Llega la nueva edición de la Copa del Mundo y con ellos los roles en la competición. Están los equipos potentes, los equipos revelación y los equipos débiles, por llamarlos de alguna manera. Pues esta selección, habitualmente ubicada entre el segundo y tercer rol, se ha reservado para esta edición un puesto entre el primero y el segundo. Esta selección no es otra que Bélgica.
Si bien es cierto que hubo mundiales en los que Bélgica destacó, como en el de México 1986, donde llegaron a semifinales con un equipo con nombres ilustres como Pfaff o Vandenberg, en todo lo que llevamos de siglo sus aportaciones se han contado con cuentagotas: en 18 años, tan solo han alcanzado fases finales en los mundiales de 2002 y 2014, y de Eurocopas en el 2000 y el 2016.
Bélgica vive la que probablemente sea su generación más dorada: Courtouis en la portería; Kompany y Vertonghen en la defensa; Witsel, Fellaini y De Bruyne en el centro del campo; y sobre todo su delantera, Lukaku, los hermanos Hazard y Mertens. Estos son solo algunos de los nombres que ya de por sí intimidan. Todos ellos bajo la tutela de un entrenador que, por fin, se antoja más experimentado que sus predecesores en el banquillo de los “Diablos Rojos”.
Roberto Martínez ha conectado con la plantilla, haciéndoles adoptar su estilo de juego y aportándoles su gen competitivo. Con él en el banquillo no han perdido un solo partido en la clasificación mundialista. Los datos hablan por sí mismos: nueve victorias y un empate en diez partidos, 43 goles a favor (4,3 goles por partido) con tan solo 6 goles en contra. A lo largo de la fase de clasificación ha habido goleadas escandalosas como el 8-1 contra estonia y el 4-0 contra Bosnia que, si bien no son selecciones de gran calibre, si dan muestra de la capacidad goleadora belga. Tan solo Grecia fue capaz de plantar cara, siendo la única que pudo rascarles un punto tras el 1-1 obtenido en el Rey Balduino y con una derrota por 1-2 en tierras helenas. Visto lo visto, es un resultado más que digno.
Es imposible realizar un análisis individual sobre las estrellas, debido a la gran cantidad de las mismas en el plantel, pero entre ellas la que más brilla es la de Eden Hazard. El jugador más desequilibrante, pieza clave de su selección y de su club, no para de sorprender a propios y a ajenos, tiene la posibilidad de ser el jugador más importante de la historia de su selección (si no lo es ya). Su desborde, capacidad goleadora y visión de juego ya son conocidos por todos, pero le falta todavía conseguir un título que inscriba su nombre en la leyenda. Con el Chelsea todavía no lo ha logrado, éste verano podría hacerlo con su país.
La única laguna de este equipo es la ausencia de Radja Nainggolan. El habilidoso jugador de la Roma ha sido único jugador con el que no ha podido entenderse Martínez. Su carácter díscolo y polémico ha acabado costándole el puesto, aun siendo uno de los favoritos de la afición. Nadie sabe con claridad cuál fue el detonante de esta ruptura en la relación, pero lo cierto es que este verano verá el mayor evento futbolístico por la televisión.
Pese a perder uno de sus mejores hombres, nadie discute que Bélgica, en caso de hacer bien las cosas, dará mucha guerra en el mundial. De momento es favorita en su grupo, compuesto por, aparte de la propia Bélgica, Inglatera, Panamá y Túnez. Ninguna de las dos últimas parece el oponente indicado para los Diablos Rojos, por lo que su pase a las eliminatorias es casi seguro.
Esta es la oportunidad de con la que sueñan los belgas. Oportunidad dorada, generación dorada. Todo brilla en este equipo, que tratará de obtener algo que brilla más que nada, algo por lo que pagarían todo el oro del mundo. La estrella que abrillanta el fútbol: la estrella de la Copa del Mundo.
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