La SD Compostela vive los últimos capítulo de una nueva temporada de altibajos a la que espera poner un final feliz. Para que el final sea feliz para el Compos los resultados deben ser perfectos en las dos batallas que restan. La temporada para los blanquiazules ha estado muy lejos de ser lo esperado cuando en septiembre empezaba el curso bajo las órdenes de Manel Ménendez, el primero de los 3 entrenadores que han pasado por el banquillo picheleiro. Sus malos resultados le hicieron durar apenas 8 jornadas en el banquillo. Llégó Míchel Alonso y todo parecía dar un vuelco aunque el lastre era importante. La remontada quedó a medio gas cuando los malos resultados comenzaron a llegar acabando con la dimisión del míster. El equipo quedó en manos de Antón Permuy que cogía a un equipo roto y sin rumbo que ahora ve como el Playoff es una posibilidad real.
Algo que se ha repetido este año en el conjunto picheleiro es la bajada de rendimiento en la segunda vuelta. Si bien en los primeros 17 partidos del curso el equipos sumó 27 puntos merced de 8 victorias, 3 empates y 6 derrotas; en los 15 que hasta ahora se han disputado de la segunda vuelta los blanquiazules suman 17 puntos con un balance de 4 victorias, 5 empates y 6 derrotas. Unas cifras que se ven reflejadas también en los goles ya que más de dos tercios de los anotados se hicieron en la primera parte de la competición.
Eso sí, este año han sido pocos. En las 32 jornadas disputadas el Compos ha visto puerta en 31 ocasiones, el curso pasado a estar alturas llevaba 40, siendo el quinto equipo menos goleador del grupo solo por encima de Langreo (29), Vetusta (26), Marino de Luanco (25) y Racing Villalbés (21). Equipos, quitando el cuadro de Ganzábal todos inmersos en la lucha por el descenso. Además de escaso, el gol del Compos se ha hecho esperar en la mayor parte de sus partidos. De los 31 goles anotados, 18 han llegado en el segundo acto y de los 13 logrados en la primera parte, 9 llegaron en los minutos finales e incluso, hilando más fino, solo ha conseguido 6 goles en la primera media hora de juego.
Lo importante, al final y al cabo, es ver puerta y sumar pero para el aficionado sentado en las gradas del Vero Boquete la espera, a veces, se hace eterna.