La doble vara de medir de un discurso peligroso
El último acontecimiento en Vallecas vuelve a demostrar la campaña persecutoria contra Vinícius
El del Estadio de Vallecas fue el enésimo episodio que enfrenta a Vinícius con otra de las 19 aficiones que componen la Liga EA Sports. Una jornada que ha acabado con un castigo ecuánime para ambas partes: LaLiga ha denunciado tanto a la afición presente en el Estadio de Vallecas por sus insultos al brasileño, y al propio Vinícius por el inequívoco gesto que hacía referencia a un hipotético descenso a segunda división de los vallecanos de camino al túnel de vestuarios.
Dos castigos respecto a los que, sin embargo, el martillo justiciero de quienes determinan lo moralmente correcto y lo incorrecto señaló a un claro culpable: Vinícius, para sorpresa de nadie. Prensa y aficionados españoles aprovecharon el gesto del jugador del Real Madrid para dictaminar algo de forma tajante: Vinícius es uno de los seres más indeseables del fútbol español.
Así mismo lo afirmó el periodista Manu Carreño en un medio de tirada nacional: “Si hubiese que votar un trofeo en La Liga al jugador más irrespetuoso con los jugadores rivales, con la afición rival y con los árbitros, lo ganaría de calle Vinícius”. Una afirmación que parece obviar de forma deliberada las 18 denuncias interpuestas por LaLiga por delitos de racismo en el último año y medio y señalar a la víctima como principal culpable del problema.
Porque sí, de camino a los vestuarios Vinícius hizo a la grada de Vallecas un gesto poco deportivo. Pero no, ni mucho menos fue algo que, como este respetable periodista ha afirmado, viniera de la nada. Desde que pusiera un pie sobre el verde, la afición local le recibió al son “Hijo de la gran puta”, “Perro” o “Subnormal” antes de siquiera haber entrado en contacto con el balón.
Eso, por supuesto, no ha sido mencionado en ninguno de los periódicos, televisiones o radios que no han duda en tildar a Vinícius como el mismísimo anticristo. Del mismo modo que tampoco han salido las imágenes de cómo el brasileño se hacía fotos al descanso con los niños sentados cerca del banquillo del Madrid, o cómo estrechaba las manos de todos esos niños al salir a calentar a la banda. Sin embargo, de sus protestas al colegiado después de que éste no pitara el penalti que podría haber dado la victoria al Madrid, nos encontramos –sorprendemente- con imágenes en cámara súper lenta desde diez ángulos distintos.
Ni siquiera esas 18 denuncias por delitos de odio son suficientes para que ninguno de estos adalides de la moralidad condene la persecución a Vinícius. Gente que incluso ha llegado a justificar actitudes racistas por parte de un sector amplísimo de las aficiones de toda España. Porque claro, al fin y al cabo, es Vinícius el que provoca. El único jugador que protesta al árbitro, que pierde tiempo o que contesta a los insultos de la afición rival. Porque en la historia del fútbol nunca antes se ha visto a nadie actuar así a ningún futbolista.
Una persecución que viene desde que el brasileño puso un pie en España. Desde que pasó de ser el paquete a ser el provocador. Porque ya no hay forma de desacreditarle en lo futbolístico. Y si después de ver la ingente cantidad de basura racista que se mueve en redes hacia su persona, o después de 90 minutos de insultos sin descanso, contesta, entonces Vinicius es el jugador más irrespetuoso de La Liga, de acuerdo con la opinión de algunos “periodistas”.
Una información tan sesgada por parte de muchos medios de comunicación que ha acabado haciendo que, una vez más, una mentira repetida mil veces acabe siendo verdad. Porque el otro día, Neyou, futbolista del Leganés que se vio implicado en un lance del que salió lesionado Lamine Yamal, fue perseguido por varios medios generalistas que le increparon al son del lema que rezaba que no se debían permitir esas cosas, y que a las estrellas hay que protegerlas.
Eso sí, los Maffeo, Raillo o Gabriel Paulista, que agredieron, insultaron, menospreciaron y trataron de humillar a Vini con el beneplácito de los medios y La Liga, tuvieron su minuto de oro en las radios ante la sorna generalizada de los periodistas a los que les parecía del todo divertida la situación de acoso contra el futbolista brasileño.
Una situación en la que asusta la doble vara de medir de un discurso peligroso. Un discurso que es capaz de obviar todo tipo de mofas, insultos y agresiones racistas con tal conseguir la validez necesaria, por peligroso que esto sea. Asusta también pensar dónde está el límite de un grupo de gente a la que le parece más grave un gesto a la grada que un muñeco ahorcado de un puente con la camiseta de Vinícius. Conviene por el bien de todos ellos que esto no traspase la barrera de lo futbolístico, porque, si un día ocurre, entonces todos ellos serán cómplices y verdugos de una persecución que han validado, promovido y justificado.