El Barça reina en la polémica
El Barça se lleva la victoria por 78-87 del WiZink Center en un duro partido marcado por las revisiones y las decisiones arbitrales.
El Barça saca la victoria del WiZink Center por 78-87 en un partido muy duro y trabado, marcado por las decisiones arbitrales, y que fue una oda a la variedad baloncestística ofrecida.
El partido empezó con ese tópico de siempre, el de «cada pérdida se iba a castigar». Y así iba a ser. En un primer cuarto atípico, con anotación y defensas de NBA, el Barça demostró que quería ir a otro ritmo. Le costaba a un Real Madrid que sobrevivía gracias a un imperial Walter Tavares. En ese ritmo altísimo, dominaban de todas formas los blancos en el 14-12 tras cinco minutos de juego.
Las pérdidas estaban determinando la balanza. El Madrid las cometía a pares y el FC Barcelona se mostraba casi impoluto en ese apartado estadístico. Esto, unido a unos grandes minutos de Jan Vesely y Nikola Mirotic, cambiaban de tercio un marcador al que se agarraba la fuerza de la naturaleza llamada Guerschon Yabusele. Serían los blaugranas los que se llevarían el primer acto con el 26-28.
Y hasta aquí llego el jogo bonito, que dirían los brasileños, y apareció lo que todo espectador del WiZink Center esperaba: la defensa. Aumentó la exigencia física en las rotaciones, obligando al ritmo anotador a estamparse. El Real Madrid se precipitaba ante la telaraña defensiva entramada por Sarunas Jasikevicius. El rebote, esa batalla que siempre suelen ganar los blancos, caía también del lado culé, acrecentando la urgencia local.
La tensión en el parqué y en las gradas aumentaba, sobre todo con cada pitido arbitral. El partido pasaba de un baile alegre y colorido ofensivo a una partida de ajedrez en el que controlar cada detalle. Pero Tavares y Dzanan Musa, con la locura que se les atañe a los genios, alocaron un clásico ya loco de por si, hasta el 41-39 a falta de 1:20. Y, cuando todo apuntaba a la cordura, de nuevo él, Sergio Llull, para poner el pie a todo el respetable con una de sus mandarinas desde el medio del campo para sentar el final de la primera mitad en el 44-42.
El tercer cuarto volvió con un ritmo un tanto cansino, en el que el Barça se movía como pez en el agua. Mirotic se puso en modo MVP y tiró del equipo arriba. Pero la locura que tanto le gusta al Real Madrid volvía de nuevo al parqué, ejemplificada en un Nigel Williams-Goss que cambiaba a golpe de timón el rumbo del cuarto.
Los polos opuestos del baloncesto, cara a cara. Jasikevicius conseguía poco a poco devolver a su equipo al raciocinio, y el partido lo adolió, con el Real Madrid metido de lleno en una montaña rusa de sensaciones. Sube y baja que se saldaba con victoria momentánea al final de los terceros diez minutos para los blaugranas en el 57-62.
Tras tres cuartos totalmente diferentes, se esperaba que el último acto presentase la misma tesitura. Y aunque, de inicio, se mostró la versión más napoleónica de Vincent Poirier, el Barça metería el juego en cloroformo. El partido, calentándose por momentos, tenía en Oscar da Silva a un protagonista inesperado en la pelea por el rebote, que a la larga sería definitiva.
Sin Nikola Mirotic, pero con Nicolás Laprovittola y Cory Higgins, el Barça daba pasos hacia una trabajada victoria. Era el norteamericano el que daba un primer golpe en el 67-74 a falta de 4:20, y dio la rematada con el 73-82 a falta de 1:43. Ni los IRS cambiaron el destino de un partido que dará mucho que hablar por acciones diversas arbitrales sobre el parqué. Los blaugranas se suman al carro del primer puesto.
