés.
En ningún momento de la eliminatoria se demostró la desigualdad de categoría de los equipos. El Formentera, equipo dignísimo que ya le puso las cosas difíciles en las islas a los rojiblancos, acudía como una pandilla de amigos acude a un desafío en el que no tienen nada que perder. En fin, que salieron al campo con ánimo y motivación.
Por su parte, el Athletic, que de rojiblanco no tiene nada en el aspecto figurado, porque no tienen sangre y su futuro más bien parece de color negro oscuro. Tras ridículos como el cometido contra el Zorya, parecía imposible que este equipo pudiera caer más bajo, pero efectivamente así ha sido.
El partido comenzó como se preveía, dominio de los de José Ángel Ziganda (que puede tener las horas contadas como entrenador del Athletic) en lo que a posesión se refiere, pero sin ninguna profundidad ni peligro. Los centros, los pases no se concretaban y, aunque parecía haber esfuerzo por parte del Athletic, no salía la calidad que supuestamente tiene este equipo. Williams en punta, jugadores no habituales como Aketxe y Sabin en el once, pero con Aduriz y Raúl García en el banquillo por si las moscas. El Formentera, con un ex león como el basauritarra Joseba Garmendia, mostró sus intenciones, de tratar de hacerlo lo mejor posible e intentar disfrutar de la experiencia.
En toda la primera parte no hubo nada que resaltar. Apenas se notó la ofensiva de los visitantes (que no era tampoco necesario), mientras que las ocasiones estuvieron bastantes veces protagonizadas por Williams y Córdoba, pero que no dio para más.
La segunda parte empezó con la misma dinámica de la primera, se esperaba un paso adelante para tratar de hacer a los escasos aficionados que habían acudido con toda esta lluvia. Los pitos comenzaban, y no eran ni la mitad de lo que les esperaba. Un cabezazo ligero de Aketxe y otra ocasión de Williams fueron lo único reseñable antes de que entrase Aduriz con la intención de que, ante la parsimonia de estos, pero no fue posible.
Los minutos transcurrían lentamente, sin fuerza, casi dando a entender lo que tarde o temprano iba a ocurrir. Luces, pero de emergencia, fueron las que se pusieron en marcha en la última media hora. Omar ya avisó con un disparo potente pero que se fue a la grada. Aduriz tuvo precisamente después de esta ocasión la que sería más clara para el Athletic esta noche de miércoles. Un incomprensible error del portero Contreras dejó al goleador con un balón tan sencillo como inesperado, que no fue capaz de aprovechar ni en primera ni en segunda instancia.
El partido siguió adelante igual, valga la pena mencionar la ovación que recibió Garmendia al ser sustituido. Irónicamente, muchos pudieron pensar hoy en San Mamés que fue el mejor león en el terreno de juego. También saltaron al mismo Iturraspe y Raúl García, a pesar de tener un enfrentamiento tan importante este fin de semana, por unos desaparecidos Mikel Vesga y Aketxe.
Llegaron los diez minutos finales, los minutos en el que las fuerzas se equilibran y en los que todas las cartas están sobre la mesa. Parecía mentira, pero un 2ºB atenazaba a un 1º local. Nada que perder, todo que ganar, ahí fue cuando se demostró lo que de verdad hace falta para ganar un partido. Primero una ocasión muy clara de Liñán a la que respondió bien Iago Herrerín, tal vez el mejor jugador local, no por buena actuación propia, sino por la mala actuación de los demás.
Minuto 90. El Athletic, pese a estar a un gol de la eliminación, se suponía vencedor de esta eliminatoria, tan solo por la inercia de que pasaran los segundos. No fue así. Una falta concedida a segundos del 93´ acabó en un despeje horrible de Íñigo Lekue que permitió a los insulares disponer de una última ocasión. Con el portero en el área, se sacó, y el balón de repente estaba dentro de la portería. Muñiz había cabeceado, absolutamente solo, un balón que tuvo doble significado: proeza y ridículo.
No hace falta mucha explicación para saber lo que ambos equipos sintieron. La verdad es que la dinámica de los locales posibilitaba un resultado así, pero no algo así. Algo verdaderamente vergonzoso para los bilbaínos y que supuso una euforia inconteniblepara los formenterenses.
Negras nubes se ciernen en el cielo de Bilbao, y no son aquellas que provocan lluvia y que tapan el sol, sino aquellas que no ofrecen luz al futuro del que es, más allá de cualquier celebración, su mayor símbolo de identidad. La navidad ya tiene sus luces, el Athletic Club ha perdido las suyas.