Un Mundial de fútbol, que es mucho más que eso

Hace 12 años, la Selección Femenina de fútbol ganó en Motril a Alemania un amistoso. Esa victoria se celebró como si se hubiese pasado de ronda en una gran competición. En 2012 una tal Vero Boquete nos metió en la Eurocopa en un partido vibrante en Las Rozas, algo que se celebró como si se hubiese ganado la competición. Tres años después jugamos el primer mundial, otro gran triunfo. Ocho años más tarde, hemos ganado un Mundial.

Lucha por derechos sociales 

El fútbol femenino tiene algo especial. Y si nunca es solo fútbol, ahora mucho menos. Ha sido y es una lucha de géneros, es feminismo, es dar a la mujer la visibilidad, fuerza, derechos y lugar que merece, es también una referencia en la visibilidad de la diversidad sexual, ya no hay miedo, hay banderas LGTBI ondeando en el campo, imágenes en RRSS de las novias, mujeres e hijos de las jugadoras. Luchar por derechos básicos por responsabilidad social y esto está conllevando a un reconocimiento que poco a poco va mejorando las condiciones de las mujeres en todos los ámbitos. Se llenan estadios, cada vez hay más fichas federativas de niñas en el fútbol base, más clubs que quieren un femenino competitivo, más ventas de camisetas de mujeres, más derechos, pero todavía queda mucho.

El camino de casi todas

Hace 27 años, yo como tantas otras niñas comenzamos a jugar a fútbol en el colegio a la vez de que nos llamaban marimachos, bolleras (cuando ni siquiera sabíamos que era eso) o se reían de nosotras, algunas recibían balonazos y otras directamente no podían formar parte de un equipo. Esto pasaba hace 15, 20, 25 años y seguimos. No había equipos federados, porque no era un deporte para chicas, no había un campo en el que entrenar y muchas veces tampoco tiempo. Las equipaciones eran las que sobraban, y nadie se preocupaba de las más mínimas condiciones que debía cumplir cualquier entrenador, porque no había ni cuerpo técnico, solo una persona que en su tiempo libre hacia un acto caritativo para que 15 mujeres pudieran divertirse un rato. Y seguimos por amor a este deporte y a nosotras mismas.

Seguimos igual que muchas mujeres siguieron cuidando a su familia, o muchas otras que siguieron trabajando en peores condiciones que los hombres o cuando se dan besos y acciones sin permiso de la mujer.

Pero no seguimos solas, ni seguimos sin un por qué. Sabíamos que queríamos conseguir, y aquí está, y no es el Mundial, si no el reconocimiento, respeto y el lugar que merecemos, aunque todavía quede mucho por hacer por parte de las instituciones. Siempre creímos en nosotras, nos apoyábamos, empatizábamos entre nosotras, SORORIDAD, lo llaman ahora. Todas las jugadoras que hoy han ganado un Mundial saben que es jugar con solo 4 personas en las gradas o escuchar menosprecios e insultos, solo por ser mujer y jugar al fútbol. Saben también que es no tener apoyo de los organismos correspondientes, sentir el rechazo de quien debe otorgarle los derechos que deben tener.

Las pioneras 

Y siempre siguieron. Igual que siguieron las que tuvieron que formar una Selección clandestina porque la RFEF no quería un equipo femenino. Las que se plantaron en Canadá y dijeron hasta aquí, poniendo por encima la lucha que los intereses individuales ya que a muchas les costó no volver a la selección. Las 15 por las que han llegado algunas mejoras. Porque la revolución y la unión son las armas más poderosas para cambiar las cosas. A todas, GRACIAS, el fútbol femenino español sabe que esto es vuestro.

Gracias a Sara Serna por ser la primera referente femenina que tuve y contra la que pude jugar. Gracias a Vero Boquete por la influencia que tuvo en mí y en tantas otras. Gracias a ese Espanyol que llevó a Santa Adria mañanas de gran fútbol y trofeos, gracias al Barça por esas 2 Champions y al Athletic por abrir San Mamés cuando no estaba de moda. Gracias a Natalia Arroyo, Alexia Putellas, Conchi Sánchez “Amancio”, a la selección del 97, Ainhoa Tirapu, Marta Cubí, Natalia Pablos, Laura del Río a todas las que hicisteis el camino más fácil, no para ganar un Mundial sino para que todas pudiéramos jugar dignamente a lo que quisiéramos pudiendo soñar con trabajar de ello.

Esto es de todas. De todas las que aguantamos insultos, desprecios o humillaciones por ser chica y querer jugar al futbol y seguimos, de todas las que ahora están jugando y luchando y, sobre todo, para todas esas niñas y adolescentes que ahora sí, tienen referentes, saben a dónde pueden llegar, son conscientes de que hay un lugar que ocupar que antes era invisible. No os distraigáis, no deis nada por conseguido, luchad, seguid luchando, hay muchas cosas todavía por conseguir, demasiadas, ahora lo tenéis un poco más fácil, pero no os conforméis y disfrutad de cada segundo con eso que todas amamos, el balón, el vestuario, la unión con las compañeras, la ilusión al salir al jugar, los triunfos fuera de él, la alegría de ver a la Selección levantando un Mundial que es de todas.

Mucho más que fútbol

Porque el fútbol femenino tiene algo especial y es la conciencia colectiva de lo que ha costado y cuesta jugar y desarrollarnos en un ámbito que siempre ha sido considerado de hombres y donde siempre ha reinado una masculinidad excesivamente tóxica. Tiene de especial el honor y reconocimiento a todas las que lucharon y allanaron el camino, en todas las victorias siempre hay palabras para ellas. Y, sobre todo, es especial por la responsabilidad e ilusión de dar cada paso, no solo por una misma, sino por las niñas de hoy, para que puedan disfrutar y soñar en grande.

GRACIAS

@paatri_21