Jornada de luto en el Unicaja, que lleva meses en los que ha perdido demasiadas leyendas de su pasado: Javier Imbroda, José María Martín Urbano, Alfonso Queipo de Llano… y esta vez, este lunes, una más reciente, el ruso Serguei Babkov, uno de los mejores jugadores que ha vestido la camiseta del cuadro malagueño, un tirador excelso y uno de los protagonistas del primer gran hito deportivo del equipo, el subtítulo liguero de 1995.
Babkov (1,96 metros), que tenía tres hijos (el mayor, de 28 años, nació en Málaga), mantuvo el vínculo con la Costa del Sol, donde pasaba algunas temporadas (tenía una casa en Benalmádena desde el año 2000) y falleció de forma repentina ayer con sólo 56 años. Jugó 213 partidos con el Unicaja (entre 1994 y 1999), con 16,6 puntos de anotación media, un 37,9% en triples y 12,6 créditos de valoración.
A nivel de selecciones fue dos veces subcampeón del mundo con Rusia, amén de una plata, y un bronce en Europeos, y también militó una temporada en el Joventut (1999-2000), antes de retirarse en el equipo de su ciudad natal, el Lokomotiv de Novosibirsk tras unas molestias en el tendón de Aquiles. Tras colgar las botas eligió ser entrenador, llegó a ser seleccionador de su país dos años y director general del club de su ciudad natal. Según reconoció en una entrevista a este medio, desde 2009 dejó de jugar al baloncesto porque tenía algún problema de vértigo.
Babkov empezó a jugar en Bisk, con 12 años, y luego en el Altai en su periplo universitario y, coincidiendo con su etapa en el ejército, en el Sportium Klub Army, en Ekaterimburgo. Tras un paso breve por el CSKA, regresó a casa, al Lokomotiv Novosibirsk. Al Unicaja llegó en la madurez de su carrera. «Esos cinco años fueron los más felices de mi vida deportiva», reconoció en SUR. «En el Novosibirsk metía 25 o 30 puntos de media, y varias veces llegué a los 50 puntos, y en Alemania un día metí 53… En un partido llevaba 35 al descanso», recordó. Hablaba de su etapa de dos años en el Trier. El segundo lo acabó como máximo anotador de la Bundesliga, con 24,1 puntos por partido.
Fue entonces cuando el conocido agente Arturo Ortega le llevó al Unicaja en una gestión del que sigue siendo director deportivo del club, Juanma Rodríguez. Corría el año 1994, y Babkov explicó 19 años después cómo fue todo: «Firmé el contrato en junio. Luego me fui con mi selección al Mundial, en Canadá y, a finales de agosto, el Milwaukee Bucks me hizo una oferta para irme a la NBA». El ruso la desestimó alegando que ya era mayor (tenía 27 años) y que pensaba que era un poco tarde, y no quería estar mucho en el banquillo.
Tikonenko y Homicius le recomendaron también que eligiera Málaga, a las órdenes de Javier Imbroda, al que conoció en su momento como ayudante de Lituania. Sobre el triple fallado por su compañero Mike Ansley en la final de la Liga 1994-95, ante el Barcelona, opinó con el paso del tiempo que «creo que tomó la decisión correcta». «Fintó para penetración y tiró el triple. Él solía meterlos. Terminamos muy cansados ese encuentro», explicó también.
Babkov llegó a un tope de 37 puntos en el Unicaja. Fue en la pista del Caja San Fernando el 13 de diciembre de 1997. Carlton Myers y Alberto Herreros fueron los jugadores a los que más le costó defender, pero él pasó a la historia por su poder anotador, siendo uno de los primeros grandes ídolos foráneos del baloncesto en Málaga. Su figura es ya un mito.
Para Pedro Ramírez, que le dirigió en su última campaña de verde, la 1998-99, «fue excepcional». «Ni él mismo era consciente de lo que tenía. Físicamente era más portentoso de lo que podía esperarse. No solía alardear, pero si hacia falta sacaba la potencia de salto, el mate con una mano, y luego técnicamente tenía un don, y eso lo tienen muy pocos», explicó.
Ramírez recordó la última visita de Babkov a Málaga. El siberiano vino para la Final Four de la Champions y los ‘play-off’ por el título. «Le pude ver. Estuvimos un rato juntos. Nadie podía esperarse una noticia así. Es uno de los grandes de nuestra historia, una persona excepcional, un tipo prudente, tímido y callado, pero siempre un buen compañero. No causaba problemas, ayudaba en lo colectivo. No tenía problemas en ceder protagonismo a Mike Ashley y complementarlo».
@chemilinqui