El caso de Vinicius y un problema social que trasciende lo futbolístico
Los insultos racistas al brasileño ya se han convertido en algo constante sin que La Liga intervenga
“Al menos el puto negro no nos ha marcado” fueron las lamentables palabras que se colaron en la retransmisión de la victoria del Real Madrid en El Sadar. Una frase de un aficionado que, como cabría esperar, hace referencia a Vinicius Jr, una vez que el partido ya estaba llegando a sus últimos compases. Una frase lamentable que, por desgracia, ya ha dejado de sorprender por convertirse en algo habitual.
Y es que a lo largo de las últimas semanas el futbolista brasileño está sufriendo una persecución que pocas veces se había visto en la historia reciente de La Liga. Si bien es cierto que Cristiano Ronaldo estaba en el ojo del huracán en todos los estadios españoles que visitaba con el conjunto blanco cada fin de semana, el asunto de Vinicius ha adquirido unos tintes que traspasan lo futbolístico y evidencian un más que latente problema social.
El fútbol y la sociedad española, en evidencia
Desde su visita al Estadio José Zorrilla a finales del año pasado, el futbolista brasileño no ha realizado una visita a ningún campo español en la que no se hayan escuchado descalificativos racistas que, por cierto, dicen mucho más de quien los enuncia que de quien los recibe. Y ante todo esto surgen varias preguntas ¿por qué Vinicius? ¿cómo se detiene esto? ¿hacen los clubes y La Liga lo suficiente para acabar con este problema?
A pesar de que el futbolista brasileño recibe insultos racistas en cada estadio español al que visita, muchos argumentan aún a día de hoy que no es un problema de racismo, y que son actitudes que vienen dadas por la actitud provocativa que Vinicius. Un argumento que sustentan en gestos, bailes o respuestas a sus rivales tras una larga sucesión de patadas, insultos y provocaciones. Como si el brasileño fuera el primer jugador de la historia que baila al celebrar un gol o que responde a los insultos.
Pero es que, aunque así fuera, negar que estamos ante un caso de racismo es ponerse una venda ante una realidad más que tangible. No importa la justificación, ni los motivos que consideres suficientes para utilizar determinados calificativos. Y es que por muy mal que te parezcan sus actitudes dentro o fuera del terreno de juego, realizar cualquier tipo de agresión racista o, del mismo modo, justificarla, te convierte, aunque no lo creas, en alguien racista.
Una situación que se ha acrecentado con la actuación de algunos medios y de muchos compañeros de profesión, que se han empeñado en colgar al brasileño la etiqueta de provocador, echando aún más gasolina en el incendio, siendo conscientes de la situación que atraviesa un futbolista, que, conviene recordar, tiene 22 años.
Europa da una lección al fútbol español
Y es que Vinicius es un provocador, una persona que busca de forma constante el conflicto, y desquiciar tanto a la afición como al conjunto rival. Pero, casualmente, es una actitud que solo tiene en España. Por algún motivo, en el fútbol europeo nunca ha sufrido ningún incidente de estas características, y no solo eso, sino que algunas de las grandes figuras del fútbol europeo.
Nombres como el de su compatriota Neymar o su rival Joao Félix son solo algunos de los que se han puesto en el ojo de mira para defender al brasileño. Especialmente llamativo fue el caso del portugués, que llegó a afirmar que “tal vez le llamen provocador porque es mejor que los demás”.
El último bofetón a La Liga y a todas las aficiones españolas se lo dio ni más ni menos que Jürgen Klopp, al ser preguntado en la previa del encuentro de Champions sobre si considera que Vinicius es un provocador. La simple estupefacción del técnico red ante tal pregunta ya habló por sí sola, pero, por si acaso despejó todo tipo de duda: “¿Hablas del racismo? No hay nada en el mundo que pueda justificar eso. No sé lo que hace Vinicius en el campo, pero mi opinión es que no provoca”.
Unas simples declaraciones que evidencian las distintas mentalidades entre un país y otro, quedando, por desgracia, nuestro país en evidencia. Sin ir más lejos, en el pasado 2021, el Chelsea sancionó a un aficionado blue con un total de 10 años sin pisar Stamford Bridge por realizar insultos antisemitas.
Mientras tanto, en España, los insultos a Vinicius no han tenido consecuencia. Y algunos otros casos sonados, como fue el lanzamiento de un plátano a Dani Alves en el Estadio de la Cerámica, o aquella aciaga tarde de 2006 en la que Eto’o quiso abandonar La Romareda ante los insultos racistas, se saldaron con simples sanciones económicas de 12.000 y 9.000 euros respectivamente para Villarreal y Zaragoza.
Un problema en el que los responsables son los que lanzan esos insultos, pero hay varios culpables más allá de ellos. En primer lugar, la institución que permite que estos insultos se realicen en 2023 con total impunidad, es decir, La Liga. Y, en segundo lugar, todos aquellos que justifican estas actitudes racistas, evidenciando un más que evidente problema social en nuestro país. Un problema que, aunque duela, habla mucho y muy mal no solo del fútbol español, sino también de una parte de nuestra sociedad, a la que convendría educar, no justificar.