El Burgos conquista el Tartiere
Un gol de Atienza fue suficiente para que el Burgos se llevase los tres puntos del Tartiere después de un partido marcado por el rigor táctico de los visitantes.
Con las únicas novedades en el once de Grego Sierra, formando retaguardia de tres, Matos y Mourad, en la punta de ataque, el Burgos saltó al verde carbayón espoleado por el aliento de su gente, indiscutible gobierno en lo alto del fondo sur.
Así, a los 8 minutos, Goldar percutió con la cabeza un envío desde la esquina y acarició el primero de la tarde. El gallego había salvado poco antes una internada de Manu Vallejo, aunque el atacante local estaba en fuera de juego.
Fue lo único del Real Oviedo en una primera mitad dominada en el peligro y la insistencia por el equipo burgalés que, vestido todo de fucsia, tuvo incluso tiempo para las filigranas: como un espectacular caño de mágico Atienza al cuarto de hora de juego que levantó al público visitante de sus asientos. Precisamente, el futbolista madrileño recibiría una fea entrada de Jimmy en el 20, que Guzmán Mansilla sancionaría con la primera tarjeta del partido.
En el 21, Gaspar exigió con una volea durísima una gran atrapada del francés Quentin Braat. Y al poco, en otra jugada de equipo, Areso se animaba por la diestra a tirar otro túnel, para sentar a su par y buscar a Gaspar, que le sirvió a Matos una ocasión de sonido gol. El disparo del utrerano lo tapó Lucas in extremis.
Al filo del descanso, el lateral zurdo del Burgos pediría penalti por un empujón cuando encaraba puerta. Nada que objetar para Guzmán Mansilla. Como no queriendo atender a la queja, de nuevo Gaspar Campos –espléndida primera parte del guaje gijonés, extramotivado– catapultaba un venenoso disparo desde media distancia que a punto estaba de sorprender a Braat. Sujetado y anulado en fase ofensiva, el equipo de Álvaro Cervera no apareció por el área de Caro en toda la primera parte.
El segundo acto arrancó igual, con el Burgos apretando en campo rival. Matos le puso una bola buenísima a Mou. El remate del hispano-marroquí se quedó encajado en las piernas de un rival. El Oviedo tuvo otro acercamiento, pero si alguien merecía el gol era el cuadro burgalés.
Y lo acabaría consiguiendo. En el minuto 50, Areso encarriló por enésima vez una carrera en tren. El expreso de Cascante amagó un golpeo y se marchó de Abel Bretones. Apurando la línea de fondo, colgó la pelota al área pequeña donde apareció, con la testa, mágico Atienza para perforar las mallas y hacer estallar al fondo sur.
El tanto desesperó al Oviedo. Rodri Tarín vio otra tarjeta por otra dura entrada y Sergi Enrich fue expulsado con roja directa en el 55 por protestar de forma reiterada y sucesiva al linier, primero y después, al colegiado.
El Burgos agarró la pelota. La afición burgalesista empezó a cantar olés. Luismi le dejaba los tacos por en el tobillo a Matos y era amonestado.
En el 69, Calero dio entrada a Curro Sánchez por Mourad. Minutos, por fin, para el mediapunta onubense, tras perderse el duelo frente a Las Palmas.
En el 78, Bermejo dejó su sitio a Valcarce y Mumo entró por Gaspar.
A pesar de jugar con uno menos, las urgencias empujaron al Oviedo a buscar con ahínco el empate. Rodri Tarín pudo lograrlo en una bola que se estrelló en la cruceta. Churripi le salvó otro gol a Leo Sequeira. Pero el Burgos también pudo sentenciar en varias ocasiones. Elgezabal, Curro Sánchez o Valcarce tuvieron sendos tanto en sus botas. Antes, Fran García había entrado por Matos y Raúl Navarro por Areso.
Nada se movió. Al fin, tres puntos. Valió el cabezazo de mágico Atienza. 43 puntos para, hipnotizados por la magia, seguir soñando.