Dos chispazos para homenajear a Vinicius y alejar al Rayo de Europa

No es lo más habitual que en los minutos previos a un partido en el Bernabéu haya una noticia sobre el césped. Este hecho se suele dar cuando los jugadores ofrecen a su afición un trofeo o un premio individual, pero hoy no había nada que celebrar. Todo lo contrario.

Tras los numerosos altercados de Vinicius con las distintas aficiones rivales, lo sucedido contra el Valencia parece haber supuesto un punto de inflexión en lo que a actitudes claramente racistas respecta. En la profesión va implícito recibir críticas, abucheos e incluso algún que otro improperio, pero la línea roja de los comentarios racistas no se debe de cruzar jamás.

En apoyo a su jugador en el fondo sur del estadio se desplegó una lona. «Vinícius somos todos, basta ya», rezaba. Al gesto de la afición le sucedió el de los jugadores: primero los de ambos equipos posaron junto a un cartel contra el racismo, para que después los del Real Madrid hicieran lo propio, pero esta vez de espaldas para lucir la camiseta con el número «20». La siguiente muestra de cariño llegaría precisamente en ese minuto, donde todo el estadio se unió en un fuerte aplauso.

En el aspecto futbolístico, al conjunto blanco le costó entrar al partido, pero esta circunstancia no la aprovecharía el Rayo Vallecano, que se mantuvo fiel a su plan de aguardar a su oportunidad, sin desgastarse en exceso presionando la salida de balón de su rival.

El Real Madrid ejercía un moderado dominio sobre el equipo de la franja, dominando la posesión y evitando que Courtois tuviese que trabajar en exceso, pero sin tampoco incomodar la portería de Dmitrievski. Tanto fue así, que el primer disparo peligroso del conjunto blanco supuso el primer gol del partido.

Más que peligroso, letal. Así se aseguró Benzema de que fuera su disparo a puerta tras recibir el pase al espacio de Valverde, regatear al portero, y disparar con violencia para evitar que el defensor del Rayo pudiera despejar. La jugada sería muy protestada por todo el elenco rayista, pues había nacido después de que el árbitro le diera el balón al Real Madrid. Isi había sido atendido por un golpe cuando los locales tenían el balón, de ahí la decisión arbitral.

Hasta el momento del tanto las posesiones estaban teniendo lugar, mayormente, en terreno neutral. Tras el gol el Real Madrid dio un paso hacia delante que obligo al Rayo a recular hasta su área. Así terminó la primera mitad, con los de Ancelotti moviendo el esférico de un lado al otro de la frontal rival buscando un hueco que no aparecería.

Tras los quince minutos reglamentarios el balón volvió a rodar sin cambios en ninguno de los onces y con la necesidad de igualar el partido del Rayo, sus líneas se adelantaron y permitieron al Madrid correr como tanto le gusta. Rodrygo, hoy en la posición de Vinicius, era el que más peligro podía generar y hacia él iban dirigidos la gran mayoría de los pases en carrera.

No obstante, la jugada con la que pudieron abrir la brecha en el marcador la generó Modric con un genial balón al segundo palo que enganchó Carvajal en carrera, pero que no pudo dirigir entre los 3 palos. El propio Carvajal casi complica el partido a los suyos al realizar una entrada cortando una contra y teniendo tarjeta amarilla.

Los merengues se gustaron sobre el césped durante varios minutos de la segunda mitad, pero de cara al tramo final bajaron los brazos y el Rayo estaba más que dispuesto a aprovechar. Con una sobresaliente jugada colectiva empatarían la contienda: Fran García abría a la banda para que Chavarría se revolviese y sirviera un balón a De Tomás, que haría de killer y de paso cumpliría con la famosa ley del ex.

Parecía que el partido estaba visto para sentencia, pero el Real Madrid subió una marcha más y en un disparo desde la frontal de Rodrygo en el que Dmitrievski podría haber hecho más, se colocaría el 2 a 1 definitivo en el marcador. El brasileño celebraría el gol con el puño cerrado, gesto de apoyo a su compatriota Vinicius, hoy espectador de lujo en el palco junto a Florentino Pérez. El «20» festejaba el gol con alegría, pero con un deseo mucho mayor de que se encuentre una solución definitiva a los actos de racismo.